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las procesiones, y se empalma'' la. fñovena; novena solemne, en la que, bajo la mismanzave y en la misma pila de agua bendita, se confunden todas las ventes, y se hunden todos los dedos.
A la entrada del tem. plo, en dos alas, los cofrades hacen la guardia, cepillo en mano, ostentando unos facsímiles de la gran anda, cirios recubiertos decerfa morada y amuletos. Abierto el amplio mamparón, aparece. el altar centelleante entre el crepitar de los cirios; resuenan los cántitos, la orquesta atruena la plazoleta con la potencialidad de las laringes privilegiadas, y coronándolo todo, el
incienso de los zahumadores elévase
entremezclado á las humanas. transpiraciones. |
En medio de este marco fastuoso, en el que parece entreverse la ferviente adoración de alguna remota Sabá al Rey delos Tabernáculos; entre este pre
UN DEVOTO.—ÁA voz en cuello, con toda la fuerza de sus pulmone-, el cetrino devoto cantará los milagros del Señor de los Milagros.
CINEMA
sente de la mirra de Baltazar y el sacramental incienso, ábrese un paréntesis á las con” ciencias y al jolgorio: resuena la voz tonante del predicador en la misión, gimen los pechos y se encauzan las almas ante la incisión de una saeta contrita, que prende los corazones al divino crucificado como un dardo de penitencia.
Hay en esta mezcla de fervor híbrido no sé qué de evocador, un alo así como una extraña litúrota a un ex traño Señor. a un po: deroso rey, acaso de cálidas tierras en las que amarillea sen las palmeras bajo el sol de trópicos de una nueva Libia. ¿Es el canto de los manumitidos libertos; la prez de un solo ideal la que se eleva y reúne bajo la misma nave á todos, sin distinción de clases ni colores?
Y para completar esta extraña sueestión. que evoca á la “Virgen Neera”, el Nazareno, renegrido por los
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LAs sAHUMADORAS.—El delicado zahumador de plata vale, para las oscuras devotas, tán
to como un cetro.
Y cuando el fuego ha prendido bien y se esparcen al viento las aromo
sas nubes de humo, no se cambiarían, de seguro, por todas las Ranavalos de este mundo...