Cine-mundial (1916)

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Hoy percibe un sueldo fijo de setenta y cinco dólares por semana. Peggy George es otra prueba viviente de la facilidad con que los niños aprenden el arte cinematográfico. Demás está decir que los chiquillos imitan cuanto ven y son mímicos por instinto. Cuando caen en manos de directores sagaces se obtienen resultados sorprendentes. Peggy George, la muñeca retozona de la Lasky, secundó con gran eficacia a Marie Doro en la sensacional cinta titulada “El Corazón de Nora Flynn.” Hollister, el chico sentimental de la Kalem, está tan acostumbrado a que lo admiren que recibe la adulación sin inmutarse, como cualquier rey antiguo percibiendo tributo justo de un vasallo; y Bobby Connelly, el de la Vitagraph, se ha enamorado perdidamente de la primera actriz con quien trabaja, a pesar de que aun no ha cumplido ocho años. Tenemos luego a Baby Lorna, la nenita romántica de ojos verdes soñadores cuyas dotes artísticas son tan excepcionales que engendran temores de que llegue a malograrse. Esta miniatura de cuatro años no sólo es célebre sino que se da cuenta de ello. En las aceras de Broadway, a cuyo largo se congrega la farándula cosmopolita de Nueva York, su presencia causa siempre sensación. Todos la quieren. Todos admiran su talento. Muchos se imaginan reconocer en ella esas facultades singulares que, por rara ley del destino, van acompañadas de cuerpos débiles, que sucumben por lo general antes de que aquellas terminen su ciclo. La admiración que despierta va mezclada con ese sentimiento sutil y misterioso a que no podemos substraernos cuando entramos en contacto espiritual con un ser presto a saltar las vallas terrenales. : Baby Lorna ha tomado parte en diez o doce obras maestras de la cinematografía norteamericana. Declama y gesticula, baila, canta, toca el piano y el violín; llora y se desespera en arrebatos de cólera infantil o solloza desconsolada cuando las circunstancias lo exigen; juega con sus muñecas, besa al perro o tuerce la cola al gato; finge morir con una naturalidad pasmosa. El director no tiene necesidad de pellizcarla (salvajada demasiado frecuente, por desgracia) para que brote de sus ojos un torrente de lágrimas. Baby Lorna siente los papeles y en su labor ante el lente surgen a menudo ráfagas AcosrTo, 1916 97 CINE-MUNDIAL George Hollister (Kalem). . de intensidad dramática que asombran al espectador. Su gran éxito fué sin duda el que obtuvo días atrás en el Hipódromo de Nueva York, durante un beneficio, cuando recitó un poema corto ante diez mil personas, cuyo estrepitoso aplauso aun perdura en mis oidos. Y estos son unos pocos de los muchos niños que aparecen con éxito en el “lienzo.” La práctica ha demostrado que las hembras son más listas que los varones; aprenden con mayor facilidad, resultan mucho más dúctiles, raras veces se cortan, ejecutan los papeles con más desenvoltura. También está probado que sus dotes van desarrollándose en escala ascendente hasta la adolescencia; cuando se inicia ésta vienen las sorpresas. Chiquillos he conocido cuya torpeza dessesperante hubiera hecho rabiar al director más flemático, y sin embargo se transformaron en histriones de irreprochable maestría con la pubertad. Otros podrían citarse que se han visto compelidos a abandonar las tablas, a pesar de lo mucho que prometían. Sin ir más lejos, tenemos a las hermanas , ¿pero a qué darles un mal rato? Bastante deleitaron al pú blico en otro tiempo. Resumiendo: el artista infantil resulta permisible en el “cine,” en el teatro, no. El chiquillo ante las candilejas se sale por completo de su esfera. Nos produce el mismo efecto . que un mono adiestrado. Cuanto más y mejores piruetas hace, menos podemos apartar el pensamiento de los linternazos que el domador ha tenido que propinar al infeliz simio hasta conseguir perfeccionarlo. En el cinematógrafo están fuera de lugar las reflexiones de esta índole. Los muchachos no “trabajan” en la verdadera acepción de la palabra. Se limitan a ejecutar ante la cámara, al aire libre en medio del campo o durante unos pocos minutos dentro del taller, escenas idénticas a las que se desarrollan en el curso natural de su vida. El cinematógrafo, que es lo que más se acerca a la vida real en cuestiones de arte, ha eliminado casi por completo los esfuerzos de imaginación y memoría que hacian los niños en la escena hablada. Por consiguiente, su labor puede admirarse con franco regocijo —sin reservas mentales de ninguna especie—a pesar de cuanto digan las “Juntas de Damas,” más o menos desocupadas, cue en los Estados Unidos continúan protestando. o PÁGINA 329