Cine-mundial (1921)

Mayo, 1921 < CIN HERMO “HAIR-LUSTER” PARA EL CABELLO LUSTRE “HERMO” Conserva bien el peinado. Para Hombres, Mujeres y Niños. El cabello se conservará peinado después que se aplica el Hermo “ Hair-Luster ”. No más cabello irsuto y despeinado. El lustre Hermo da al cabello un resplandor y brillo encantadores, asegurando, además, la vida y belleza del cabello. Da al pelo la brillantez y apariencia de suavidad excelentes que tan bien se ve en los actores de ambos sexos del teatro y cine. Se garantiza que es inofensivo, no contiene grasa y no mancha. _tan bueno como lo describimos. WALLACE REID Estrella de la Paramount PERFUMISTAS E IMPORTADORES: Necesitamos agentes activos en todas partes del mundo y sabemos que nuestra excelente preparación tiene una gran acogida y se vende fácilmente en donde quiera que es introducida. Si usted está interesado, mándenos su pedido inmediatamente, dándonos al mismo tiempo detalles respecto a las facilidades con que cuenta para representarnos en su territorio. Esta es su oportunidad para obtener agencia exclusiva de una de las mejores preparaciones de tocador en América. Mándenos su pedido inmediatamente. Escriba en su propio idioma. E-MUNDIAL = = GLORIA SWANSON Estrella de las producciones de C. B. deMille, marca Artcraft. Dos tamaños: 50c y $1.00 A comerciantes $4.00 y $8.00 docena. Pida cualquiera de los tamaños anteriores y se convencerá que nuestro Hermo “Hair-Luster” es HERMO no: E ii | ENS A LADA LAR Sa Ai D Cy E A ATTE AE $ PRICE 60 CENTS A HERMO COMPANY 1012 N. Y. Life Bldg. a x Chicago, E. U. A. Aeroplanos Modelo No hay mayor diversión que construir y echar al vuelo Aeroplanos Modelo “WADING RIVER”, ni tienen limite los experi mentos que con éstos pue den hacerse. Remita 10 cts. y le enviaremos nuestro catálogo de 52 páginas WADING RIVER MANUFACTURING COMPANY A-672 BROADWAY, BROOKLYN, NUEVA YORK “LOS PRIMEROS Y LOS PRINCIPALES DESDE 1909” imprevisto sucedió: no volví a la superficie. Mis compañeras se echaron al agua, zambullendo valientemente, tratando de salvarme; pero no me hallaban por parte alguna. Gracias a los gritos de socorro de mis amigas, corrió al “charquito privado” un mofletudo muchacho y, en sus brazos, subí a la superficie, no sé cómo ni cuándo. Pero sé que a no ser por aquel gordifloncito campesino, a esta hora nadie sabría quién era Alice Calhoun, esta humilde servidora de usted. —Mucho le debemos a ese buzo bucólico, señorita Calhoun, los que hemos podido admirarla más tarde, en la pantalla. Y, añadí, ¿qué opina usted de sus públicos? Creo pertinente esta pregunta, ya que todos preguntarán a los públicos qué creen ellos de usted. —Ese es otro cariño que he tenido la dicha de conocer, gracias a mi humilde arte, señor Rico. Tal vez no lo crea usted, pero yo contesto, personalmente, y sin omitir una sola, todas las cartas que mis buenos admiradores me dirigen. No importa la cantidad... como ésta, dijo, abriendo un coquetón secretaire y mostrando un paquete que rivaliza con el del leído y escrito en demasía señor Respondedor... Yo siempre las contesto después de leerlas bien y como si de un familiar bien querido viniesen. Estas estarán todas contestadas antes de fin de semana. Esta es una atención que viene a demostrar lo que antes decimos de Alice: la ingenua personalidad de la diminuta y joven estrella no tiene rival. Alice es modesta en extremo. Por eso, se conformó con decir que “todos eran muy buenos” cuando le pregunté qué opinión tenía de sus colaboradores del estudio. Pero ya habíamos oído decir a muchos de ellos que la señorita Calhoun ocupaba un muy envidiable puesto en el afecto de sus compañeros, directores y ayudantes de los chismosos talleres. Adornaba su bien torneado antebrazo un artístico reloj de pulsera, regalo que le hicieran los empleados de la Vitagraph, en prueba de la alta estima en que la tienen. Con la sencillez que le es característica, corresponde Alice a ese afecto presentando a los empleados, casi todos los días, con diversas golosinas que ella y su buena mamá preparan en casa y que a menudo se ven, con envidiable apetito, devoradas por los incansables empleados de los estudios. En mente tenía yo un pastel de manzana imaginado y que confeccionara Alicia y, en la boca aguado el mental saboreo, cuando regresó la señora Calhoun, entrando por una puerta que me creí yo que venía de la cocina, con un bulto en las manos. La desilusión fué, confieso, grande, cuando vi que lo que traía la buena señora no era un pastel ni cosa semejante, sino un paquetico de películas para la cámara de Alice. Con la señora Calhoun salimos y, en el concurrido paseo, nos hizo la madre de Alice esas fotografías que, para vergiienza de Sargent, aquel trípode humano que me acompañara con otra estrella al Parque Central, aquí se exhiben ahora. La señora Calhoun es una experta fotógrafo, como verán los lectores. Y, sin duda se debe en parte a su arte sabio, el que nuestra favorita, su linda hija, sepa tan bien conducirse frente al lente cinematográfico. Pronto, demasiado pronto, llegó la hora' de abandonar tan grata compañía y, con el tesoro fotográfico en la bolsa de mi abrigo, más fresco que estas Pascuas que corremos, regresé en mi ómnibus favorito, Quinta Avenida abajo, con la cara más simpática y un cariñoso apretón de manos aún calentito, de > PÁGINA 374 |