Cine-mundial (1921)

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CINE-MUNDIAL A Traves de la Moda UE SERIA de nosotras si no con+ taramos con esos pequenos acce( sorios que constituven el toque final de un traje? En esta época parece que ellos se han hecho más importantes de lo que lo fueron en afios pasados, simplemente porque los trajes, sencillos en su corte, exigen que el adorno que los acompaña sea del gusto más refinado; de lo contrario, lejos de servirle de realce afean su apariencia y aun pueden convertirlo en ridículo, y tal es la razón por la que esos detalles de la toilette han llegado a ocupar el primer lugar, pues siendo casi el único adorno del traje han de estar en perfecta armonía con él; de allí que debemos poner sumo cuidado al escogerlos ya que de ellos depende el efecto general. Ocupa siempre el primer lugar entre estos adornos las cuentas, bien sean en colores 0 de azabache, acero y bronce; pero no hay que imaginarse que un simple hilo de cuentas escogidas al azar, servirá para avivar un traje de color obscuro y de líneas rectas. Es cierto que existe un collar de cuentas que iría especialmente bien con dicho traje; pero si no se obtiene éste, preferible es no llevar ninguno, ya que el fin que se busca es aumentar la belleza del vestido y no disminuirla. Estos son puntos capitales en los que la mujer ha de poner en juego todo su gusto y discreción. Por ejemplo, una combinación que chocaría por lo inapropiada, sería la de un vestido todo negro, de clásicas líneas y rica tela asatinada, sobre el cual se destacara una sarta de brillantes cuentas rojas, de tamaño exagerado y de color llamativo, porque en tal caso las piedras de tonos pálidos lucirían sin duda más brillantes, mientras que las de colores vívidos apenas harían efecto. En lo que se refiere a colores y a piedras, el jade es el que predomina, obteniéndose con un pequeño toque de esta brillante nota verde, resultados más satisfactorios que con cualquiera de las otras piedras semipreciosas. Los adornos de jade aparecen en todas formas; mas una de las últimas fantasías de la moda es la de pasadores para sombrero cuyo objeto no es en realidad detenerlo sino únicamente adornarlo. Caen en grupos, prendidos al lado derecho de sencillos sombreros de raso obscuro, bien sean turbantes o de otras variadas formas. Algunos de estos pasadores penden a manera de zarcillos y constan de una sucesión de anillos rematados por una gran cuenta redonda, meciéndose graciosamente con cada movimiento de la cabeza. Por supuesto, que siendo éstos los accesorios de última moda en la indumentaria femenina, se fabrican ya en toda clase de piedras de colores así como en azabache para los sombreros de color claro. Los vemos en cristal de roza, azul, amarillo y malva, y también en grupos de granates, amatistas y topacios; todos ellos de formas y tamaños distintos, aunque igualmente atractivos y fascinadores. No hay mujer que se considere verdaderamente chic si no lleva una de estas prendas de alta fantasia. Las sortijas con enormes piedras de jade siguen gozando de tanto favor como antes y lucen divinamente en ciertas manos de largos y perfilados dedos; sólo que deben llevarse sin ninguna otra sortija, pues su estilo ¿a VO SE E A Por JOSEFINA ROMERO Los patrones que aparecen en esta sección son especiales para CINE-MUNDIAL y pueden obtenerse dirigiéndose directamente a la redacción e incluyendo en las cartas los precios respectivos, según se marcan al pie de cada grabado. Todos los patrones que despachemos irán acompañados de una descripción detallada en castellano sobre el modo de emplearlos. exagerado no va muy bien con las joyas de diseños más delicados. Esto mismo puede aplicarse a las de onix. Nada inspira más triste idea del gusto de una mujer que verla con los dedos recargados de grandes sortijas en distintos estilos y piedras. Los pendientes de jade tallado, que se llevan colgados del cuello con un cordón o cinta de seda negra, son de gran elegancia cuando adornan a un traje de crespón o de lana obscura. Es cierto que su precio es muy alto, porque su tallado es muy laborioso; pero en cambio uno solo de estos pendientes produce maravillas en el vestido a causa de su centelleante y delicado color. Se usan asimismo los zarcillos en todas formas y clases, casi siempre alargados, porque de otra manera no lucirían, puesto que el cabello cubre totalmente las orejas. Algunas mujeres se limitan a. usarlos de noche, por temor de que resulten demasiado vistosos en el día, por más que, las que hacen alarde dé tener un tipo español, tratan de acentuarlo y no prescinden de tan gracioso adorno. También están muy de moda los brazaletes de azabache, marfil y jade; debido a que las mangas cortas exigen el uso de estas bellas prendas para disimular la desnudez de los brazos; mandato que nosotras acatamos gustosas. Los hay tallados y lisos; todos ellos suficientemente grandes para que puedan pasar por la mano y subir hasta bien arriba del brazo. Aquellos grupos de arillos de oro o plata que tanto se usaron años atrás han vuelto a aparecer, siendo muy apreciados por las mujeres amantes de los detalles fantásticos y originales. Un nuevo modelo recién importado de París es el*que consta de un largo hilo de pequeñas perlas que va enrolado en la muñeca seis o siete veces, hasta formar un ancho brazalete de varios hilos. Y para que la moda esté al alcance de todas las bolsas se hace también en diminutas cuentas de oro, plata o metal blanco, los que producen el mismo efecto y son de un precio bastante módico. Aun con los trajes de calle estas cuentas se destacan graciosamente corriendo de arriba abajo del brazo, sobre la enguantada mano. Tenemos además los ricos brazaletes todos de brillantes, zafiros, esmeraldas o rubíes. A veces se llevan tres o cuatro de estas flexibles prendas formando una ancha faja en el brazo, lo que da a los trajes de tarde y noche mayor riqueza y elegancia. Vienen por último los de diseños antiguos, aquellos que adornaron los brazos de nuestras abuelas y que permanecieron relegados al olvido hasta que la moda los ha obligado a salir triunfantes de sus arcaicos estuches. Estos son sin duda los más elegantes por lo raros, toda vez que no admiten imitación y sólo pueden lucirlos unas cuantas afortunadas que aún conservan tales reliquias de familia. La boga de las cuentas se ha extendido también a los cinturones, viéndose combinaciones de hebillas, cadenas, borlas y cuentas que forman preciosos cinturones. Son en extremo elegantes sobre un traje enterizo, de líneas sencillas y sobrias; y constituyen el detalle principal y la nota alegre de estas favorecidas creaciones. Entre éstos admiramos un modelo muy bonito, hecho de cordón de plata y anillos de jade, y otro de torzal de galón dorado con cuentas ovaladas y borlas de oro; el primero sobre un traje de crespón Cantón azul obscuro y el segundo sobre uno de jerga azul marino. Como collares, las perlas siempre van a la vanguardia, y los establecimientos que venden estas prendas dicen que su demanda crece de día en día. Las imitaciones que ahora se hacen son tan perfectas que es necesario gastar sumas muy altas para poseer una sarta de perlas artificiales. La parisiense no se ha limitado a aceptar la moda de los adornos de cabeza para los trajes de noche sino que se ha dedicado a Crear los estilos más fantásticos y elaborados que puedan imaginarse. Muchos de ellos son casi unas cofias de piedras, cuentas y flores, y otros son tiras de tela metálica, cintas y tules; sin embargo, las más favorecidas son las que forman coronas de tojas de metal y los sencillos bandeau de piedras del Rhin. Un campo cada día más variado y extenso es el de los bolsos de mano. Los hay en piel de Suecia, tafetanes, brocados y moarés; aunque siempre se llevan la palma los bordados en cuentas, con dibujos y colores tan atractivos y delicados que es difícil escoger entre ellos el de más gusto. Casi todos son importados, y digo casi porque ya se hacen algunos en este país; sobre todo desde que muchas señoras y señoritas que no quieren o no pueden pagar sus altos precios han optado por comprar los dibujos para bordarlos ellas mismas; otras prefieren hacerlos de crochet, pasando las cuentas por la seda antes de empezar a tejer; de ambas maneras resultan muy bellos y, naturalmente, más económicos. Hasta el calzado se adorna ahora con cuentas. Días pasados una elegante tienda de la Quinta Avenida exhibía en sus aparadores varios pares de zapatos en forma de sandalias, bordados todos de cuentas; unos de oro y acero, otros de bronce, los terceros de flores de colores y los últimos verde y acero combinados. No puede imaginarse efecto más delicioso y original, tanto que al ver estos zapatos se cree una transportada al país de las hadas. Esta misma casa tiene hebillas de cuentas en los mismos colores que los zapatos y también en azabache. No cabe duda de que son las pequeñas frivolidades las que forman en conjunto la elegancia, y como tanto los comerciantes como las mujeres reconocen esta verdad práctica, ambos se esmeran y ponen sus cinco sentidos, ellos para crear siempre algo nuevo y bonito y ellas para obtener con estas creaciones los mejores resultados posibles. > PÁGINA 273