Cine-mundial (1921)

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—Expliquese usted — contestó Brady empezando a sulfurarse—. Yo no veo inmoralidad alguna en la última película de Chaplin. Como ustedes los reformistas siempre andan a la caza de cosas feas, no me extraña que las encuentren en los sitios más raros. A ver, ¿dónde dió usted con el cuerpo del delito? —¿Recuerda usted la escena en que el niño aquel de tierna edad rompe a pedradas una ventana para que Chaplin la componga luego, ganándose así la vida de un modo ilegal? — El presbítero asumía un tono cada vez más atiplado y sospechoso.—; Puede darse peor ejemplo para la infancia? Este razonamiento, por lo visto, dejó a Brady estupefacto, que se limitó a decir. —Ya le contestaré por escrito. No quiero insultar a nadie, y no me atrevo a de palabra. hacerlo UILLERMO I EL CONQUISTADOR, du que de Normandía, Rey de Inglaterra y la mar de cosas más, murió a consecuencias de la caída de un caballo. El caballo no se hubiera caído de no meter la pata en la cueva de un topo. De manera que, según nos contaron en la escuela, el vencedor de Hastings no habría muerto en forma tan poco gloriosa de no ocurrírsele al topo aquel abrir el agujero al paso de su caballo. Quizás esto no tenga nada que ver con lo que más adelante voy a decir, pero es un alarde de erudición barata que surtirá su efecto entre ciertos intelectuales que me leen y a veces se permiten criticarme — y no digo más. El topo aludido — animalucho ciego, feo y raquítico — ocasionó. la muerte de uno de los grandes potentados de su época. Es cierto que a estas fechas estaría de todos modos más muerto que un teatro por la mañana, pero eso nada tiene que ver con lo que quiero decir, que voy a decirlo inmediatamente para que el lector no se impaciente. Muchas, la mayoría para ser exactos, de las películas norteamericanas que se verán en la próxima temporada por casi toda la América Latina, son viejas y malas. Se está despachando ahora allá una cantidad enorme de cintas antiguas, cinematográficamente matusalénicas, estrenadas aquí hace cuatro, cinco y hasta seis años. Los alquiladores y exhibidores sostendrán que son novedades, pero bastará fijarse en las modas de los trajes para cerciorarse de lo contrario. SEO RR) Ss ¿A qué obedece este diluvio de material infumabie que va a caer encima del público sudamericano? ¿Quién es el topo de este cuento? Hay varios. El primero es el cambio, que hace difícil, por lo elevado de los precios, comprar hoy buenas películas. El segundo son unos cuantos mercaderes, que debian estar traficando en trastos viejos por ser lo único de que entienden, y que para desgracia de la escena muda se han metido en este negocio. Esta gente, al comprar sólo se fija en el precio y anda inundando a Sud América de cuanta película de desecho encuentran por aquí. De manera que las cintas norteamericanas, lejos de empeorar, han mejorado artísticamente en estos últimos tiempos. Si lo que llega por allá es malo, la culpa es del cambio, que impide a los verdaderos empresarios obtener aquí buen material, y de los mercachifles, que antes compraban malo y ahora compran peor. A enfermedad de Caruso ha demostrado otra vez la inmensa popularidad de que goza en los Estados Unidos. Basta un deta APRIL, 1921 < CINE-MUNDIAL lle para darse cuenta de la influencia que el tenor ejerce en este país: durante los días críticos, seiscientas personas por hora llamaron al teléfono de su hotel para conocer su estado. Los propietarios del Vanderbilt, donde se hospeda, tuvieron que emplear dos telefonistas especiales para dedicarlos exclusivamente a este servicio. Caruso es una institución en los Estados Unidos. Ningún otro artista ha conquistado fama semejante. Como todo encumbrado de la escena, se le discute a veces y se le critica con frecuencia, entre los del oficio — que para el público es el ídolo de siempre e insustituible. Pero aun entre la farándula, a pesar de los celos, rencillas y envidias profesionales, las polémicas y críticas se limitan a su Arte invariablemente: a su labor como cantante, como actor. Su personalidad fuera de las tablas, es intachable y este es un punto que, los que conocen de cerca a Caruso, lo tocan Casi con reverencia. Se destaca el tenor, por una generosidad sin límites y hay quien asegura que es hoy el hombre que más préstamos ha hecho, “préstamos” en su mavor parte de esos que no se recuperan nunca. Es de las cosas que más indigna es. sin duda, estar divirtiéndose con una película de argumento trágico, verbi gracia, y que de repente salga un amigo de uno sobre la pantalla en actitud melodramática y lo eche todo a perder. No hay ilusión que resista un otra semana una cinta de Pathé muy bien hecha, intepretada por un actor de fuste. Estábamos pendientes de la trama cuando de pronto sale a escena, dirigiendo una bandada de chicas de la vida alegre parisién, un señor de granEra en uno de los cuadres culminantes y su entrada notar esas cosas raras que le suben a uno del estómago envite de esa clase. Exhibíase la des melenas y gestos furibundos. hizo sensación. Empezábamos a a la nuez en Jos momentos emocionantes cuando, fijándonos un poco, observamos que el personaje melenudo era un amigo nuestro vida por las noches en un que se gana la café cantante de la calle 48. Luego nos cercioramos de que muchas de las chicas eran también asiduas concurrentes del café aludido, cuyo nombre, entre paréntesis, ha salido varias veces en los periódicos — y no en la crónica eclesiástica. Nes quedamos todos como si nos hubieran echado encima un jarro de agua fría, v no hubo va forma de tomar en serio el resto de la cinta. (Continúa en la página 301) Este es el último retrato de Mae Murray y el que más le gusta. Hermosa fotografía de una mujer hermosa (parece que nos afecta la primavera). > PÁGINA 269