Cine-mundial (1921)

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CINE-MUNDIAL La Factura de Argumentos Cinematograficos autor de la obra ‘Los Resúmenes de Argumentos Cinemato “Sally está de Prisa”, XI Algunos detalles de capital importancia UIANDONOS por el argumento que estudiamos el mes pasado en su for ma técnica, podemos ahora compren der mas claramente todo lo que en capitulos anteriores discutimos. Y nos sera fácil, por otra parte, ver cómo cada detalle esencial de esa técnica se pone en práctica en los talleres cinematográficos. El argumento que publicamos en nuestra edición precedente es viable en todos sus aspectos, es decir, puede entenderlo y reproducirlo sobre la pantalla cualquier director de arte mudo. Hay ciertas cosas que conviene tener presentes al preparar un asunto para el lienzo y no estará mal enumerarlas nuevamente y darles mayor claridad a la luz de nuestros nuevos conocimientos. Un argumento cinematográfico — no lo olvidemos — es simplemente un manuscrito hecho con la mira de que sirva de pauta al director que lo interprete y translade gráficamente a fin de que sea proyectado sobre la pantalla. En consecuencia, ese argumento debe ser perfectamente claro y comprensivo en su explicación de nuestros pensamientos, aunque evitando la excesiva descripción y acumulación de detalles, tales como por lo general se emplean en un relato literario. Puesto que el argumento de cine es la explicación de la acción que desarrolla nuestra idea, dividida en escenas y con todas aquellas aclaraciones que pongan de relieve cada dato de interés, resulta evidente que las escenas que en nada aclaren la idea ni tiendan a su desarrollo, salen sobrando; pero eso no quiere decir que haya de suprimirse algún dato esencial. Esto, a primera vista, parece inútil de recomendar, pero la experiencia muestra que se necesita muchísima práctica para determinar qué es lo que hay que omitir y qué lo que debe dejarse en el manuscrito del argumento. No olvidemos tampoco que una escena es nada más que aquella parte de la acción que la cámara puede fotografiar en el mismo lugar y de una sola vez, sin parar. Es absurdo, en argumentos, dejar a un personaje en una escena y luego presentarlo en la escena subsiguiente, a menos que un subtítulo divida a ambas. Las escenas, una vez fotografiadas, se empalman entre sí y, si no las separamos en alguna forma, saldrán una tras otra, con la confusión consiguiente. Naturalmente que, al ver, por ejemplo, a un personaje sentado en un bote y, un instante después, al mismo personaje de pie en una sala, sin título ni separación intermedias, la incongruencia será flagrante. Sigamos, pues, el método empleado en nuestro argumento-ejemplo, es decir: hagamos salir al personaje de la escena o dividámosla de la siguiente por medio de un subtítulo. Otra cosa que hay que recordar siempre es la de evitar que nuestros argumentos concluyan de una manera infeliz. Si dedicamos nuestros argumentos al mercado de los Estados Unidos, debemos tener en. cuenta que los productores norteamericanos prefieren que sus películas terminen más bien con una Mayo, 1921 < Por A. VAN BUREN POWELL que han sido presentados con éxito en la pantall N. de la R.— El señor Powell, que no solamente es un reconocido perito en argumentos cinematográficos, sino que ha escrito muchos asuntos para lienzo y un libro en que explica los detalles técnicos del arte de hacer esos argumentos, está escribiendo, exclusivamente para CINE-MUNDIAL, una serie de doce artículos sobre esta ma teria, de los cuales el undécimo aparece en estas columnas. Invitamos a nuestros lectores a que consulten al señor Powell y a que le envien, en inglés, resúmenes de argumentos originales, a fin de que él haga la crítica respectiva y, tal vez, si la idea es aprovechable, ayude a sus autores a vender los susodichos argumentos. sonrisa que con una lágrima. Pero esto implica que el desarrollo del argumento tienda uniformemente a dar un epílogo feliz, aunque siempre lógico. Evitemos, asimismo, los temas que pongan a prueba la credulidad del espectador. No es creíble, por ejemplo, que una muchacha que ha vivido siempre entre personas incultas, mal educadas y sin trato alguno social, se transforme de repente en dama encopetada. Sin embargo, este error es muy común entre Jos argumentistas. Nuestros subtítulos deben ser tan breves y claros como alcancemos a hacerlos. Cada casa productora tiene un departamento que se encarga sólo de perfeccionar los subtítulos, pero eso no nos exime de hacerlos, por nuestra parte, lo mejor que podamos, como si aquel departamento no existiese. Para nosotros, el subtítulo representa un recurso legítimo para aclarar algún punto importante de nuestra historia. Tratemos, pues, de no confundir el ánimo del director y de no cansarlo con leyendas superfluas y largas. Al escribir nuestros argumentos, procuremos irlos desarrollando, al mismo tiempo, en nuestra imaginación y verlos, a fin de que no pongamos en ellos nada que no sea susceptible de interpretación en la práctica. Con esta visión nos será factible, además, calcular el tiempo que cada escena requiere, a fin de tener una noción más clara de la longitud de nuestro argumento. Recordemos, asimismo, que nuestros argumentos de cine se producen y fotografían sobre tiras de celuloide que se enrollan en armazones redondas de metal denominadas rollos, cada una de las cuales tiene, más o menos, trescientos metros. La demanda actual de los productores favorece las historias cinematográficas que alcancen de cinco a siete rollos, es decir, de mil quinientos a dos mil metros. Es, en consecuencia, de recomendar que nuestro plan de acción consuma, en tiempo, esa longitud, teniendo en consideración que cada treinta centímetros tardan un segundo en proyectarse. Si preparamos nuestro argumento de modo que la proyección gaste, tanto en representación como en proyección, sendos períodos de una hora y veinte minutos, estaremos dentro de las modernas exigencias. Si escribimos solamente el resumen y no 1» gráficos” y de “Belinda se Peina de Alto”, Babette” y otros argumentos de películas, tanto “Cuidado con la Pintura”, originales como adaptados, a. el argumento completo, debemos tener cuidado de evitar el estilo novelesco y de hacer el relato de nuestro asunto completo, claro y lógico, conteniendo una situación saliente en la vida de nuestro héroe o de nuestra heroína y haciendo lo posible por que nuestro personaje principal resalte y esté de relieve entre los demás, individual, vigorosa y vívidamente. Tengamos, además, presente siempre ésto que es esencial e importantísimo: el escribir argumentos cinematográficos no es, como se cree, el camino más fácil para hacer fortuna. El esfuerzo y el trabajo son el camino único para llegar al éxito. Tal vez tengamos un desengaño al ver que nos es devuelto un argumento, pero si volvemos a examinarlo con atención, tal vez hallemos que está defectuoso. Es una verdad absoluta que las casas productoras están dispuestas a poner en la pantalla todos aquellos asuntos que lo merezcan. Pero, naturalmente, sólo aceptan los realmente buenos. En nuestro próximo artículo, que será el último, indicaremos la manera de hacer que un buen argumento reciba la mayor atención posible por parte de los productores. Marcos B. Serrebo — El argumento de usted le ha sido devuelto con un juicio crítico que espero sea de su agrado. Srta. M. Temore — Puede usted tener la certidumbre de que su idea no le será robada. La reputación de CINE-MUNDIAL lo garantiza. Le he devuelto a usted su manuscrito con un juicio crítico. R. W. B.— Es imposible registrar un argumento de cine en los Estados Unidos. Las leyes norteamericanas no tienen cláusula alguna que proteja los derechos literarios de esta clase de obras. En nuestro próximo artículo daremos mayores informes a este respecto. Los precios que se pagan por argumentos de cinco rollos no pueden deťerminarse de una manera exacta. Por lo general producen de trescientos a cinco mil dólares. Hildebrando Castañeda — Le hemos devuelto a usted sus dos argumentos con un juicio crítico. Le rogamos que observe las reglas expuestas al principio de este artículo y que mande sellos para la devolución de sus argumentos. Sergio Barretto, Jr. — No es posible decir si un asunto melodramático se venderá fácilmente a menos que me lo mande para que lo juzgue. Si me lo remite, con sellos para su devolución, con gusto le daré los informes que solicita. S. Hernández — Solamente viniendo en inglés podrán juzgarse los argumentos, ya que es el idioma en que deben presentarse a los compradores de este país. Deben venir escritos en máquina. No se olvide usted de enviar sellos para la devolución. C. L. D.— Con gusto le daremos nuestro juicio crítico, que forma parte del servicio ofrecido por esta revista a los autores y escritores. Luis Bezerra — He retenido su argumento hasta que me conteste la carta que le envié. (Continúa en la página 379) > PÁGINA 358