Cine-mundial (1916)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

LA VISITA DE MR. GAUMONT | Rehuye las entrevistas. Se empeña en ocultar su entidad. Insiste en que lo consideren como una marca de fábrica. =zJR. LEON GAUMONT, el Jefe de la célebre casa francesa, fingió horrorizarse cuando Mr. Bush, IND afectada alarma, “¿no sabe usted los enormes esfuerzos que vengo haciendo por ocultar mi identidad? El público se ha persuadido de que soy un viejo encorvado con patriarcales barbas blancas, y yo he tratado por todos los medios de que la creencia arraigue en la mente popular. Y ahora se propone usted darme a conocer para que el mundo me señale y diga: ahí va Gaumont. No es a eso a lo que he venido a los Estados Unidos.” Y el renombrado cinematografista europeo terminó la frase con una alegre carcajada. Llevando a un lado a su representante en Norte-América y al otro el administrador de la sucursal inglesa, Mr. Gaumont se internó en el comedor del Hotel “Knickerbocker” y, una vez sentados todos, la conversación se generalizó en lento inglés y francés de tiro rápido. Ahora vamos a desenmascarar a Mr. Gaumont. No es viejo, sino todo lo contrario—si se tiene en cuenta los muchos años que lleva ocupando un puesto prominente en la industria. No gasta barba blanca, sino bigote corto ligeramente gris. Todo su cuerpo irradia vitalidad y buen humor. Cuando habla de vistas animadas, o explica cualquier punto compléjo relacionado con su tema favorito (la cromofotografía), se da uno cuenta exacta de que se escucha a un maestro. Es en la actualidad, y de seguro que continuará siéndolo por mucho tiempo, una de las columnas más sólidas de la industria cinematográfica. En cuanto a su visita a este país, Mr. Gaumont no se mostró muy comunicativo. “No tengo ningún asunto de gran monta en perspectiva. Me propongo conferenciar con Mr. Freuler, el Presidente de la Mutual, bajo cuyo programa se ofrecen mis peliculas en los Estados Unidos. Demás está decir que visitaré todas mis oficinas y talleres norteamericanos. En cuanto a mi personalidad, le ruego que no se ocupe de ella. Considéreme usted como parte integrante de la marca “Gaumont,” continuó en son de chanza. “Eso es lo único que tiene trascendencia: la marca de fábrica. El hombre a quien llaman Gaumont carece de importancia alguna.” “Continuamos produciendo cintas en Francia, aunque la guerra, por supuesto, nos ha afectado seriamente. Dichosos ustedes los norteamericanos que no pueden concebir con exactitud lo que esta guerra significa para Europa, y sobre todo para Francia. A menudo repito que esta guerra parece haberse hecho con el solo objeto de favorecer a los Estados Unidos.” “Aunque se ha paralizado casi por completo la producción cinematográfica de nuestro país, el negocio de alquiler de películas sigue reportando magníficos ingresos y los teatros de París se llenan de bote en bote a pesar de los zepelines.” Después de describir en detalle los nuevos talleres que la empresa ha establecido en Inglaterra y Francia, Mr. Gaumont hizo ciertas observaciones que cuadran perfectamente con lo que CINE-MUNDIAL viene predicando respecto a los países de habla española. “Creo firmemente,” declaró Mr. Gaumont, “que el cinematógrafo constituye la más internacional de todas las instituciones. El mercado norteamericano se vió abarrotado en un principio de (Continúa en la página 212.) Mr. Leon Gaumont. CINE-MUNDIAL ECO DE LA ARGENTINA. El Sr. Norsa, apoderado de la casa Deambrosis & Silenzi, examina la producción yanqui bajo el punto de vista sudamericano. A ]RTURO J. LANG, de la Nicholas Power Company, {| el yanqui que no pierde ocasión de proclamarse más español que Pelayo, se apareció en la oficina días atrás víctima de aparente agitación. “¿Saben ustedes quien está aquí?,” exclamó. br “Pues, hombre, sí, A contestó el corrector de pruebas, que presume de chistoso, “tenemos una vaga idea de que aun permanecen entre nosotros los amigos Wilson, Morgan, la Estatua de la Libertad, el puente de Brooklyn....” “Dejémosnos de bromas, que traigo una noticia importante. Acaban de informarme que Don Severo Norsa, apoderado general de la casa Deambrosis & Silenzi, sucesores de Silenzi & Falco, una de las empresas alquiladoras más fuertes de Buenos Aires, llegó a Nueva York hace cerca de un mes. Está en el Hotel “Breslin.” Inmediatamente pasamos la nueva a la edición inglesa (Moving Picture World) y mobilizamos a uno de nuestros redactores, que momentos después aguardaba al cinematografista sudamericano en el inmenso foyer bizantino del “Breslin.” ; El Sr. Norsa, que posee un conocimiento minucioso de cuanto concierne al nuevo arte-industria en las Repúblicas de la América Latina, y es hombre culto y afable, recibió con muestras de caballerosa cortesía a nuestro representante, quien se fué al grano en seguida y le disparó la siguiente andanada: “Con objeto de trasladarlo a sus lectores, CINE-MUNDIAL quisiera obtener datos precisos sobre estos tres puntos— (1) ¿Gustaban al público las cintas de procedencia norteamericana que se exhibían en la Argentina antes de la guerra? (2) ¿Tienen mayor o menor aceptación en la actualidad? (3) ¿Qué opinión se ha formado usted sobre la producción cinematográfica durante su estancia aquí?” El Sr. Norsa, con la eterna sonrisa que le caracteriza, no vaciló en contestar. “Algunas de las peliculas yanquis que se ofrecieron en la Argentina antes de la guerra tuvieron poco éxito y otras fracasaron por completo, hasta el extremo de que ciertas casas alquiladoras optaron por disfrazar las marcas para dar salida a las que recibían. Bien es verdad que por aquel entonces los Estados Unidos sólo surtían, y siempre indirectamente, un escaso cinco por ciento de la importación cinematográfica argentina.. Lo poco que venía era bastante defectuoso y representaba el desecho europeo.” “Pero se está experimentando un cambio radical en la situación. Dada la escasez cada vez mayor de material europeo, ha sido necesario acudir al mercado norteamericano y algunas de las obras de esa procedencia que se han presentado en Buenos Aires han sido una verdadera revelación para empresarios y público. A mi modo de ver, si se logra que las grandes compañías de aquí lancen sus producciones directamente en aquellas plazas, rompiendo con la perniciosa tutela de los intermediarios poco escrupulosos que han venido manipulando el negocio desde Londres y Nueva York, cuya norma comercial parece haberse basado en que cualquier cosa era buena para la América Latina, el prejuicio quedará eliminado en absoluto y se obtendrá mayor variedad en los programas — precisamente lo que todos los interesados estamos tratando de conseguir.” “Y llegamos ahora a la última pregunta. La inmensa mayoría de las cintas que he visto en los teatros de Nueva York se adapta admirablemente a los gustos de la América Latina. Confesaré (Continúa en la página 211.) Don Severo Norsa. Mayo, 1916 qu A PÁcina 187