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"Hello, Frisco, Hello
(Viene de la pág. 35)
mentes, hablando como siempre de grandes proyectos, de nuevas empresas. Comprendió ¿que Johnny siempre viviría en el febril anhelo de nuevos negocios. Pero esta vez él había ¡fallado: su pretensión había sido administrar la ópera en San Francisco, negocio costoso e ¡improductivo en aquellos tiempos. El no quería seguir dependiendo de bares y salones,
deseaba algo fino y superior, e invirtió todo su dinero en la absurda empresa.
Trudy y él salieron a comer juntos a un restaurant y poco a poco Johnny le contó como había perdido todo su dinero. Trudy
| comprendió que él le callaba muchas cosas ; lo $ conocía demasiado para no advertir que la FT situación era mucho más grave. Pero no le J hizo más preguntas; le dejó hablar, sentía fo una felicidad inmensa al tenerle de nuevo a su lado, al escuchar su voz, al revivir de “nuevo sus gestos llenos de vida y sus ideas ¡cargadas de entusiasmo atropellándose una ¡tras otra. Fué una velada gloriosa para Trudy. Al despedirse de él ella le ofreció dinero para reponerse.
—No gracias—contestó secamente Johnny -—no acostumbro a aceptar dinero de las mujeres. Por lo demás las cosas se arreglarán pronto.
Trudy quedó llena de inquietud. Escribió a Dan y a Beuhla, sus tan queridos compañeros de otros tiempos. Dan le contestó ¡contándole cómo Johnny había perdido todo; cómo poco tiempo antes de su ruina total, Bernice lo había divorciado llevándose el resto de su fortuna. Entonces Trudy decidió ir a San Francisco. Al llegar, fué directamente a ver a Johnny para exigirle que aceptara el dinero como un simple negocio ; él la rechazó furioso. Aún más: un amigo FE que le ofreció abrir de nuevo el “Grizzly PE Bear” y ponerle a él como administrador, también fué rechazado. No quería aceptar “favores de nadie. Estaba cierto de que con su ¡natural empuje, con las ideas originales que le brotaban como las aguas de un manantial, “él de nuevo triunfaría sin deberle favores a nadie. Estaba seguro de que su suerte no NE fallaría Pero, esta vez, las cosas tampoco NS anduvieron tan bien como él se imaginaba.
Pasó un tiempo, hasta que Trudy tuvo la idea genial de recurrir a Sam Weaver. Sam Pera el antiguo tipo de aventurero, tan caracNE terístico de la época de la “costa bárbara” WN lleno de planes de enriquecimiento. Hasta la WE fecha ninguno había resultado y Sam seguía “viviendo lleno de estrecheces. Quien sabe si por esto era que Johnny lo apreciaba tanto.
De ello se aprovechó Trudy. —-—Sam-—le dijo—quiero pedirte un favor que para mi “significa un mundo. Tú sabes la situación en ¿que se encuentra Johnny. Le he ofrecido a ayudarle cuando él estuvo en New York; no me aceptó. Me he venido a San Francisco dispuesta a hacerlo de cualquier manera. "Tú puedes iducirle a entrar en algún negocio que yo financiaría. Nó, esto no es limosna. ¡Estoy segura que con el talento y las ideas de Uds. triunfarán fácilmente y tú me devolverás el dinero cuando quieras y como puedas. Si las cosas van mal al comienzo, no “importa. Este será un secreto entre tú y yo.
Sam al principio se resistió bastante. Cono¡cia demasiado el caracter de Johnny para estas cosas y temía sus iras con toda razón. Pero Trudy estaba determinada a hacerle 'aceptar y al fín lo convenció.
Y así, pronto, Sam y Johnny estaban embarcados en un absurdo negocio que era un fracaso pero en el que, gracias a Trudy, aparecían apreciables ganacias.
Pronto tuvo Johnny suficiente dinero para Teabrir por su cuenta el “Grizzly Bear”. Y de nuevo se dedicó febrilmente, a preparar la gran noche en que se abrirían las puertas de su casino. :
En México, D. F. . .
HOTEL REFORMA
3 Restaurants
CIADO'S
Tony's Taproom Coffee Shop
*
250 cuartos 250 baños
Folletos a petición
Precios:
Desde: $15.00 pesos [$3.00 Dis,
ANTONIO PEREZ O.
Gerente
Trudy vino a ofrecerle cantar para esa noche; él la rechazó está vez también; su orgullo no le permitía aprovecharse del nombre famoso de ella en Broadway para atraer público. Allí estaban discutiendo, cerca del bar, cuando Johny, volviéndose al mesón vió a Sam tratando de obtener alguna bebida a crédito; el mismo Sam de aquellos tiempos en que ambos soñaban juntos: raído, con la cara pálida a pesar de su gordura.
Johny se acercó estupefacto. No podía entender qué había pasado con todo el dinero que Sam aseguraba haber ganado:
—¿Qué dinero? preguntó Sam—y el olor fuerte de su embriaguez atravesó la cara de Johny—.¿ qué dinero?, repitió de nuevo, imbécilmente.
Johny empezó a temblar. Le tomó de las solapas y, casi a gritos, insistía en que le explicara de dónde había sacado dinero para financiar su empresa.
En un comienzo, Sam se resistió a hablar; en seguida. dió algunas vagas, incoherentes explicaciones que aumentaron las sospechas y el temor de Johny, hasta que al fin, confesó que todo había sido una maniobra de Trudy.
Entonces, la rabia le cegó. Hubiera querido destrozar a Sam. Vió que de nuevo había sido engañado como un niño, y que “su” triunfo era toda una farsa. Se dirigió, furioso, al salón donde ella estaba.
La sala hervía de gente y Trudy, en el proscenio, cantaba una de esas dulces canciones que él había dejado de oír durante tanto tiempo. A la distancia, los ojos de ambos se encontraron, y, lentamente, volvió a él esa misteriosa sensación, que le había abandonado cuando ella se dirigiera a New York. Comprendió todo lo que ella era en su vida; entendió, ahora, que sus sentimientos por ella eran más profundo de lo que él hubiera podido imaginar. Y mientras continuaba cantando, como si suplicara con su voz, se le apareció a él en un sueño mágico la verdad: la amaba con todo su corazón.
LAS FALTAS DEL SIMON BOLIVAR MEXICANO SON EXCUSABLES
Del número de “CINELANDIA” correspondiente al mes de Mayo del año en curso, llamó poderosamente mi atención, el artículo que a manera de “comentario” publicara el Cónsul de Venezuela en Los Angeles, señor Don Alberto PosseRivas, y que se refiere a la película mexicana “Simón Bolivar”
Al formar estas líneas, no es precisamente con la intención de dañar la suceptibilidad de tan distinguido escritor, ni mucho menos con carácter de reto, pues solamente trato de llamar la atención de los cinéfilos, en el sentido de que el mencionado señor ha juzgado con demasiada dureza la cinta en cuestión, atacando, desde luego, a nuestra industria.
Quizá realmente el “Simón Bolívar” que creó el cinematógrafo nacional, no sea un film histórico; es posible que se hayan olvidado detalles, restando naturalmente, interés y seriedad al asunto, pero, ¿acaso han sido perfectas las grandes superproducciones que Hollywood, árbitro del celuloide, ha hecho, basadas en la vida de tantos personajes que en su época se distinguieron, por ésto o por aquéllo? Sin ir muy lejos, tenemos por ejemplo, la película que
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