Cinelandia (December 1936)

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lo bajo aconseja a los niños que bajo su hábil dirección se den a divulgar unos «cuantos chismes que van a llevar a la Thorca a la negra Sultewon y a todos los habitantes de Salem, inclusive el ministro protestante. Sterling observa indignado: —En una semana llevan ahorcados a dieciseis sujetos — y señala con el dedo la colina de los ahorcados —. Esta gente tiene tantas ganas de estirarse el pescue70, que han tenido que contratar a un 'verdugo de otro pueblo para poder morir todos. La vida es interesante en Salem. No hay peligro de aburrirse. En la iglesia el ministro lanza unos berridos capaces de conmover a las pirámides de Egipto. Los aldeanos están sentados en las hileras de bancos y entre ellos descuella, naturalmente, la hermosa joven que es la víctima de los desbarajustes actuales. ¡Un tío con una caña se encarga de mantener una atmósfera de misticismo en el auditorio. Cuando el sermón se hace largo y el Reverendo Simpson se pone pesado, la cañita entra en acción. Tiene en una extremidad un mazo para golpear la tabeza de los dormilones y en la otra unas plumitas para hacer cosquillas en la barbilla a las feligresas tomadas de Morfeo. Claudette Colbert, la doncella acusada de bruja, que en otra escena será conducida a lo largo de la calle, hacia el patíbulo entre los insultos y las imprecaciones de los ciudadanos de Salem, no puede aguantar las cosquillas y suelta a La llaman al orden hasta que logra sobreponerse a sus impulsos naturales. El reverendo clava en ella sus ojuelos relucientes y después de contemplar a su sabor la excelencia de sus líneas, la acusa furibundamente de tener dada su alma a Satanás. —Hermanos — ruge hecho una furia el bonete de la señorita Dresser (Claudette) no le cubre sino la mitad de =US Pon ] ! == E==3 E ¿A E=E>S = == La congregación sisea aprobativamen Sterling bebe un refresco y el director Frank Lloyd medita pausadamente en las escenas de la ejecución. A la negra |Sultewon le habría gustado vivir en los tiempos en que el diablo todavía nos 'honraba con sus visitas de vez en cuando. —El diablo se espantó con la luz eléctrica — se queja con pena. Yo me salgo frustrado en mi empeño de hacerle una entrevista a Satanás, que hace un papel importante, pero invisible, en la cinta “Maid of Salem” (Doncella de Salem), que Claudette Colbert y Fred MacMurray filman en un set de la Paramount. Viendo Filmar a De Mille Por Borcosque Siempre resulta interesante ver filmar a Cecil B. de Mille. Si mis lectores han seguido mis artículos a través de CINELANDIA, habrán visto que casi siempre describo alguna escena de las grandes películas que aquel hace. De Mille es un director discutido: realiza obras maestras y reconstrucciones histó “ricas criticables. Pero sus sets son siem pre monumentales; siempre hay allí muchedumbres de extras, grandes artistas de fama y todo un estado mayor de técnicos ayudándole. Y siempre, también, la cámara está montada sobre un enorme brazo mecánico que “flota” por sobre el set llevando al mismo De Mille durante la preparación de la escena y los ensayos finales. Es el director generalísimo de Hollywood que compone sus escenas con la estrategia de un guerrero. Así le he visto, en años pasados, filmar escenas impresionantes de “La muchacha hereje”, “Madame Satan”, “Dinamita”, “El Signo de la Cruz”, “Cleopatra” y no hace mucho “Las cruzadas”. Ahora filma “The Plainsman”—-(El llanero) —basada en cierto modo en la vida y aventuras de Buffalo Bill, aunque el protagonista no sea precisamente ese personaje famoso, sino su amigo de confianza William Hitchcock. De Mille, siempre en busca de personajes históricos, anunció que haría una cinta basada en Buffalo Bill. Pero revisando manuscritos, se encontró con que, mientras aquel personaje ero sólo relativamente interesante, mucho más lo era su amigo y lugarteniente Hitchcock. Y decidió basar la cinta en la vida de éste, eligiendo a Gary Cooper como protagonista. Recibí una invitación para ver la filmación de la primera escena de la película. Y a las nueve y media de la mañana estaba yo en el set, al mismo tiempo que llegaba a él una muchedumbre de técnicos, ayudantes y artistas. El set era, como todos los sets de De Mille, de proporciones enormes: una gran porción de los estudios de Paramount había sido transformada en una laguna y en ella flotaba la parte de popa de uno de esos típicos barcos de pasajeros de río, de la segunda mitad del siglo pasado. En aquel momento el barco estaba atracado al puerto: era el instante de la llegada, cuando acababa de colocarse la planchada y comenzaba el descenso de los pasajeros. Más allá del muelle quedaba el comienzo de la población, con su plazoleta típica, sus casas y su populacho reunido para recibir a los viajeros. La escena a filmarse era íntima y de cerca, a bordo del barco, pero la cámara iba a captar también el ambiente de la ciudad, allá a lo lejos, de modo que se había llamado a doscientos cincuenta comparsas nada más que para dar ese ambiente secundario y que en la pantalla aparecerá haciendo fondo a la escena de primer término. Los pasajeros, en tropel, bajaban la escalera que conducía del puente superior al más bajo: Gary Cooper venía entre ellos y al ir a dirigirse a la planchada le detenía la voz de un amigo que le llamaba. Se volvía, conversaba unas cuantas palabras con éste y seguía su camino. Esa era toda la escena inicial, que en la pantalla demorará, cuando más, unos segundos y cuya filmación tomó no menos de dos horas y media:tal es la meticulosidad con que De Mille prepara y ensaya sus escenas. El gran brazo mecánico, sosteniendo la cámara, se movía por encima de la muchedumbre. De Mille, sentado junto al primer operador, Victor Milner, 'observaba a través del lente todos los aspectos de la escena. Iba organizando y ensayando, por grupos, a los artistas que aparecerán en ella, con perfección de estratégico. Comenzó por colocar sus grupos de artistas en la plazuela, tras el puerto, indicando a cada uno su actuación: unos avanzarían, otros pasarían corriendo, aquel saludaría a una señora, éste descendería de un coche. Luego, más cerca, otros grupos para dar ambiente a la escena. Y en seguida, los extras que habrían de actuar en primer término, pasando ante la cámara y cubriendo la escena para agregar naturalidad: un negro llevando una maleta, un veterano y una señora con un loro en una jaula, algunos niños, etc. Ensayados todos esos aspectos de conjunto, se dedicó a los personajes principales, demorando no menos de hora y media en ensayar y repetir el diálogo que se desarrollaba entre Gary Cooper, Jimmy Ellison y Helen Burguess. Terminada esta faz del ensayo, comenzó otra no menos importante: la colocación de la cámara y sus movimientos, siguiendo a los personajes. Para hacerlo fué necesario ensayar la escena catorce veces, (va a la página 64) 43