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Transcripción por os
Trinidad Vidal
Empezando por el principio, les diré que nací el día 24 de octubre de 1924 en el pueblo de Centralia, Illinois. A la edad de cuatro años, mis padres, mi hermana mayor Vera y yo nos trasladamos a Ottawa, donde mi padre estableció una barbería.
Dos años después, empecé a sentir celos de Vera, porque mi hermana, que a la sazón tenía once años de edad, cantaba en compañía de mi padre, mientras yo me quedaba en casa. Probablemente, mis habilidades como cantante no eran demasiado notables, pero si no podía cantar bien, por lo menos podía cantar fuerte, por lo que cuando mi padre y mi hermana obtuvieron un contrato para trabajar ante el micrófono de una pequeña emisora de La Salle, Illinois, me apresuré
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Dos poses de Mary Lee, ¡joven y brillante actriz los Republic, que en este artículo nos cuenta episodios de su vida.
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Por MARY LEE
a unirme a ellos. El micrófono estaba instalado sobre una mesita, ante la cual se sentaban mi padre y Vera, mientras yo me veía obligada a cantar de pie para alcanzarlo.
Pronto me di cuenta de qua la profesión de cantante proporcionaba muchas ventajas. Muchas personas nos mandaban a Vera y a mí pasteles y dulces. A los seis años de edad estaba completamente convencida de que un artista profesional recibe siempre generosas recompensas.
Cantamos en multitud de localidades en un radio de cincuenta millas de nuestra ciudad. Nuestra especialidad eran las canciones campesinas y montañesas de la región. Acostumbrábamos a vestir, para estas funciones, al estilo más campesino posible; llevábamos trajes rurales; nos
partíamos el cabello de cualquier manera, con trenzas y lacitos de color; calzábamos zapatos varios números más grandes que nuestros pies, que complementábamos con botas altas al estilo antiguo ; y por último nos poníamos faldas de “calico.” A medida que Vera y yo crecíamos, los trajes usados por mi hermana pasaban a mi poder, mientras ella. se equipaba con otros nuevos. Nuestras medias eran, ordinariamente, de algodón rojo y brillante, y acostumbraban a colgar descuidadamente sobre nuestras delgadas piernas, mientras el extremo inferior de nuestros pantalones asomaba lamentablemente por debajo del borde del vestido.
En la región se celebraban periódica
(Pasa a la pág. 43)