Cinema (Peru, 1908-1909) (October 1908)

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lseñor Le euía ha puesto de moda la concordia, NS y esto demues = NN 1/4 5) tra que el nuevo mandatario, si no ha leído muchos libros, ha leído, encambio, á ratos perdidos por lo menos, en el alma de su pueblo. : Sí. La moda de la concordia sienta maravillosamente al alma nacional. Parece mandada hacer para el Perú. Es muy dudoso que nuestros mestizos tengan la energía que se necesita para amar. Pero no es dudoso, sino evidente, que nunca tuvieron, y tampoco tienen hoy, la energía que se necesita para aborrecer. La moda dela concordia está predestinada por eso á una fortuna 1nmensa. La seguirán todos, ó casi todos. Entendiéndola, y por obra de un ceneroso impulso, original y fuerte, la seguirán todas las. almas rectas, que son las menos. Sin entenderla, por obra del instinto—1nstinto de raza — la seguirán a sa vez todas las almas pusilánimes, que son las más. Y ahi estasel mal. bBieu venga la paz, si ha de venir para los hombres de buena voluntad, que es para quienes la promete el Evangelio. Pero el mundo está lleno de truhanes. Y esos, es claro, se pasan la vida predicando que S == las gentes no se den guerra. Pero es por la cuenta que les tiene. 4 o. . Sera culpa de mis nervios. Pero yo teneo un vecino, que va á ser mi perdición, porque eva camino de volverme enemigo de la concordia. Mi vecino es el hombre más cuitado que ha salido de madre. Convengamos en que tiene alma, por simple respeto al dogma. Pero es una alma canija. Huelga decir que á mi vecino le repugnan las luchas. Todas las luchas. Es el prototipo de los hombres discretos y sensatos, que tánta suerte tienen na, sí hace falta, en el Perú. Es el trasunto acabado de esta bellaquería nacional que hace su camino abroquelada dentro de una moderación opaca y cautelosa que mueve á náuseas. ) Por supuesto, mi vecino está más alegre que un cascabel apenas se ha enterado de que yá se viene la conci liación, y de que á todos mos toca. Días pasados me dí con él de manos á boca. Y se me vino encima, abriendo los brazos como unas aspas. —i¡Venga usted acál—así me dijo— ¡ Venga usted, hombre apasionado y violento ! ¡Y vengan, sobre todo, esos brazos! ¡Al fin podemos abrazarnos! ¡Al fin se realiza la unión de toda la familia peruana! Yo debo declarar que soy incapaz de una descortesía. Mi vecino me abría los brazos, y yo no tuve más remedio que echarme en ellos, como quien se echa en un pozo. Pero mientras esto padecía, y esto oía, sentí dentro aleo que me pareció terrible. Sentí, sin poder evitarlo, que renegaba de E familta. Ando desde aquel encuentro descotmpuesto y caviloso. Aquellos brazos al apretarme me dejaron un malestar del que nologro curar. Vivo aprensivo y nervioso. Eso debe de ser. vios, los malditos nervios. Pero sea lo que sea, estoy decidido. La conciliación vaya y venga, y Dios la bendiga. Pero ya lo sabe el senor Leguía, porque si nó me pierdo. Yo no concilio: con mi vecino. Andan sueltas por ahí ciertas gentes que van á malograr en flor la conciliación de la que tanto se habla. Y es natural. A la vuelta de cada esquina se tropieza con personas que invocad la concordras —sSe. trata de la tamilia a dicen sin desconcertarse. "Todo sea por Dios, y por la ia peruana, y hasta por la familia humaResienémonos, sino Los ner$