Cinema (Peru, 1908-1909) (October 1908)

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CINEMA ce que los débiles ojos de los hombres ofuscados por el polvo opaco de los intereses visibles, pierdan de vista las necesidades supremas de la vida, las conveniencias de la especie, la moralidad de la raza, que es tan útil como el mejor de los negocios. Los hombres prácticos amoldan sus existencias monótonas, á las condiciones estrictas de la vida material; pero si sus cuerpos ahitos engordan ampliamente, sus almas inútiles se atrofian inactivas, sin haber eustado nunca el placer supremo que produce la contemplación silenciosa de las bellezas interiores, el orgullo divino de comprenderlo todo y de sentirlo todo, sin haberse embriagado con la locura infinita de los actos heroicos y de los gestos nobles. Los acontecimintos cuotidianosde la vida son tan monótonos y vulgares; las preocupaciones de la mayoría de los séres son tan ridículas é imperiosas, tán insignificantes, lamentables y torturadoras, que para no desesperar, para no maldecir la existencia, no basta tener aseguradas las comodidades animales; precisa satisfacer también las intensas aspiraciones del espíritu meditador y sensitivo. Y el alma de los hombres aspira á la belleza bajo todas sus formas; desde la euritmia escultural de un cuerpo maravilloso, hasta la perfección altiva de un acto bueno. La belleza interior, la belleza del alma, es la belleza suprema; porque es el último refugio de los vencidos en la vida, la tierra santa de promisión pa [iuia, octubre de 1908. 54 ra los desterrados del mundo. Pero el credo positivo de los tiempos modernos, el utilitarismo práctico de los hornbres actuales, es opuesto á la belleza y su peor adversario, y es enemigo sobre todo de la belleza del espíritu, sin duda porque no comprenden con sus mentalidades interesadas de jugadores de bolsa, que para vivir bien la vida, para vivirla digna y humanamente, es necesario embellecerla primero; y que solo las almas sonadoras y los corazones apasionados son capaces de hacerlo. Por eso, nosotros los que tenemos, todavía la consoladora inocencia de creer en la necesidad imprescindible de la inútil belleza; los que deseamos que nuestras vidas perecederas no sean puramente animales; los defensores del Séneca descontento contra el cerdo satisfecho, debemos cultivar solícitos nuestro propio jardín interior, y embelleciendo nuestro espíritu por la atmplitud de las verdades y la idealización de los instintos, vivir esta vida de Dios, sin rencor y sin melancolía, para morir sin tristeza, con la altiva impasibilidad de los que no tienen miedo. Si: creamos un poco menos en: los sentidos materiales por lo mismo que son verídicos, y que nos dan el frío conocimiento de lo real; y comulguemos en la religión apasionada de nuestra vida interior, para que nuestro espír1tu inútil, equivocado pero poderoso, transforme á nuestros ojos el mundo, con el sublime sueño de su propia be. Heza: | Oscar MIRO QUES 1DA.