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LOS PREMIOS DE LA ACADEMIA . .
elegidos. ¿Habrán salido vencedores en la prueba final? He aquí la pregunta que ninguno acierta a responder y que cada uno se hace mil veces mientras desfilan ante su paladar inapetente los hors de euvres, los cock-tails y los exquisitos manjares. En esta noche de ansiedad espiritual, Hollywood saca a relucir toda su inspiración, poca o mucha, todos sus anhelos de superación, todo su entusiasmo apasionado por el cine como industria y como arte.
Walter Wanger, presidente de la Academia de Ciencias y Artes cinematográficas, productor enamorado del arte, avanza hacia el escenario y anuncia con voz firme que va a hablar el presidente de los Estados Unidos. Por un momento impera en la reunión triunfal un ambiente de honda preocupación.
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AL DIA CUARTOS
PARA UNA O DOS PERSONAS
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Á VINE AT HOLLYWOOD BLVD.
NEAREST MOTEL TO RADIO AND MOVIE STUDIOS
78
(viene de la página 61)
Desde Washington, Franklin Roosevelt, con verbo brillante y sincera expresión, vierte unas en pos de otras sus palabras solemnes, dirigidas por primera vez en la historia, directamente desde La Casa Blanca a la industria cinematográfica, directores, productores y estrellas. Habla de la importancia del momento, de los deberes de Hollywood para con Norteamérica y para con la América toda. Habla del herisferio del Oeste. La causa continental. La mejor manera de servir no solo a Hollywood, sino, quizas por primera vez en su historia a veinte pueblos en los cuales la ideología popular es profundamente influenciada por el cine. Habla de la democracia, de la mejor defense del orden de cosas que rige actualmente la vida de nuestros pueblos....
Los aplausos estallan. Se pierden en el inmenso salón refulgente, entre los capiteles de oro y las balaustradas simétricas.
Y mientras todos consumen la cena, a prisa, sin saborearla, impacientemente, llega la hora solemne en que se anuncian los nombres de los ganadorse.
Walter Wanger vuelve una vez más al micrófono. Y en pos de él, Frank Capra, el hombre que ha “monopolizado” siempre los famosos trofeos de la Academia. Bette Davis, la suprema actriz del cinematógrafo yanqui pronuneia unas breves palabras llenas de emoción y sinceridad y merece una justa ovación. Capra presentó la estatua destinada al mejor trabajo de dirección anual. The Grapes of Wrath, “Viñedos de Ira.” El esquivo John Ford, director genial y hombre modesto, no gusta de las ceremonias solemnes y de las ovaciones y está ausente.
Mervy Leroy, director y productor, cerebro juvenil de la industria, recibió el especial honor de entregar la estatua destinada a la mejor producción del año. En medio de un profundo silencio se anunció la película ganadora, Rebecca, dirigida por el brillante director ingles Hitchcock, una de las mejores películas que Hollywood ha producido e inmediatamente estalló una ovación generosa, aceptando el veredicto de los mildocientos voltantes, entre los que se cuentan periodistas, directores y miembros de la industria.
En medio de un profundo silencio se leyeron, unos en pos de otros, los nombres de los vencedores en el gran concurso, incluyendo armonizadores musicales, películas cortas, grabación de sonido, etc. Los trofeos más importantes, las estatuas codiciadas que corresponden al mejor actor y la mejor actriz fueron dejadas para el último. Así crecieron la emoción, la espectación, el interes dramático de la fiesta.
He aquí los nombres de los que obtuvieron el laurel del triunfo en las distintas ramas de la industria. La mejor edición cinematográfica, Ann Bauchens, por The North West Mounted Police. La mejor grabación de sonido, Strike Up the Band, de MGM. Los mejores efectos sonoros, El Ladrón de Bagdad de Alex
-ander Korda, selección que mereció un
gran aplauso. La mejor dirección artís
tica en blanco y negro, “Pride and Prejudice” por el cual film recibieron la | estatua Cedric Gibbons y Paul Groesse. La mejor dirección artítica en colores, “El Ladron de Bagdad”, de Korda.
Finalmente la emoción entre los circunstantes llegó a su punto máximo. cuando ascendió al estrado Lynn Fonatanne, la gran intéprete de la escena | norteamericana y anunció a la actriz | ganadora del premio entre las cinco mejor actuación en un papel secundario. Fué Jane Darwell por “Viñedos de Ira”, recompensa que nos parece poco meditada. Y finalmente en medio de un silencio de profunda emoción entre las cinco estrellas propuestas, Katherine Hepburn, Bette Davis, Joan Fontaine, Ginger Rogers y Martha Scott. Miss Fontanne pronunció con voz clara, el nombre de la vencedora, Ginger Rogers. Gingers improvizo ante el micrófono un breve discurso que fué interrumpido por varios sollozos de emoción. Ante un auditorio no menos interesado, Alfred Lunt, esposo de Lynn Fontaine y uno de los más prominentes actores de las escena americana de todos los tiempos, se puso de pié y ascendió al escenario para entregar el premio al mejor actor del año, en un | papel secundario. El elegido fué Walter Brennan, actor de carácter, por su rol en The Westerner, de los estudios United Artists. Finalmente se pronunció | el nombre del mejor actor del año y el | ganador resultó ser James Stewart, el galán sincero y jovial, a quien todo Hollywood quiere y respta. La ovación que | recibió Stewart fué interminable.
Al concluir la distribución de premios, los circuntantes abandonaraon parcialmente el salón, mientras otros ingresaban al ring de baile. La orquesta interpretó canciones de moda y unos secaron las lágrimas del triunfo mientras otros disimularon una actitud de protesta. f Fuera, junto a la multitud inquieta junto | al diluvio de luz de los reflectores, las | estrellas abordaron sus automóviles f quizas con un sentimiento de profunda descepción o de inmensurable elegria, mientras entre la música y los aplausos | la concurrencia abandonaba el Biltmore | hasta 1942....
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