Cinelandia (August 1940)

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SEGUNDA PARTE Deanna Durbin (izquierda) sonriendo a la vida. Abajo la vemos con un experto de sonido del estudio Universal, estudiando la fotografía de su propia voz. En la página opuesta una pose reciente. L salto maravilloso que llevó a Deanna Durbin de la quietud escolar a la vida agitada de los Estudios, de la monotonía de la vida doméstica a la inquietud y zozobra de la vida profesional, tuvo lugar en 1935. Deanna había iniciado sus estudios de canto y era natural que su alma juvenil comenzara a albergar planes de triunfo. Sin embargo, para salir adelante, tenía que atravezar un largo período de lucha, y es tan difícil el éxito en Hollywood, que no sería exagerado admitir la tremenda limitación de sus primeras ambiciones. Deanna, como muchos otros niños de Hollywood, poseedores de temperamento artístico, quizás a veces llegó a soñar con el cine, el teatro y los aplausos, pero fueron sueños vagos, absurdos, imposibles. En cambio, en ésta época de su vida comenzó a cimentarse en ella no solo una gran afición a la música, sino además, una firme decisión y sólida esperanza de dedicarle su vida. Deanna me ha dicho: “Para mí la música era entonces el único ideal hacia el cual se movían mis inquietudes casi infantiles. Me pregunta Ud., si desde entonces comenzé a concebir la esperanza de triunfar en la pantalla. No. A veces, es cierto, en momentos de ensueño y de ilusión imaginé realidades increíbles y quizás pensé en la pantalla y en los aplausos. Vivía en Hollywood, era muy joven, y el cine tenía que ejercer en mi su influjo fascinante. Pero (va a la página 39) 24