Cinelandia (August 1941)

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Hace pocos días le encontramos por casualidad en su estudio, y acordándonos de sus amargas palabras, le preguntamos por el paradero de los héroes de su película. —Chitón—nos dijo bajando la voz y mirando recelosamente a uno y otro lado—todavía no me han dicho nada. Pero le diré que, por si acaso, ya he empezado a trasladar la acción de mi película a Creta. Ahora estoy trabajando en ello. Pero le juro que este es mi último 38 (viene de la página 8) viaje. Si quieren mas revisiones, que se las pidan a Hítler. Y Steve nos echo una mirada extraviada que nosotros comprendimos perfectamente. ¡ADIOS FEMINIDAD ...! De que los tiempos de la dulce feminidad han pasado para siempre, quedan—¡ay!—muy pocas dudas. El sexo débil lo es cada día menos, mientras el sexo fuerte parece irse debilitando en proporción. Ultimamente se ha despertado entre las estrellas hollywoodenses una poco laudable emulación para ver cual de ellas es capaz de repartir mojicones mejores y más fuertes. Nada menos que James Cagney, el galán de los puños de acero, resulta víctima del temperamento de Bette Davis en la película “La novia se pagó al contado”, durante la cual, la “dulce” Bette deja la fisonomía de James poco menos que desconocida. Una de las escenas de este film requiere, además, que Bette caiga de plano sobre un Zzarzal de cactos. Claro es que los cactos son fingidos . ... e. En otra eplícula, Claudette Colbert se cae E va por una escalera llevando una taza de café hirviente en la mano. Después de innumerables tumbos, Claudette llega al suelo molida y escaldada. En la película “Besos de despedida”, Mary * Martín le da un codazo en el estómago a Barbara Allen y la echa de cabeza en una pis| cina. Poco después, Mary arroja 47 objetos + diferentes contra la cabeza de Bryan Donlevy ' en el espacio de un minuto y medio. 7 Como nos decía un padre de familia cuya mujer “lleva los pantalones”, Hollywood no hace más que darnos malos ejemplos ..... 4 PHIL HARRIS BUEN COCINERO Siguiendo con el mismo tema, ahí va una conversación que oímos “por casualidad''—escuchando desde detrás de una decoración—a la * llegada de Alicé Faye de su viaje de luna de miel con Phil Harris. Alice le estaba contando + a una amiga lo maravillosa que había resultado su excursión y los muchos lugares que habían visitado. Luego se extendió en minuciosos pormenores acerca de las cualidades que adornan a su reciente esposo. “Y tendrías que ver—dijo finalmente—lo bien que cocina Phil. En mi vida habia comido platos tan sabrosos.” “¿Y cómo te resultaron los tuyos?” preguntó su amiga. “Pues la verdad, como no sé mucho de cocinar, — contestó Alice — preferí dejarle este trabajo a Phil. Yo me encargaba de lavar los platos.”” Al oir esto lanzamos un suspiro de alivio. Por un momento habíamos temido que Phil tuviese que lavar los platos y hacer las camas además. HOLLYWOOD Y SUS TRAGEDIAS ... Uno de los cuentistas más famosos de Hollywood es el conocido director alemán Ernst Lubitsch. El curioso cronista que esto escribe se encontraba no hace muchos días en el restaurant Ciro en compañía de Ernst y de algunas notabilidades de la pantalla, entre las cuales se hallaban George Raft, John McClain, Freddie + Kohlman y Al Melnick. Entre chistes e historietas, Ernst contó como en un viaje a Nueva York había ido a comer a un restaurant : ruso, cuyo propietario era nada menos que el general Lodijansky, un emigrado de la corte de los zares a consecuencia de la revolución bolchevique. Algunos meses después, y ya de vuelta en Hollywood, Ernst se cruzó, al dirigirse a su “set”, con un “extra”? vestido de general ruso, cuya fisonomía le parecio cagamente familiar. “¿NÓ le he conocido a Vd. en alguna parte?” preguntó, curioso, el director. “Efectivamente — contestó el extra — nos encontramos no hace mucho en Nueva York. Yo soy el general Lodijansky. Mi restaurant fracasó, y ahora me gano la vida trabajando de “extra”. Al separarse de Lodijansky, Lubitsch iba meditando sobre las curiosas jugarretas de la suerte que habían llevado al poderoso general de la corte de los zares a Hollywood para que fingiese ser lo que realmente era. Esta cadena de circunstancias sugirió a Lubitsch el argumento de una película que, interpretada por Emil Jannings, se hizo famosa no hace muchos años. Esta película se titulaba “La última orden”, y en ella el general “extra”, enloquecido por sus desgracias, se figuraba mandar de * verdad a los actores que representaben ser sus soldados, y moría en el “set” donde trabajaba * en un momento de exaltación. El éxito sin precedentes que, en su tiempo, alcanzó esta película, fue debido al profundo calor humano H que solo una tragedia real—la de Lodijansky— Mí podía proporcionarle. —¿Y qué se hizo del general?—le preguntamos al famoso director. ho! —¿Quién sabe? —nos contestó — Su suerte | sería probablemente la de tantos emigrados de * su país. Se adaptaría a las circunstancias y * triunfaría en cualquier actividad modesta, o * acabaría sus días en algún rincón maldicienHF do la hora een que vino al mundo. ¡Se han HU dado en Hollywood tantos casos semejantes! COSAS QUE NO PASARAN NUNCA EN 7 HOLLYWOOD . Que Wallace Beery deje de manosearse la cara . . . Que John Barry“ more pase una semana sin enamorarse . Que Charlie McCarthy se divorcie de Edgar Bergen Que Tony Martin deje de admirarse a sí mismo cada vez que se tropieza 3 con un espejo Que Rita Hayworth no $ enseñe las piernas en alguna película .. . Que Adolphe Menjou lleve un traje desplanchado . . Que los turistas que llegan a Hollywood vean un estrella de verdad ... Que los guardas * de los estudios tengan educasión ... 4