Cinelandia (December 1946)

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Esto es inconcebible. Voy a decirte lo que empiezo a creer, Para que una chiquilla como tú haya evolucionado de tal modo, debe haber sufrido “muchas experiencias.” Comienzo a ver claro. Solo Dios sabe la cantidad de “aventuras” que te habrán hecho tan comprensiva. Lo que yo debía hacer es separarme de tí. ... —Pero, querido, si todavía estamos separados. | — ¿Crees que estoy ciego ?—exclamó él haciendo caso omiso de la interrupción— ¿que no he visto la vida que llevas? Mucho baile, mucho aperitivo, y demasiado Archie. . . . Y mucho, muchísimo misterio. Por ejemplo, ¿dónde estuviste ayer por la tarde? ¿Qué hicistes anteayer por la mañana? Y este mediodía, ¿dónde es 44 “IDOL” ajustan mejor—duran al doble! Para ista en la marca “IDOL”. ¡Hay un estilo de faja embellecimiento de cada tipo de figura! ” tabas metida que en parte alguna pude dar contigo ? —Pues verás, yo0.... —¿Lo ves? No puedes explicarlo. ... —¿Te das cuenta de que todo esto es ridículo ? Calló él, completamente anonadado. —Lo sé, lo sé—murmuró al fin.—Silvina, por Dios, no me hagar repetir tonterías. Dime una sola cosa. ¿Me quieres ? —Pues claro que te quiero. —Pero no me lo digas así, tan friamente. Quiero que te sientes a mi lado, Que apoyes tu mejilla en mi mejilla, que me cojas la mano, y repitas conmigo, como en otros días, “Te quiero Polin.” Tantas ganas tenía Silvina de revivir la escena que por unos instantes pareció decidida a aceptar. ¿Cabía dicha mayor? AA Sentarse a su lado, apoyar su mejilla en el rostro moreno, etc., etc. Pero, en esos momentos una nube pareció obscurecer la llana superficie del mar. Una voz burlona, resonó en sus oídos. .. . “¿Por qué no prueba a quererle un poco menos?” ... Inmensa anomalía la de los hombres. Si | la engañó precisamente porque estaba, se| gún Sir Cedrick, “saturado de amor,” ¿a 3 qué venía ahora mendigando lo que en 3 otro tiempo menospreció ? Sea como sea, Silvina había reaccionado. Tenía que seguir fiel a su nueva persona E 53 lidad, ya que era esta la que había recon quistado a Polin, » . Miró en derredor suyo. Se estremeció como si hubiese experimentado súbita sensación de frío, y exclamó leventándose.' —No me siento en estos momentos muy inclinada a sentimentalismos, querido. Hace un poco de frío, . .. Si no te importa, podríamos volver al interior. —Pero, me quieres, ¿verdad ? Repite que me quieres. Y que mañana mismo, te vendrás conmigo. .... —Te quiero, Polin—dijo ella atravesando ya la puerta amplia que conducía al vestíbulo.—Te quiero . . . — añadió en tono más superficial, con una encantadora sonrisa.—En cuanto a eso de marchar mañana. . . . Lo siento, pero es imposible. La señora X da un té en su residencia, y prometí asistir, —Que cosa más ridícula. . .. —No veo por que es ridícula. ... —Pero, bueno, entonces .. . que es más | importante para tí, esa fiesta absurda, | O . . . nuestra felicidad. ¡ ó Por toda respuesta lanzó ella una alegre ; carcajada que llamó la atención de alguy nos respetables caballeros que en un ánd gulo, jugaban su partida de bridge. cc —¿ De qué te ríes ? > —Perdona Polin, me ha hecho gracia tu : aire melodramático. No irás a hacer una AS. escena, verdad querido. Sería completamente odioso, Fueron las mismas palabras que él pronunció en otra ocasión. Las mismas que ella tanto había recordado. Solo que esta vez no intentó Silvina remedarlas, sino que salieron de lo más profundo, de lo más hondo de su corazón. El nada dijo. Se “inclinó algo dolido, vencido, —Bien. Sea como tú quieras. Pasado mañana. Con todo no fué su repentino tono de adoración, el mejor éxito de Silvina. Su verdadero triunfo, hubiese pasado para muchos inadvertido. Tuvo lugar, momentos atrás en el jardín, cuando la pidió el que se sentase a su lado, que cogiese su mano . . . y ella no quiso hacerlo. Que es sin duda, entre todas las victorias, la más difícil, esa ignorada, de vencerse a sí misMIO e aos E Se quitó la chaqueta y la tendió a Po¡Ea e | —Hasta mañana, querido, porque supongo que nos veremos. El nada respondió. Entornó los ojos con aquel mismo aire adormecido que ella tan perfectamente: conocía. Quizá para estudiarla. Tal vez para gozar mejor de su contemplación. : Un caballero que avanzaba en dirección