Cinelandia (June 1940)

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El autor de este artículo parece tener muy malas impresiones de la ciudad fantástica, cuyo nombre rivaliza ya los más famosos de la historia. Tememos que, para este buen señor, Sodoma y Gomorra estaban, comparados a Hollywood, poblados de angelitos. Pero vuelvan la página y leerán la refutación de estas ideas. salvajes a ningun momento de la vida humana se le ha dado mayor importancia que aquel en que el hombre obedeciendo las leyes de la naturaleza cumple con el deber primordial de la prolongación de la especie. La mente se resiste a pensar que la asociación eterna de dos seres humanos pueda llevarse a cabo sin una buena dosis de ceremonias rituales. .... Pero Hollywood está en Norteamérica. Norteamérica es el país de la gente práctica y es perfectamente lógico que las ceremonias rituales del sagrado matrimonio se hayan ido reduciendo poco a poco al extremo de que hoy día han logrado su expresión mínima. Casarse en Hollywood se reduce a dar un paseo de fin de semana por Yuma, Arizona y contestar a un par de preguntas que hace un Juez de Paz entre bostezo y bostezo. Esta idea del matrimonio relámpago está perfectamente de acuerdo con la vida de las estrellas cuyas ocupaciones constantes no les permiten disponer de más de un par de horas para las funciones fundamentales de la existencia. En otras palabras la mayoría de las estrellas han tardado más en casarse en la pantalla, en las nupcias solemnes en que los “extras” de cine todavía se visten de levita, que en la vida real. Y claro, al matrimonio relámpago corresponde inevitablemente el divorcio relámpago. Para lo único que las estrellas demandan tiempo, lógica y consideración es para discutir las bases económicas del divorcio o sea lo que ha dado en llamarse “alimony” y es en realidad la compensación que paga un marido “platudo” por dejar plantada a su mujer. (va a la página 38) 11 | | z