Cinelandia (March 1943)

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f QOIVUTL Ki 1 Película Republic —¡Es un espectáculo precioso !—exclamó Ann. Y sus ojos negros, enormes, fascinadores, trataron de abarcar con una mirada el brillante desfile de patinadores que se deslizaban con elegante: ritmo por la escurridiza superficie del hielo a los acordes de una oculta orquesta. —¿Le gusta?—preguntó Mr. Stone, el abogado que durante muchos | años había manejado los asuntos legales de toda la familia. —¡ Me encanta ! —aseguró ella. Y otra vez sus ojos magnéticos lo miraf ban todo, como con temor de que se les escapase algún detalle. | De pronto, la expresión de los ojos de Ann cambió y su boca, grande, |. fresca, carnosa, sensual, que era como una promesa de gloria, se frunció | en un gesto de disgusto. Se:quedó mirando al abogado por unos mo| mentos y dijo: —Pero, Mr. Stone, mi tía y yo no hemos venido a Nueva York para divertirnos sino para recibir la herencia que nos dejó mi tío. Con la punta de un pañuelito de seda se limpió dos lágrimas que escaparon de sus ojos a pesar suyo. —¡ Pobre tío Jonathan! El abogado la miró con admiración. Ann era una soberbia mujer, un perfecto tipo de juventud y belleza. Y, sin dejar de mirarla, aseguró : —Esta es la herencia, Ann. —¿Esta . . . ? —preguntó la muchacha con marcado asombro. — ¿Quiere usted decir que .... ? | —Eso mismo. Lo que ha heredado usted es un espectáculo y, con él, la seguridad de una porción de crecidos salarios . . . y la posibilidad, no muy probable, de beneficios suficientes para hacer frente a los gastos. Casi con repugnancia por su egoísmo, Ann preguntó : —Y ... ¿qué más? —Nada más—fué la contestación. Tras corta vacilación, volvió a hacer otra pregunta: —¿Quiere usted decir que el tío Jonathan .. . no ha dejado ningún dinero? e | —¡Ni un centavo !—fué la definitiva respuesta. Ann se volvió a su tia Nellie (que no había despegado los labios durante la anterior conversación) y dijo angustiosamente : —¿ Qué vamos a hacer ahora, tía? ... ¿Como vamos a pagar al criado y los plazos que debemos por la ordeñadora eléctrica? | Nellie (que había estado coqueteando con uno de los patinadores), sin haberse enterado bien de lo que la sobrina y el abogado habían hablado, respondió : —Dígame, Mr. Stone, ¿qué nos dejó Jonathan . . . además de estos lindos patinadores? —Un lindo montón de cuentas que pagar—fué la respuesta. Y, mientras Nellie cambiaba miradas de admiración con un Apolo en patines, Mr. Stone terminó: —Y un lindo grupo de acreedores que se empeñan en cobrar a toda costa . . . ¡Aquí llegan algunos! Ann miraba a todas partes, tratando de encontrar por dónde escapar | del grupo de acreedores que, como una manada de lobos, se dirigía hacia | ellas. —Miss Porter,—dijo el que parecía llevar la voz cantante—venimos a por nuestro dinero. y —Somos—dijo un hombrecillo de figura tan ridícula como su voz atiplada—Meakin y Deakin, sastres. Si no nos paga usted inmediatamente .. . ¡quitaremos los vestidos a los patinadores ahora mismo! La pobre no sabía qué hacer.