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encontraron con que había una fiesta entre los miembros residentes. Joe se preguntó cual sería la razon de todo el barullo.
—Díme,—preguntó a "Tom cuando éste se acercó a saludarle—¿qué es lo que están celebrando?
—-Oh, ¿esto? —contestó Tom con falsa modestia, —están celebrando que al fin lo obtuve.
—+¿ Obtuve qué?,—inquirio Joe.
—Mi contrato, por cierto.
—«¿Contrato? ¿Contrato? —preguntó Joe,—¿Con quien?
—Eddie Cantor.
Esto fué demasiado para los nervios del pobre Joe y cayó desmayado. El nombre de Eddie Cantor era para él como veneno y había que concederle que su odio tenía fundadas razones.
A la mañana siguiente a las 11 en punto, Tom tenía cita con Mr. Cantor. Joe lo llevó en su autobús y Pat les acompañó como un gesto de buena suerte ; además estaba interesada en que Tom cantara ahora su canción. Cuando llegaron a la casa de Eddie Cantor, Joe y Pat se quedaron esperando en el bus.
En ese momento el señor Cantor esta
ba ocupado con los señores Farnsworth y Schlenna que estaban haciendo planes para realizar una gran fiesta a beneficio de las Naciones Aliadas. El problema era obtener para la fiesta Dinah Shore sin la presencia de Eddie Cantor; pero este último tenía bajo contrato exclusivo a Dinah y se aprovechaba de ello para intervenir hasta la desesperación en cada fiesta en que la graciosa cantante tomaba parte. En estos desagradables momentos llegó Tom.
Aquí tenemos que hacer un pequeño paréntesis. Tom Randolph no tenía realmente una cita con Eddie Cantor esa mañana. Todo había sido una diabólica maniobra del mismo pillo que había en
A la derecha Hattie McDaniel y un grupo de actores de color. Bette Davis bailando Boogie Woogjie.
Anne Sheridan enseña a un grupo de niñas cómo conseguir glamour”,
Errol Flynn hace un número de "music hall",
gañado a Pat. El había obtenido un autógrafo de Eddie Cantor en forma tan hábil que este había firmado en un contrato. Todo era una farsa a costa del inocente Tom.
No era de extrañarse, pues, que a los diez minutos, Tom fuera puesto de patitas en la calle.
Pero, muchachos jóvenes con ambiciones y poco dinero siempre tienen grandes ideas en Hollywood, y al poco rato concibieron un plan para introducir a Tom a la fiesta de las Naciones Aliadas. Joe recordó que el portero del teatro en que se daría la función era un viejo amigo y que bastarían unas pocas palabras para convencerlo que dejara entrar a Tom, una vez dentro, éste se acercaría al Manager, cantaría y, seguramente, que estaría incluído en el programa en menos de lo que canta un gallo. Y así se dirigieron a la puerta de servicio del teatro. Al llegar, Joe lanzó un quejido de desesperacion.
—Ese no es mi amigo—dijo,—¡ tienen
uno nuevo!
No se desanimaron. Pat dijo
—¿Y qué importa? Cualquiera con un poco de personalidad puede pasar por sobre un portero. Basta tener el deseo de hacerlo.
Tom no estaba muy seguro pero haciendo uso de toda la personalidad de
que disponía se dirigió a la puerta.
—¡Eh!— gritó el portero — ¿dónde va Ud.?
Pat era una muchacha que tenía ideas maravillosas en casos de emergencia. Tomó a Joe de la solapa y comenzó a llorar. ¿
—No me pegues,—le decía,—no me pegues. Lo único que quiero es que me des dinero para dar de comer a la niña. ¿No te da verguenza gastarte todo el dinero con esa rubia oxigenada?
Joe mientras tanto, estaba estupefacto.
Dió resultado la estratajema. El portero, un macizo irlandés, vino inmediata
(Sigue en la pág. 39)
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