Cine-mundial (1921)

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| Justine Johnstone de la “Realart” dedica una hora a nuestros lectores y varias miradas al entrevistador da estepa canadiense, tras de esta impresión, nos viene la de un mohino espectador ante una de esas gordas que suceden a la desaparición de las luces en un café-concierto donde entran a las bravas un par de matasietes. Avanzamos, y topamos con uno de esos famosos cabarets del Yukón en plena huelga anti-carréñica. Gritos de mujeres cortaban a ratos con un ¡ay! o con uno de esos “jbruutoos!? de dolor el incesante ¡pracatán! de los silletazos que a sus anchas se propinaban los comensales, hombres semi-osos con sus abrigos de piel y unas barbas que parecían andar huyendo de las navajas hacía dos meses. Llevado por ese impulso que me legaron mis padres, iba a lanzarme a la liza en defensa nada menos que de Dorothy Dalton, primera magnitud de aquella escena, cuando sentí que un brazo tentacular tiraba de mi chaqueta y, me volví rápido, olvidando lo que ante mí sucedía, al dolor que sufriera mi dominguero herido por aquel tirón despiadado de quien ni la contribución de guerra había puesto en la compra de mi costosa indumentaria. —¿Qué va usted a que le hagan ver estrellas que no anda usted cazando?... ENERO, 1921 < La pregunta dió con toda su fuerza en el blanco. Un segundo de retraso en aquella mano providencial, y Heriberto hubiera dado de narices con un puñetazo perdido, que enviara su mente a caza de estrellas muy distintas de la que iba a entrevistar. Afirmándome iba en mente la magna suerte que me depara mi destino, cuando mi guía, que me llevaba escaleras arriba, me detuvo. Volví en mí al oír un argentino: ¿Helóooo?... Era Mae Murray. Tu voe que restregarme los ojos para convencerme que estaba en —> PAGINA 17