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América
5)
$Híin la época actual se cree Il demasiado en los sentidos y los hombres juzcan la vida porsu aspecto visible. Lo que no se ve, lo que no se palpa, lo que no se oye, no existe, no puede existir, no debe existir. ¡Como si la visibilidad del ser fuese la razón del ser. En edades pasadas la humanidad crédula y fuerte, tuvo un dogma contra: rio, el dogma preciso de la vida interior. En los buenos tiempos de los trovadores errantes, cuando el fanatismo potente de los cerebros jóvenes y de los corazones vigorosos hizo fiorecer la toja tosa.de la te, encarnando en los actos de los cuerpos los sueños de las almas, en esos tiempos de afirmación y de fuerza, de vida intensa y heroica, tiempos les de desprecio a los Le chos, de devota reverencia á los credos el los. que se orela el. las. fealidades interiores del yo mas que en las externas del mundo; en esos tiempos galantes de gaya ciencia y de justas guerras, morían los hombres por su honor, por su patria y por su dama. Hoy combaten y mueren por otras cosas, por otros intereses, por otros ideales: por las cruces y estrellas diver«as que los reyes poderosos cuelgan en los pechos escuálidos de sus fieles servidores, por el oro reluciente y perverso, transmutación brillante de la sanere y las lágrimas de los trabajadores, por virtud de la nueva alquimia de las erandes industrias modernas; por las enervantes comodidades del Cuerpo que debilitan y afeminan; por la disminución del esfuerzo propio que degra
Oscar Miró Quesada es uno de los talentos energías de la nueva generación del Perú. Su obra es yá larga, y ha sido calurosamente aplaudida en la
Merídional,
páginas, gustosísimamente, este artículo de su joven y
brillante colaborador.
de más
*““Cinema?”?, pues, acoge en sus
da y deprime; por el ahorro absurdo: de los actos extraordinarios y fecundos que retemplan el alma, ennoblecen el espíritu, pero despiertan enereías intensas y dolorosas. ¡Evoluciones colectivas, cambios fatales en las orientaciones .encauzadoras de las actividades de los hombres, hechos, hechos evidentes en la historia de los pueblos. Yá Spencer lo dijo: las agrupaciones humanas, sometidas como los astros errantes á leyes ineludibles, recorren el ciclo inevitable de los regímenes sociológicos, pasando del ideal teocrático puro, al militar disciplinario y de este al industrialista contemporáneo que nos enriquece y pervierte. Pero, por lo mismo que estamos en la edad positiva, por lo mismo que las tendencias más hondas de nuestra época práctica son utilarias, es preciso: oponerse con la potencia más alta de nuestro éspiritu inútil, á la corriente utilitarista del medio en que vivimos; es preciso luchar sin descanso, batallar sin tregua, por conseguir de modo eflcaz la reivindicación definitiva de los derechos supremos de la vida interior, la consagración manifiesta y visible de la importancia profunda de los sueños del espíritu, la utilidad positiva de los ideales intangibles.
Se cree demasiado en los sentidos. Así como en épocas pasadas la humanidad febril pudo perderse en los labe
-rintos interiores de sus enusueños mís
ticos, en los tiempos presentes puede extraviarse en las complicaciones 1nfinitas de su materialismo utilitario. La constante obsecación de lo práctico, la monomanía intransigente de lo útil, ha