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Betty Grable (arriba) es una de las jovencitas que han probado las dulzuras del matrimonio y también sus desengaños y decepciones. Abajo, Jean Parker, cuyo marido no quería "hollywoodizarse' y por eso se divorció.
NA buena señora, de esas que vivirán siempre al margen de la civilización siglo veinte, en un pueblo recóndito de un país ultramontano, allá por las elevadas mesetas de la cordillera andina, se enteró de que su hijo había decidido partir para Hollywood. Al punto preguntó a algunas de sus amigas, señoras no menos pías y devotas que ella: “¿qué cosa es Hollywood?” La respuesta no se hizo esperar. “Hollywood es la Babilonia moderna, es un antro de corrupción, es la ciudad donde la gente se casa y se descasa cada cinco minutos, Hollywood es la perdición de toda alma virtuosa, Hollywood es el fin del mundo, el capítulo más negro del Apocalipsis y la estrofa más resonante del infierno de AlligMira La señora se desmayó al oir tal descripción, sin que ello fuera obstáculo para que su hijo se hiciera a la mar en busca de aquel lugar estratégico que tantas promesas encerraba a su imaginación de adolescente provinciano y desapercibido. .. . No sabemos si al llegar a Hollywood se llevó un chasco solemne y desde luego, Dios nos libre de comparar a Hollywood con Babilonia pues, a lo mejor, Babilonia saldría perdiendo. ... El hecho es que los alborotos matrimoniales de Hollywood han producido en la conciencia moral del mundo un escozor intolerable. El matrimonio ha sido siempre en el mundo una ceremonia larga y penosa. Aun entre las tribus
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POR JAN BREWSTER