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SUCEDIO EN LA QUINTA AVENIDA Intérpretes: Víctor Moore, Don de Fore, Gale Storm, Charles Ruggles, Ann Harding. Director, Roy del Ruth. Quienes gusten de acudir al cinematógrafo en busca de unas horas de olvido de las tareas diarias, hallarán en esta deliciosa comedia un medio ideal de alegría
y solaz. Encontrarán en ella la divertida |
figura de Víctor Moore, un alegre y sentimental vagabundo, que ha resuelto el problema de la existencia viviendo, en verano, en las fincas vacantes de los millonarios neoyorquinos en Florida, y trasladándose en invierno a las mansiones abandonadas de estos mismos millonarios en Nueva York. No contento con eso, nuestro amigo propor :iona cobijo en sus “palacios” a varios desheredados de la fortuna, a quienes praporciona una existencia regalada, no si atribuírse una especie de dictadura pa ernal sobre sus acciones. ¿Necesitarem )s añadir que en este ambiente se des: rrolla un idilio entre un arquitecto sin Í »rtuna y la hija del millonario y ausente propietario?
A la soberbia interpretación de Víctor Moore se añaden las de Don de Fore, Charles Ruggles, Gale Storm y el resto del reparto. La dirección, impecable.
Producida y distribuída por la Monogram.
DE ILUSION TAMBIEN SE VIVE
Intérpretes: Edmund Gween, Maureen O'Hara, John Payne, Gene Lockhart, Jerome Cowan. Director, Geoge Seaton.
¿Existe Santa Claus? Usta pregunta, tantas veces repetida por los chiquillos al acercarse las tradicionales fiestas navideñas, queda contestada por la afirmativa en una de las comedias más fantásticamente divertidas que la pantalla nos ha proporcionado en mucho tiempo. Y si añadimos que al lado de las risas se encuentran magníficamente representadas la fe, el sentimiento y la bondad indispensables para que Santa Claus sea un personaje real, obtendremos como resultado una deliciosa fantasía, perfectamente lograda y con más “miga” de lo que aparenta el argumento. Héroe del mismo es Edmund Gween, que interpretando a Santa Claus en uno de los mayores almacenes de Nueva York, prueba su identidad durante un fantástico proceso judicial en el que el abogado John Payne demuestra con lógicos y divertidos argumentos la existencia del barbudo personaje, obteniendo incluso el apoyo del gobierno de los Estados Unidos.
Aparte de Edmund Gween, cuya actuación es soberbia, destaca la fina “performance” del resto del reparto, sin olvidarnos de la inteligente dirección que hizo posible el fino humor de la cinta.
Producida y distribuída por la 20th Century-Fox,
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Cosas de aquí y de allá, relacionadas con la industria, y que pueden interesar a nuestros lectores.
NOTICIAS procedentes del Japón in
dican que la producción de Hollywood está adquiriendo en dicho país la preponderancia que tuvo artes de la guerra. A pesar de los destrozos causados por los bombardeos yanquis, y a pesar de la inflación que está agarrotando la vida económica del país, los aficionados japoneses — al igual que sus hermanos de Europa — llenan a rebosar las salas de proyección, cuya capacidad total es de diez millones de espectadores semanalmente. Existen, en la actualidad, mil ochocientos cinematógrafos en el Japón, mil más que al terminar la guerra y sólo trescientos menos que antes de iniciarse la contienda. Todas las películas norteamericanas pasan, antes de proyectarse, por la rigurosa censura japonesa, que a sus códigos de moral tradicionales. ha añadido varios conducentes a eliminar toda fricción entre el país conquistado y sus conquistadores, El público japonés tolera de buen grado el abrazo y el beso finales de toda producción hollywoodense que se estime, pero se niega en ab. soluto en aceptarlos en las películas nacionales, como lo probaron las muchas protestas que levantó un film de los Toho Studios que quiso modernizarse excesivamente. La producción japonesa se compone en un ochenta por ciento de dramas serios, siendo el tema más popular el del casamiento de dos enamorados apesar de la oposición de sus padres, lo que tal vez refleja la influencia que sobre las costumbres japonesas están ejerciendo las norteamericanas. La emancipación de la mujer ocupa una parte importante de la producción japonesa
actual, mientras que los films de jazz,
boxeo, fútbol, etc., prohibidos durante la guerra por ser otras tantas “americanadas,” han recobrado, naturalmente. su antiguo prestigio. Las autoridades de ocupación permiten la entrada de seis films norteamericanos mensualmente, lo
que unido a los ocho años de atraso con que se encuentran los espectadores japoneses con respecto a la producción de Hollywood, aseguran al país una larga época de diversión a lo yanqui.
COMO HABIAMOS previsto en esta
misma sección hace dos meses, las demandas del Gremio de Actores de la
Pantalla de Hollywood, cuyo contrato.
de trabajo con las empresas productoras expiró el 15 de mayo, están encontrando una oposición viva por parte de estas últimas. Después de dos meses de enconadas discusiones, no aparece a la vista ninguna solución. Las empresas parecen decididamente opuestas a aceptar la demanda del Gremio de que los contratos de actores que perciban menos de mil quinientos dólares semanales, tengan un límite máximo de tres años. Los
contratos sin límite fijo actuales, alega
el Gremio, permiten a un estudio mantener en su elenco a los actores que hau destacado, por su mismo sueldo original, durante años enteros. También se queja el Gremio de que la costumbre de los estudios de “arrendarse” artistas unos a otros les reduce a una condición de semiesclavitud, sin que los actores “arrendados” tengan voz ni voto en las condiciones de la operación. Estas y otras diferencias hacen presagiar una larga lucha, cuyo resultado muy bien pudiera ser una huelga de actores que paraliza
ría por completo a la industria cinematográfica,
PARA ANIMO de la sufrida clase de
fotógrafos profesionales, y satisfacción de las señoras que posan ante sus objetivos, revelaremos que el señor A. L. Schafer ha inventado una nueva grasa que permite “glamorizar” las espaldas y escotes de sus clientes y proporcionarles tonalidades y reflejos del mejor efecto
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RITA HAYWORTH
(Foto Paramount)