Cinelandia (December 1946)

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—El señor Aznar; la señora . . . Caramba, esto sí que es una coincidencia. ¿Pues no resulta que llevan el mismo apellido? En fin, tengo que terminar ..... La señora Aznar. Y ahora, perdónenme si les dejo. Espero que se diviertan mucho. Tras lo cual, reasumió Archie su habitual sonrisa—que por espacio de unos | segundos había abandonado para dar pa so a la más sincera expresión de asombro—y se alejó de allí. Había visto que alguien realmente ¿importante acababa de entrar en el salón, y Archie tenía una secreta admiración por esa clase de per sonas. En cuanto a los dos personajes, —hombre y mujer— que acababa de presentar, Novela formaban, —el más indiferente espectador hubiese podido observarlo—, un cuPor MARY ROWE rioso OLEA Rubio uno, morena la otra. De expresión afable, sonriente, el primero. Solemne y seria la segunda. También su proceder fué distinto. El la ojeó rápido y curioso. Ella le miró altanera, despreciativa. O mejor, ni le miró siquiera. Solo en una cosa coincidieron. En quedar callados, obstinada, ridículamente. Como si pretendiesen con su silencio superar el tiempo, la distancia, la rica nota de color que en todo y por todo les ro deaba. Silvina se encontró llorando. . . . Un rato de llanto solitario y tranquilo era lo que necesitaba. En este preciso instante surgió una voz de entre las sombras: “Yo no haría eso...”