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Ús
dijo:
Ji me interesa pero
tera en realidad.
por diversiones sanas, que sean un sedan
| te para el espíritu en estos tiempos de
guerra moral y material. bien que necesitamos de películas
[con argumentos dulzones, acaramelados y “apachurracorazones”, para que ha«| ciéndonos sufrir, pisoteen nuestro orgu
llo y esta pobre humanidad no se siga | creyendo más de lo que realmente es.
a
“Idolos de barro
(Viene de la págs. 27)
1 de opinión.
Abriendo una cartera,
sacó de ella varios papeles escritos y
fotografías y
-. —Estas fotografías nunca fueron pu" blicadas y pensé que tal vez le interesasen +. « La multitud que vé usted en ésta no
4 difiere en nada de las que se aglomeraY ban frente al hotel dondequiera que
Á fuésemos .... —Conozco el lugar. Alemania, ¿no? —SÍ. Y aquí tiene usted algunas notas
| que yo misma tomé de algunos discursos || Improvisados que dijo por radio
—Muchas gracias, señora. Todo eso
. ..o
Y se detuvo unos momentos, al cabo
ide los cuales dijo:
—No quiero documentos ni fotogral fías. Lo único que me interesa es la ver.
l dad, toda la verdad acerca del hombre,
: como la conoce usted. Quiero hablar con
| usted, oírla, pasear por sus jardines, respi| rar el mismo aire que él respiró tantos
años . . . ¡penetrarme de su vida de tal
modo que pueda llevarla a las páginas de | un libro para que las generaciones venile deras le conozcan como le conoció usted
¡y le admiren y respeten como lo hacemos
4 los dos!
Ella vaciló unos momentos. Al fin,
| sorió conmal aculta amargura.
—Venga mañana entonces... y trate ¿de encontrarle. Entre sus libros, bajo las ramas de sus árboles, en mi conversación
« . búsquele y muéstrele al mundo como
o EE,
Desde el balcón la vió entrar en el auto. Deteniendo la puerta para que ella entrase, Geoffrey, el pariente que había prometido romperle le cabeza si
| Insistía en querer verla, sonreía con cari¡1 ñosa familiaridad que mortificó un poco
la Steve.
Jane Harding, una periodista enviada :por un diario para describir el entierro, se quedó mirando a Steve con malicia.
—Son primos—dijo. —-Y los primos suelen consolarse en las desgracias... ¡Christine pagó la hipoteca que Geoffrey ¡tenía en su casa ... Es muy natural que llos primos se ayuden en caso de necesiMois |
Al día siguiente, cuando llegó a la Casa, puntual a la cita, el secretario, ¡Clive Kerndon, le dijo que la señora ¡había salido...
E
En México, D. F. . .
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Tony's Taproom Coffee Shop
*
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ANTONIO PEREZ O.
Gerente
Al salir de la propiedad, se detuvo. Jeb estaba sollozando de nuevo y entre sollozos decía :
—Si hubiera corrido a avisarle, hoy estaría “vivo... |
—¡ Cállate !—le gritó el padre. —No podrias haber salido con la tormenta.
—i¡Le abandoné! .. . —gemía el niño. —¡Murió por culpa mía! Si hubiese corrido a decirle que el puente se había derrumbado . ... :
—¿Oye usted eso? —preguntó Jason,
el portero. —No hay manera de conven
ue.
—Un padre tiene siempre razón y tú debes siempre creer al tuyo—dijo Steve, dirigiéndose al pequeño.—Mr. Forrest te diría lo mismo que te digo yo.
EA PÍO, y
Unos días después Steve volvió a la propiedad de Forrest y al llegar vio que el doctor salía de la casa del portero. Le preguntó :
—¿Quién está enfermo?
—Jeb. Cuantos más años vivo más me convenzo de que la mayoría de las enfermedades del hombre se deben a su estado de ánimo.
—Pero Jeb es sólo un niño testó Steve. :
—A pesar de ello, no creo que sintiese más admiración for Forrest que su hermana Janet.
—¿Su hermana? .
2. —pro
Steve no había oído que Jason tuviese
una hija.
EL REFONMA
SES
SN
—Janet fué la secretaria de Forrest y su estado nervioso llegó a tal extremo que estuvo a punto de sufrir un ataque de locura. Forrest debió sentirse en parte responsable porque la mandó a un sanatorio.
¿Quiere usted decir que se enamoró
A >
—No, no es eso .. . No nos enamoramos de un dios; simplemente le ve_neramos . . . Forrest no tuvo la culpa; para él nunca hubo más mujer que una: Christine, la suya .. . Pero muchísimas le adoraban.
Steve entró en la casa de Jason y oyó la voz de Christine que decía:
—Durante muchas noches tampoco yo pude dormir, Jeb; pero al pensar de lo que se libró, me he consolado un poco...
Al llegar al cuarto donde el niño estaba acostado y Christine sentada cerca de él, Teb preguntó :
—:De qué se libró?
—Del desengaño, entre otras cosas.
Jeb no apartaba la mirada de la señora. Sus ojos, consumidos por la fiebre querían abarcarlo todo; sólo tenía oídos para ella y en todo su rostro había una ansiedad devoradora. Ella continuó:
—Robert Forrest fué un ídolo popular mucho más tiempo de lo que lo fué hombre alguno; y, un día, más tarde o más temprano, la gente le volvería la espalda. Quizá un día cometería una equivocación ; es humano cometerlas... Quizá haya cometido alguna .. . Pero, si
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