We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.
Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.
Edward G. Robinson, el célebre gangster de la pantalla, *
tiene ribetes de pintor.
que las muchachas que las ordeñan. Al principio, los animales, con su serenidad característica, parecieron llevarse la palma, pero luego, nerviosas con las luces y el ruído del estudio, no tardaron en mugir indignamente cada vez que alguien pretendía fotografiarlas. Cuando nos marchamos del estudio, Samuel Goldwyn se tiraba de los pelos en sus esfuerzos para hacerlas sonreír ante la cámara.
Edward G. Robinson, que se gastó una fortuna de más de un millón de dólares en acumular una colección privada de los mejores artistas del pincel—su galería contiene cuadros de Degas, Matisse, Gaugin, Van Gogh y otros—decidió probar suerte a su vez con la pintura. ¿Resultado? Que sus cuadros están en venta .... a cualquier precio, dicen sus enemigos.
Marilyn Miller fué, en el año 1914, la mujer más glamorosa de los Estados Unidos. Tan glamorosa fué en realidad que los estudios Warner están haciendo ahora una película sobre su vida. Interpreta el film Joan Leslie, cuyos rojos cabellos están amenazados por una botella de agua oxigenada para que adquieran el color rubio de los de su modelo. A Joan no le gusta la idea. “Toda mi vida— asegura— me he dicho a mí misma que si mi rostro es plano y mi nariz chata, por lo menos tengo mis cabellos rojos. Y ahora ni esto me va a quedar si los hermanos Warner se salen con la suya.”
Lo más probable es que los hermanos Warner se salgan con la suya, orgullosos
Aquí le vemos en un “set” de la Universal amenazando a Dan Duryea, indudablemente para obligarle a que le compre uno de sus cuadros.
Joan Leslie.
como están de la exactitud que sus estudios ponen en personificaciones de esta indole.
Durante tres días, los pasajeros que llegaron a Los Angeles en ferrocarril se tropezaron, al salir de la estación, con un tropel de actores, cámaras, grúas y focos eléctricos. En el centro de toda esta confusión se hallaba Chester Morris, protagonista de un film que se llama en inglés Hail the Chief. Y para que nuestros -lectores no se confundan, les diremos que el Chief es el nombre de un tren imaginario que hace en la película la ruta de California.
Nos encontrábamos charlando con Morris durante un descanso, cuando un tren de verdad llego a la estación. De él descendió, entre otras personas, una anciana señora, con su cesto y su sombrilla, que a todas luces llegaba a California por primera vez. Era evidente que a oídos de esta dama habían llegado rumores sobre las locuras de Hollywood, porque sin inmutarse ante las cámaras que la fotografiaban, atravesó tranquilamente el grupo y se sentó en una silla plegable para observar como terminaba todo aquel barullo.
—¡Qué actriz más formidable! —dijo Chester Morris, observándola con gran atención —¡Si quisiera trabajar en el cine!
Morris se levantó y aproximándose a la anciana, le propuso si quería aceptar un papel en la película.
—¡ Dios me libre! —replicó la descono
La peor de las tragedias amenaza la roja cabellera de Su estudio la obliga a transformarla en . rubia, para que esté de acuerdo con la de Marilyn Miller, cuya historia debe interpretar para la Warner Bros.
cida—Estoy aquí de visita solamente y tengo que volver a cuidar de mis gallinas. Pero le diré una cosa, señor Morris. ¡Hollywood es tan loco como me lo habían descrito!
Si Hoagy Carmichael no hubiera estado un día en su jardín, en pantalones cortos, arrancando malas hierbas y lleno de lodo de cabeza a pies, es muy posible que aún se dedicara a escribir canciones en vez de trabajar en el cine. Porque cuando el productor Howard Hawks le vio en la mencionada situación, en vez de desmayarse ante su lamentable aspecto, se le ocurrió ponerlo en una película con Humphrey Bogart y Lauren Bacall.
oy día, Carmichael ha tenido tantas ofertas que no sabe a cual profesión dedicarse. Varios estudios de Hollywood le han hecho proposiciones. Las companías de discos fonográficos se disputan sus servicios. Además de esto, Carmichael tiene su número en la radio, sin que todo ello le impida seguir componiendo canciones y ganándose en éllas una fortuna.
—Lo que más me asombra—nos dice al tropezarnos con él en Ciro's—es que la gente se empeña en hacerme cantar. Ni soy cantante ni lo seré nunca. En la Universidad de Indiana fuí expulsado de un cuarteto estudiantil por carecer de voz.
Con todo ello, Hoagy no se queja, ya que cantar canciones es más fácil que componerlas. Especialmente cuando uno no tiene que preocuparse de la manera que suenan.
19