Cine-mundial (1918-01-01T23:23:59Z)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

MA LLÁ, cuando yo era estudiante, en la época en que no hay canas en la cabeza, ni arrugas en la frente, ni desengaños en el alma, me enamoré, en un barracón de feria, de una mujer que llevada por la curiosidad iba, como yo, a contemplar las proyecciones de una linterna mágica. Aquella mujer aparecía como el deseo me la había pintado: su voz, argentina; sus ojos, que despedian miradas de sen .cillez candorosa ; su porte, modesto y recatado; toda su per sona, en fin, aparentaba que en ella se reunían un espiritu angelical y un cuerpo inmaculado. Iba siempre acompafiada de una sefiora que probablemente era su madre. Me apasioné con locura de la encantadora muchacha. Yo no habia visto, hasta entonces, talle más garboso, ni curba más perfecta de barba femenina. Las manos mostrábanse de un modelado incomparable. El pie, aprisionado en diminuto zapato, asomaba y se movía, bajo la falda, pidiendo a mis labios un torrente de besos. Jamás he adorado con más fervor a mujer alguna. La segui largo rato. Llenaba por completo mi pensamiento. No había en ella línea ni actitud que no tuviera los rasgos seductores del hechizo. Aquello era haber encontrado una perla en medio del campo. Sin duda el cielo había enviado uno de sus ángeles para guiarme en la vida. Yo iba soñando con un hogar lleno de flores, arrullado por pájaros, impregnado de exquisitas delicias. Algo como la creación de un nuevo рагаіѕс en la tierra. Poco tiempo después supe la historia de tan “ideal” muchacha, que era, como la de otras muchas, una historia lamentable. Mi "ideal" era una desgraciada más, que explotaba su desgracia. Transcurrieron algunos años. De mis quimeras fantásticas, parecía haberme curado. Fuí un pesimista estupendo. Para mí no existía flor que no estuviera corroida de gusanos. Mis ojos siempre veian un horizonte con nubes negras. Los más cristalinos manantiales salian à luz ya empañados por turbias impurezas. En mis labios sólopalpitaban frases de despecho, de ira, de desencanto. Pero—¡extraña naturaleza humana !—la ilusión continuaba elaborando sus primaveras por dentro de mi espíritu. No había yo perdido la esperanza en nuevas resurrecciones de las fuerzas vitales, en inexperadas reconciliaciones con la vida, en satisfactorios enlaces de la rastrera realidad con los sueños divinos, en que la ilusión tornase a fecundar las horas de anhelo. Y como yo esperaba la felicidad de la sorpresa, volví, pasado largo tiempo, lejana mi convalecencia, no ya a los barracones de feria sino a los elegantes pabellones cinematográficos. Ya en amor no buscaba la blancura delicada de los jazmines sino el soberbio esplendor de las rosas. No había para qué pensar en la inocencia sino en la grandeza. Cuando niño, anhelé la nieve de las cumbres, esa nieve que no ha hollado pie alguno. Cuando hombre, suspiré por las dramáticas honduras de los abismos, donde las mismas zarzas que punzan la carne son otros tantos acicates de la avidez. Renuncié a las jóvenes en flor y ambicioné las duquesas. SEPTIEMBRE, 1918 <> CINE-MUNDIAL DE LA VIDA ACTUAL ЕІ Cinematógrafo de la Ilusión (Ilustración de M. Martínez Vizuet.) En los cines, me hallé con otra mujer tal y como la forjaba mi delirio, como la habia concebido en mis días de soledad sentimental. Era una mujer distinguidisima: talle esbelto, andar majestuoso, sonrisa deliciosa. Sus formas correctas hablaban al experto en las doctrinas del amor, de dulces deleites. Era una de esas estatuas humanas que al hombre más indiferente incitan a la idolatría. Poner mis labios en aquellos labios y luego morir, he aquí, lectores míos, la ventura suprema que yo perseguía en tales momentos. Se extravió mi razón, perdí el dominio de mi voluntad. El rapto, la muerte, una fuga con semejante mujer a países lejanos, remontado los mares, donde los seres que se aman puedan unirse para siempre, en una eternidad del cariño, sin obstáculos, ajenos a la farándula de la sociedad, era esa la única aspiración de todo mi ser, de mis facultades y de mis sentidos. Y tras un cortejo idólatra, un asedio furioso, una persecución audacísima al 2 раг que suplicante, süplica de esclavo sin redención posible, resultó que aquella plaza inexpugnable era ¡una de tantas! Por doquiera que he perseguido el rastro de una ilusión, se me ha puesto delante una película, Lectores, ino os ha ocurrido a vosotros lo mismo? ¿No ha sido la pantalla una barrera infranqueable o un río tumultuoso sin vado ni puente? Seguramente. Nadie habrá que no haya sido subyugado por unos ojos fascinadores, por una voz angelical, por una frente formada de corolas de lirios sin mancha. Mas, poseído el ideal, levantado el velo de oro, habrá venido, positivamente, el hastio, el engafio, la tristeza. Tras el viaje a las playas ignoradas, rodeadas de fantásticos celajes, la tempestad, erizada de amenazas, tras la que asoma la tragedia, había sobrevenido al regreso. La paz de la aldea, la gloria del arte, la omnipotencia de la riqueza, la satisfacción del poder, los placeres idos, son otras tantas películas de la ilusión, con que nos brinda la vida,—tan varia, tan múltiple, tan inquieta,—en la cinematografía del mundo. Pero, ¿qué hemos de hacer? Іа verdad desnuda es horrible. Por eso, sin duda, la humanidad, para que este destierro sea más llevadero, para que el ánimo no se derrumbe definitivamente, ha inventado el Cinematógrafo. Y no hay fabricante tan hábil como la ilusión, ni tan activo, ni tan cauteloso para conffccionar películas a gusto de los consumidores y de los espectadores. ... Si este fabricante de sueños de color de rosa, al impresionar sus películas rozase levemente las almas, su labor de mago fijaría la dicha de la humanidad. Tendrían sus manos suavidades de caricia maternal. No lo hace así, no: antes hiere las almas, y deja en ellas tan hondos surcos que el amor a la vida y la acción del tiempo, los dos más poderosos lenitivos, no logran hacerlos desaparecer. Las angustias de la ilusión rota son los panoramas internos que ni aun tienen el consuelo de asomarse a nuestras pupilas huyendo mezclados con las imágenes mortificantes. Y sin embargo, como retornamos a un salón aunque de él hayamos salido hastiados a causa de una cinta desagradable, volveremos de nuevo a contemplar este cinematógrafo de la ilusión que se alza en nuestro dintorno, y la vida se poblará de encantos. Francisco de Pa. Lasso de la Vega. Málaga (España), Agosto de 1918. o PÁGINA 557