Cine-mundial (1917)

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CINE-MUNDIAL Chascarrillos de Mi Tierra VISITA AL CINEMATOGRAFO L Tío “Malas ganas” y su compadre el “Tío Lagrimones,” dejaron sus tierras, situadas en el ruedo de Faraján, y vinieron a Málaga a presentara sus hijos respectivos, quintos del cupo de aquel pueblo, reclamados por el Gobierno de S. M. En su vida, que no era corta, pues el más joven de los dos contaba dos duros y quince reales de años, nunca habían abandonado sus terruños, aparte de un viaje que “Malas ganas” hizo a Gaucín cuando tuvo que llevar a su mujer para que la vieran los médicos un “resfriado mal curado” que padeció y que sólo tuvo “cura” en el campo santo. Desde que tomaron el tren los dos compadres las impresiones se sucedieron de tal modo que ya no tenían ni palabras para expresar su admiración. En Málaga no sabían qué elogiar más, si el mar y los barcos, o el Puente de hierro de la “alamea” o la calle de Larios. ¡Cuántas cosas tenían que contar cuando volviesen al pueblo! Si no estuviese el amor de padre por encima de todas las cosas, alguna mala lengua llegaría a decir que ambos daban por bien empleado el que a los chicos les hubiese tocado la quinta, a cambio de ver tantas cosas buenas como vieron en aquel viaje. Era a mediados de Mayo y una noche se vieron en plena Aquella animación les encantó. feria del Molinillo. Al ver aquellas mozuelas del barrio, frescotas, cubiertas de rosas y claveles la cabeza, con sus pañolones de crespón, sus cuerpos encorselados y aquellos ojos picarescos, los vejetes sintieron no tener veinte años para probar una aventura. Se quedaron con la boca abierta ante “norias” repletas de buenas mozas que chillaban y zagalones que reían y bromeaban. Compraron su “pañolá” de garbanzos y avellanas y estuvieron un cuarto de hora junto a la Caseta de la Junta viendo bailar a los señoritos. De pronto oyeron la música de un organillo y una voz que eritaba: ¡Va a empezar, señores! ¡El gran Cinematógrafo! variadas, acabando con “El Viaje a la Luna”! real! ¡Pasen Vdes.! ¡Pasen Vdes.! El “Tío Malas ganas” exclamó: ¡Vistas ¡Todo por un —¡Compae, afíjese osté; aquí está el Tiatro! Y se pararon ante la caseta del Cinematógrafo allí instalado. El industrial seguía gritando: Acosto, 1917 o —¡Adelante, señores! ¡Verán Vdes. “El sueño del Turco,” y “Lo que se ve por una cerradura!” —¿Oiga osté, qué se verá? ¿Quiere osté que colemos?— dijo Lagrimones. —Como osté quiera. Con un real más no vamos a ser ni más probes ni más ricos—repuso “Malas ganas.” Y sin vacilar compraron las “colaeras,” como ellos llamaban a las entradas, y ocuparon su sitio en el banco, por cierto al lado de un par de buenas mozas que daban honra al barrio de Capuchinos. ; No les hizo gracia el momento de ver que la barraca se quedaba a oscuras, pues es lo que ellos decían.—Sin luz ¿qué vamos a ver? TEE ? z SENOR E a ERTAS) ES! Empezó el espectáculo. Demostraron su alegría dando codazos y brincando sobre el asiento. El primer cuadro fué la llegada de un tren a la estación. —¡Josú y qué bonito es esto! señoritos!—exclamó “Malas ganas” en voz alta. Estas exclamaciones fueron interrumpidas por una voz que gritó: —¡Segundo cuadro! ¡El sueño del Turco! Y comenzaron a desfilar mujeres muy ligeras de ropa, en traje de verano, con mallas más o menos ajustadas, que bailaban y gesticulaban delante del Sultán. Pasaron ideales circasianas, egipcias exhuberantes de encantos, poéticas italianas y voluptuosas francesas. Los vecinos de Faraján sudaban la gota gorda, viendo aquella colección de mujeres. El Tío Lagrimones no pudo callarse más tiempo y diri giéndose a su compadre dijo: No tien son las pícaras mujeres. pa comprarse un vestío y las mu caprichosas tien ineros pa retratarse. —Miosté, miosté, lo que Narciso Díaz de Escovar. ANUNCIO EN GRAN ESCALA. EDIANTE contrato celebrado recientemente, M compañía .de Chicago se ha comprometido a imprimir y colocar los cartelones de la Empresa Goldwyn en todas las ciudades de los Estados Unidos y el Canadá con poblaciones mayores de cinco mil habitantes. Los gastos que representa esta campaña se calculan en más de cien mil dólares. o PácINA 388 ¡Las cosas que inventan los: una: