Cinelandia (June 1942)

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ES ia TR AAN » ; de mente, y la muchacha se encontró cara a cara con Gene, que le sonreía plácidamente. —Ie aconsejaría, señorita—dijo—que «resolviera sus dificultades con Miss Ben net una vez en el rancho... —No quiero ir al rancho—interrumpió secamente Connie—Lo odio y quiero marcharme a... La muchacha no pudo terminar la frase, porque Gene la cogió en sus brazos y la sacó del tren a pesar de sus protestas. Para aquel grupo de muchachas ciudadanas, la vida del rancho, con su abundancia de aire y sol, constituía una delicia, y tampoco los vaqueros parecían demasiado disgustados por la presencia de tan lindas chicas. Gene, sin embargo, no tenía ojos más que para Alicia, que era sin disputa la más borita de todas. A la mañana siguiente, Connie se cuidó de desbaratar cualquier idea de idilio que una y otro pudiesen abrigar. Gene había llegado por la mañana montando su caballo Champion, problemente el más bello ejemplar de la región. Todas las muchachas contemplaban con placer la bella estampa del animal, y ni aún Connie consiguió reprimir una sonrisa y una caricia para el caballo. Connie era una buena jinete, y en el fondo, sin confesárselo a sí misma, deseaba demostrar a Gene su habilidad, por lo que le pidió permiso para montarlo. Pero la chica cabalgaba de un modo muy distinto al poco académico de los vaqueros, y al pretender hacerle saltar la valla del enrral como si fuera un animal de exhibición, se encontró a sí misma en el suelo bastante magullada. Las otras alumnas, que se diron cuenta de que el percance no era serio, no pudieron contener la risa, y entonces Connie, a quien su amor propio hacía sufrir cruelmente, no vio otra solución que la fuga. Viendo a poca distancia el camión del rancho, se lanzó con él por la carretera a toda velocidad. Pero Connie ignoraba que el vehículo tenía sus frenos en reparación. y cuando al fin se dio cuenta de su situación, sintió, quizás por primera vez en su vida, un miedo horrible. Por el espejo retrovisor vio como Gene volaba tras el camión a caballo. Al ver que la carretera doblaba a poca distancia, comprendió que el camión no podría tomar la curva, y poniendo el pie en el estribo se disponía a saltar del vehículo, cuando los brazos de Gene la arrebataron de su peligrosa maniobra y la subieron a su caballo como si fuera una pluma. Un momento después el camión se estrellaba contra un árbol cercano. Connie se volvió furiosamente hacia Gene. —Cuando mi padre se entere de lo que ha pasado—le gritó —sabrán Vds. lo que cuesta dejar su camión abandonado sin frenos. —¿Y qué dice Vd. del perjuicio que «rica O no. £ nos ha causado al estrellarlo?—replicó Gene. —No se preocupe por esto—replicó la muchacha—Mi padre lo pagará. Ponga los gastros en mi cuenta. Gene la miró fijamente. —¿Cuánto tiempo hace que su padre no le ha dado una buena paliza?—preguntó con sórna. El vaquero echó a andar, y durante el camino se entretuvo en contemplar divertidamente a su compañera. En aquel momento parecía mucho más niña de lo que realmente era, y Gene comprendió que bajo su pretendida bravura la chica sentía un miedo horrible a las consecuencias de su acto. Al llegar a la casa, Connie le agarró tímidamente por el brazo. —«¿Es necesario que diga Vd. lo que ha pasado?—preguntó con *oz queda. —¡ Naturalmente! — contestó el vaquero. Connie empezó a subir las escaleras de su habitación, pero se detuvo al oir la voz de La Capitana. —Gene — preguntaba donde está el camión? —Ha quedado en la carretera aplastado contra un árbol—contestó el vaquero. Connie pudo oir la exclamación de sorpresa de la dueña del rancho. —Si esta chiquilla Lane tiene algo que ver con esto .. .—añadió. La muchacha no quiso oír más. Voló a su cuarto y, precipitándose sobre la cama, se echó a llorar amargamente. De nuevo le acogió la obsesión de huir de una vez para siempre de un lugar donde nadie la quería. Cogió la pluma y escribió a su padre una carta desesperada, en que le suplicaba que la sacara de allí por todos los medios. Luego llamó a Frog y le pidió que la mandara por correo ACTES —Lo siento — contestó Frog — pero Gene ha tenido un accidente con el camión y no hay medio de que llegue a tiempo para el avión. La mandaremos por correo ordinario. —¿Cómo?—preguntó Connie en el colmo de la sorpresa. ¡Con que Gene no la había denunciado, después de todo! La chica se olvidó de su carta y fué a buscar al vaquero. —:¿ Cuénto costará arreglar el camión? —le preguntó. | —Unos setenta y cinco dólares—contestó Gene. —Ahí van cien. Quédese con el resto como recompensa por no haberme denunciado. Gene la miró con fijeza. ésta — ¿sabes —Mire, niña—dijo mientras le ponía en la mano el dinero sobrante—le hice este favor sin tener en cuenta si era Vd. Y no acepto recompensa por él. Guárdeselo y aprenda a ser menos interesada en sus cosas. Buenos días. Connie regresó a la casa con la cabeza baja. Por el camino sus ojos se llenaron de lágrimas mientras musitaba con deses peración ; “Dios mío, ¿por qué no haces que esta gente me quiera?” Desde aquel día, la actitud de Connie experimentó un notable cambio, con gran alegría de sus compañeras y del personal del rancho. La muchacha era inteligente y de buen humor, y todo el mundo es taba encantado con ella. Gene:le enseñó a echar el lazo y toda clase de habilidades a caballo, que Connie aprendió rápidaLa chica estaba en sus glorias y mente. se divertía como pocas veces en su vida cuando su padre llegó repentinamente a bordo de un aereoplano que había tomado en San Francisco al recibir la carta de su hija. El financiero estaba indigna dísimo por el mal trato que, según creía, Connie estaba recibiendo de los vaqueros, y desoyendo sus protestas, se dispuso a llevársela inmediatamente. Pero Frog, ; que se había aficionado mucho a la muchacha, se cuidó de averiar intencionadamente el motor del avión, im posibilitando la salida del millionario. Gene había proyectado celebrar el acorralamiento del ganado de la finca pocos días después, pero lo adelantó con el objeto de ver si Randolph Lane se atrevía a acompañarles. El financiero, que se dio cuenta de la admiración que su hija sentía por el vaquero, aceptó el reto y se dispuso a probarle que aunque hacía veinte años que no montaba a caballo, aún podía competir con aquellos jinetes consumados. Aquella excursión fué, para Randolph, ) como un retorno a los días felices de su juventud. Por la noche, la partida se reunió alrededor de una fogata, y Lane, acariciando la mano de su hija, com prendió por primera vez en muchos años lo poco que valía su agitada vida de negocios en comparación con la belleza: de las estrellas que tachonaban el firmamento de aquella noche serena. En la taberna del pueblo, Hap, a quien Gene se había visto obligado a despedir unos días antes, engrasaba su rifle mientras en su cerebro se sucedían ideas de venganza. Hap era cobarde, pero su odio le comunicaba un valor ficticio Cogiendo el arma, salió de madrugada hacia los montes donde sabía que la partida de Gene se encontraba, dispuesto a terminar de una vez para siempre con su mortal enemigo. Gene, montando a Champion, dirigía el acorralamiento del ganado. Connie y sus compañeras formaban un grupo no lejos de allí, al pie de una escabrosa loma, contemplando las evoluciones de los vaqueros. De pronto, un tiro de rifle, que provenía de la cima de aquélla, turbó bruscamente la paz de aquel paisaje, mientras Gene, a quien el disparo había desmontado, pero no herido, descargaba a su vez su revólver contra Hap. La enloquecida figura de éste vaciló sobre una roca y acabó por precipitarse por la ladera, envuelta en un alud de (Pasa a la pág. 42) 41