Cinelandia (June 1942)

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ARROBA DORES a tad 2 a sí Ian 5 gracias a este lápiz con crema especial La crema especial de los lápices Tangee tiene cualidades exclusivas que usted apreciará, entusiasmada, al usarlos. Alisa delicadamente los labios, protegiéndolos. Y hace que el color resalte con efecto primoroso, con armonía digna de las grandes obras de arte. Por esto la mujer que usa Tangee es tan admirada. Usted puede constatarlo ... ¡y vaya si se sentirá feliz! Use TANGEE. Es permanente. Armonice su maquillaje con coloretes y polvos TANGEE, TANGEE%»+-2%.9 Sensacional. Rojo cálido, romántico y distinguido. TANGEE 7.22 Modernísimo. Rojo vívido, alegre y atrevido, TANGEE 2...».2 Sorprendente. Cambia, de anaranjado, en la barrita, al rosa más en armonía con su rostro. Muéstreme la espalda (Viene de la pág. 45) Unos minutos después se presentó en la habitación Ronnie Dean, agente inglés que también buscaba los planos del famoso torpedo. Sin descubrir su identidad, Ronnie le dijo con mucha finura que si se quitaba el vestido le facilitaría mucho su trabajo. Esta vez, Sidney no pudo ya contenerse y arrojó un cenicero a la cabeza de Ronnie, que se marchó mascullando amenazas. Aquella misma tarde, Sidney le contó a Kenneth lo que le había sucedido, pero -46 en vez de consuelo y una explicación, su jefe le dijo secamente que era ya lo bastante crecida para cuidar de sí misma. Sin embargo, por la noche el periodista la llamó por teléfono para excusarse y pedirle si quería cenar con él. La muchacha aceptó con un tono tan complacido, que Kenneth sintió cierto remordimiento. Ronnie y Peter Miles, agregado de la embajada americana, le habían dicho que la muchacha era una espía. Al periodista le costaba creerlo, y le disgustaba la tarea de engañarla para conseguir los planos que, según aquéllos, la muchacha llevaba grabados. en la espalda. Sidney estaba encantadora en su traje de noche. La muchacha pidió a Kenneth, que le guardara la llave de su habitación, pues temía perderla durante el baile. Antes de eso, el periodista había ideado: con Ronnie y Peter un plan para narcotizar a la muchacha, llevarla a la habitación del primero y fotografiar allí su espalda después de haber hecho visible la tinta por medio de algunos reactivos químicos. Desgraciadamente, ignoraban que el mozo del bar estaba en connivencia con el barón, quien, a su vez, le había dado órdenes de narcotizar a los tres conspiradores. Entretanto, Sidney, molesta por la frialdad de Kenneth, le quitó disrmuladamente del bolsillo la llave que le había dado y abandonó el salón sin despedirse. Al subir a su habitación la muchacha se dio cuenta de que dos de los hombres del barón la estaban siguiendo. Una vez arriba, vio que se había equivocado de llave, habiendo tomado la de Ronnie en vez de la suya. En su apresuramiento para escapar de sus perseguidores, Sidney no vaciló en encerrarse en la habitación de aquél. Entretanto, Kenneth y Ronnie, medio aturdidos por el narcótico, se dirigían al cuarto del segundo. Al ver que la llave que tenían no encajaba en la cerradura, creyeron haberse equivocado de habitación y entraron sin darse cuenta en la de Sidney, donde se echaron sobre la cama y quedaron instantáneamente dormidos. A eso de medianoche, los esbirros del barón se introdujeron en la habitación de la muchacha dispuestos a fotografiar su espalda a toda costa. Pero al acercarse a la cama, un sonoro ronquido masculino les contestó, por lo que los dos rufianes se apresuraron a huir. Al día siguiente, Sidney exigió de su jefe que le explicara las razones de su extraña actitud. Al saber que se la tomaba por espía, la indignación de la muchacha no reconoció límites. Kenneth telefoneó entonces al servicio secreto americano, que le informó de la existencia de otra mujer que se hacía pasar por Sidney y que era, probablemente, la verdadera espía. Kenneth suplicó a la muchacha que procurara descubrir a esta mujer y a sus cómplices, no solo para prestar un servicio al gobierno de su país, sino para poner de manifiesto su propia inocencia. Sidney accedió. Inmediatamente fué a visitar al barón y le dijo que si no había consentido en dejarse fotografiar la espalda el día anterior, ello era debido a que quería despistar a Ronnie, el agente de los ingleses. Las sospechas del barón se iban desvaneciendo cuando Paul Baker, que acababa de llegar de Nueva York, entró en la habitación y le informó de la verdadera identidad de Sidney. En el mismo instante, Rita,