Cine-mundial (1921)

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Mardones en CINE-MUNDIAL “Mefistófeles” Por J. M. BADA A PRENSA neoyorquina habló tan calurosamente del estreno de “Mefistófeles”, que no pude sustraerme al deseo de oír la solemne música wag neriana de Arrigo Boito. El espectáculo fué imponente. El decorado daba la impresión de algo sobrehumano. Aquel coro de ángeles y la cabeza roja de “Mefistófeles”? surgiendo en medio de un tropel de nubes, era sencillamente asombroso. En el prólogo Mardones se superó a sí mismo, haciendo gala de una voz y de una maestría que aún a los que le hemos oído tanto, nos pareció nueva y admirable. Desde muchos años atrás no se ponía en escena esta obra, por falta de un cantante capaz de salir triunfador de empresa tan difícil; pero Mardones, que une a su voz excelsa, bríos y seguridad, se comprometió a encarnar el personaje capital de la ópera. “Mefistófeles” — como se colige por el nombre — es una versión del “Fausto” de Goethe, arreglado para la escena lírica por el mismo Boito. El libreto de la ópera “Fausto” de Carlos Gounod, difiere mucho de la obra de Goethe, y la música, íntima y sentimental, no responde a la grandeza del asunto, que reclama una expresión tumultuosa como la de Boito, quien se dió cuenta de que sólo acudiendo a la tempestad rítmica del estilo de Ricardo Wagner, podría dar la impresión de una música filosófica. Wagner, sólo el gran Wagner, pudo haber hecho en ritmos lo que Goethe hizo en prosa, porque su genio sabía bucear en los senos de la vida, y extraer, como lo habría hecho en “Fausto”, las maravillas que oculta ese drama grandioso, compendio de todas las actividades de la raza humana... Goethe quiso simbolizar en el Doctor El bajo español Mardones, uno de los más valiosos elementos de la Opera Metropolitana de Nueva York ABRIL, 1921 < Fausto, la ilusión y el fracaso de los hombres, empeñados siempre en querer revivir lo pasado y volver a la vida cosas que la lógica de la Naturaleza convirtió en nada. La transfiguración de Fausto, el retorno de la juventud lejana y muerta, es el viejo anhelo de la humanidad, que no se resigna a bajar a la tumba sin hacer uso de las experiencias adquiridas. Mientras la cabeza está llena de canas, el espíritu se conserva joven y aguarda siempre a que se opere un milagro. —¿Quién no sintió, ya llegada la tarde de la vida, el deseo de gozar aquellas horas de delicia, cuando todo nos sonreía y la vida y el amor estaban con nosotros?... En “Fausto”, mejor que en ninguna obra de literatura, está presa toda la tragedia de la humanidad, con sus esperanzas y sus angustias. Cuando los brazos de Helena se tornan esquivos, ya la vida puso fin a nuestras ilusiones. Arrigo Boito supo dar a su música todo dolor que respira el drama, sin dejar de hacer música armónica... El estreno de esta ópera en Nueva York constituyó un éxito para la empresa del “Metropolitan Opera House”, y sobre todo, para nuestro gran bajo José García de Mardones, quien hizo tan magistralmente su papel, que tuvimos cierto recelo al entrar en su camerino, porque todavía llevábamos en la imaginación el recuerdo de aquel personaje trágico y gentil... Sin embargo, nuestra inquietud desapareció, al recibirnos con su vieja sonrisa cordial. Y mientras el artista se “desdiablizaba”, hablamos de sus triunfos y de sus esperanzas. —¿Es “Mefistófeles” la ópera que interpreta usted con más amor, Mardones?... —Hombre, si no es la que más quiero, es la que más me gusta. Su música es rara y espléndida, y el papel que tengo en ella cuadra muy bien a mi carácter. Yo prefiero la música “enérgica” a las melodías “lacrimoSas ; —;Es la obra más difícil para un bajocantante, verdad? —;¡Ah, sin duda! Para cantarla bien, hay que tener y “estar” en voz. El “Colline” de “La Boheme” o el “Sparafucile” de “Rigoletto”, yo los hago como quien va de feria; pero “Mefistófeles”, “La Forza del Destino”, “El Barbero de Sevilla”... son obras que requieren voz y alma, cuando no se quiere burlar el arte... —¿Por qué hace usted el “Toreador” de “Carmen”, siendo este role para barítono? —La empresa me ha pedido que cante la obra y el público está satisfecho de mi interpretación. No es fácil para un bajo, encarnar bien el “Escamillo” de Bizet; pero nada, nada es igual en lo difícil y en fuerza al “Mefistófeles” de Boito. Y mientras me decía esto, todo su indumento diabólico iba desapareciendo, tornándose en un holgado traje de burgués, que acusa en él la rara modestia que le es peculiar y tan poco común entre sus compañeros. Este alavés eximio ha llegado al teatro Metropolitano con más facilidad que ningún otro artista. Desde el primer momento todos reconocieron los méritos y privilegios del gran bajo, y a muchos, que por antigiiedad y simpatías permanecían en primer término, se les relegó a un lado, comprendiendo que Mardones era el Maestro. Mardones en el papel de “Mefisto” de la ópera de Arrigo Boito que le ha ganado ruidosas ovaciones por parte del público neoyorquino En el umbral de sus cincuenta años, Mardones es el mejor bajo cantante de nuestros días, habiendo sabido unir a la impostación de su voz homogénea, una mímica impecable. España tiene en este hombre una gloria inmarcesible. Mardones será siempre, por su voz vigorosa y elegante, la más fiel expresión de esa raza férrea y caballeresca!... Nueva York, marzo, 1921. Cosas de la Censura A aplicación de la censura da origen a incidentes peregrinos. En el Estado de Pennsylvania está prohibida la exhibición de robos en la pantalla, y, noches pasadas, dábase una película en Filadelfia en la que un ladrón abre una caja de caudales y se lleva los valores que guarda. Al entrar el bandido en el cuarto y dar dos o tres pasos hacia la caja, los espectadores vieron asombrados abrirse aquélla como por arte de encantamiento. Se conoce que los censores cortaron toda la “acción” del robo, y la casa alquiladora empató la cinta tal como se la entregaron. A Antonio Moreno Del mar venciendo la corriente fiera, plantaste tu bandera soberana, E en la tierra de ensuefio y de quimera donde muriera la arrogancia hispana. Pasó Cortés, los Sotos, Alvarado... y otros valientes mil que sucumbieron, consiguieron llegar al Colorado; sus huestes desde alli retrocedieron. Sólo tú en vuelo audaz, atravesaste el piélago velado a los guerreros; con emblema de paz le conquistaste esa indómita tierra a los Iberos. Y en el arte gentil de la pantalla tu arrogante figura de alma mora, muestra en el ademán lo que se calla, y expresa en el mirar lo que se ignora. Madrid, 18-2-921 José Luso > PAGINA 267