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CINEMA
su gestión política el nuevo mandatario, sean pronto realidad tangible y merecedora de nuestro aplauso. Hay aleo que consuela de veras en este maremáenum de notas y contra-—notas minesteriales: las de aceptación de sus carteras respectivas de los señores Romero y Villarán:
El señor Romero expresa en la suya, sincero y franco, los móviles que le inspiran al hacerse cargo de la presidencia del gabinete. Esos móviles podrían reducirse á este solo enunciado: la reforma inmediata de la ley electoral, de esa ley á cuya sombra florecieran, amplia y €scandalosamente, el fraude y el abuso, y mantenida d outrance por el gobierno anterior, por la cuenta que mantenerla le traía.
Hemos vivido, durante una década, aprisionados en el oscuro laberinto de . LA : . .
esa legislación, cuyo defecto princ1
pal, insalvable en estas malignas co
lectividades, es el de basarse en la buena fe de las masas y de sus hombres dirigentes. Don Nicolás de Piérola, padre de esta hija cuya virginea doncellez habían de arrebatar los mismos encargados de enaltecerla y de ouardarla, no pensó nunca que á tal extremo de engaño y podredumbre llegaría, con el correr del tiempo y el mudar de las cosas, ése su engendro, que á él y á todos nosotras nos pare” cierta tam hermoso. Y :como “el bien que esa hija ha perdido es de los que jamás se recuperan, ni existen galeno Ó físico capaz de remendarlo y componerlo, lo mejor que puede hacerse es recoger á la oveja descarriada y se
Lima, octubre de 1908.
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pultarla en el convento del olvido. Que de sus despojos, de sus miserias, purificadas por el fuego y la peniten” cia, aparezca á la luz del vivir otra moza más fuerte, capaz de resistir el pecaminoso ataque de los sátiros de nuestros bosques políticos. Y que co: rresponda al señor Romero, hombre de levantado espíritu, de noble corazón é inteligencia clarísima, esta labor de provecho y de salud para la patria.
El señor Villarán comienza, por su parte, por confesar lo que en este país de fabulosas vanidades nadie confesara jamás: su inexperiencia política. Vidalón y Washburn, por ejemplo, que pesan muchísimo menos que el hábil caterático en la balanza del intelecto, empuñaron las carteras que Pepe les regalara, convencidos de su terrible y heroica sabiduría.
Y como estos infelices fueron siempre, hasta el señor Villarán, los ministros del Perú......Nacían yá con su catterita bajo del brazo, y su acto primero, al ingresar á este mundo, era firmar un nombramiento á favor de la comaOA de
Ouedamos, pues, pío lector, en que el nuevo gabinete del señor Leguía es bueno, todo lo bueno que puede ser un cabinete en los instantes presentes. Vayan, quienes lo componen, por el recto camino, arrancando la aprobación y la lisonja. Lo deseamos de todas veras: tenemos hambre de aplauSOS Durante casí un lustro no hemos hecho otra cosa que silbar á. Pepe Vd SUS TAIStroS... |
SGANARELLE,