Cine-mundial (1921)

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palabras, en idioma alguno, capaces de transmitir vivamente las extraordinarias sensaciones que me agarrotaron cuerpo y alma en aquellos momentos que me parecieron siglos. — Asi lo comprendo, Ada. Siga, siga usted ya que lo que ha de ser, ha de ser, como, con otras palabras, dijo. | | —A los veintinueve dias de mi per CINE-MUNDIAL —...pudo, sin duda uno de mis brazos oradar obstáculos y moverse... manencia en el hospital una cariñosa y bendita enfermera, Hermana de la Caridad, me relató, con su dulce y reposado acento de mujer avezada a todos los sufrimientos y miserias humanas, el espeluznante drama de mi... “fallecimiento”. Me habló así: —Ya que se halla usted casi repuesta y que seguramente le darán de alta dentro de algunos días, quiero contarle todo lo que le aconteció, según se han podido reconstruir los detalles. Esto entra de lleno en el plan facultativo y estoy autorizada para ello, rogándole que me escuche con calma. Dios lo ha querido así, y ya que le ha dado la fortaleza necesaria para resistir tan tremenda prueba, no ha de abandonarla ahora. Es usted, en cierto modo, una criatura privilegiada puesto que ha merecido la gracia del martirio. Si usted sabe aprovecharlo en bien de su alma, su felicidad eterna está asegurada. La Divina Providencia no en vano ejercita sus designios: acatarlos es lo que nos toca a los mortales, y bienaventurado el que no se rebela... Ha sido usted acrisolada en el dolor; el Cielo le ha dado ánimo para resistirlo; truéquelo usted ahora en merced, y de las especiales, para adelantar en el camino de su salvación durante el resto de su tránsito terrenal. Considérese usted como una recién nacida sin infancia que, por la Divina Gracia del Altísimo, surge otra vez a la luz del sol, purificada por el sufrimiento, que es Ja suprema enseñanza. —Hermana, gracias; estoy dispuesta a todo; la escucho sea lo que fuere. Sonrió la monja, confortándome con la caricia de su limpia mirada. —Su padre no pudo resistir la desaparición de su queridísima y única hija y... ya sabe usted que estaba muy delicado de salud... falleció a los once días de sus... funerales. Su madre, al verse sola, tomó un vapor y en Escocia estará con su hermana. Junio, 1921 < En cuanto a su prometido... era un carácter vehementísimo, de una sensibilidad extremada... bien lo sabe usted... y el pobre, tan grande fué su pena por haberla perdido, que estuvo gravísimo... a consecuencia de un balazo que se disparó... Pero, antes de descansar para siempre, pudo arrepentirse de su pecado... En cuanto a usted, sabemos que la encontraron, desmayada y con un brazo roto, sobre la tierra removida de una tumba, en el cementerio de B..., por verdadera casualidad... así lo quiso Dios. Estuvo usted entre la vida y la muerte cuatro días; eran muy pocas las esperanzas de salvarla; la gangrena que sobrevino complicaba las cosas; pero los doctores se decidieron a operarla y... ahora se lo puedo contar todo. Su caso es sorprendente, milagroso. Los periódicos han relatado lo sucedido, pero me parece que no han sido completas sus informaciones. Un fenómeno de catalepsia, paralización de las funciones vitales, inhibición del sistema nervioso... qué sé yo. Mucha ciencia, pero nada acerca de los designios del Altísimo. —Entonces... estoy sola... sola en el mundo — contesté yo sin poder reprimir un sollozo. —Si está usted con Dios, ¿qué mejor compañía solicita? — replicó la buena enfermera. —Sea usted animosa; es usted joven; será usted feliz porque la belleza de su alma se alberga en un cuerpo digno. Acaso la esperan venturosos sucesos, un hogar, paz, amor... Pero si el Altísimo no le permite tan pequeñas satisfacciones terrenales, entonces... mejor: es que la reserva para empresas singulares... De cualquier modo que sea, hermana, levante los ojos y el corazón y dé gracias al Cielo. Es usted una privilegiada. Así me consolaba aquella buena monja, alentándome con su inagotable y dulce caridad cristiana. AAN Y... ¿para qué cansarle más? — suspiré Adda —: a los dos meses salía del hospital con un brazo postizo y el pelo canoso. —j Singular historia la suya, Adda, mi buena amiga! Me ha interesado sobre toda ponderación, como si le hubiera ocurrido a una hermana mía. —Gracias, gracias; estoy segura de que he elegido bien a mi confidente. —¿Es la primera vez que hace usted este relato? — preguntó Stanly con simpática ansiedad. —La primera... y la última. ¿Para qué contar infortunios a personas que acaso no quieran o no puedan comprendernos? —Dice usted muy bien. En cuanto a mí... a mis sentimientos, los comparto con usted. Estoy entristecido y a la vez encantado de haberla conocido, Adda; y le agradezco con todo mi corazón sus revelaciones. —Bueno; ¿piensa usted escribir una “bonita” historia para su magazine? —Pienso... lo que usted quiera, Adda, y en este asunto jamás procedería sin su permiso. Me interesa usted mucho, mucho... —Por mi extraordinaria historia, por supuesto... Lo comprendo. —Por su historia, que es usted, y por usted, que es su historia, Adda. Ahora quisiera preguntarle algo; no me tome por indiscreto; después de lo que acaba de confesarme estoy, en. cierto sentido, autorizado para... —No tropiece usted: pregunte lo que guste —le interrumpió Adda sonriéndole con los ojos. Stanly la contempló en silencio, dándole las gracias. Luego, con un tono de voz en que se traslucía una sincera emoción, le dijo, mientras, con su mano derecha, rozaba apenas el dorso de la mano artificial de ella: —Usted está sola en el mundo; trabaja usted... eso está bien... y yo... yo estoy también solo y trabajo... trabajaria para los dos. ¿He dicho mucho, Adda? —No... no sé; me sorprende. .. me halaga. —Entonces... Adda, mi querida Adda, aqui esta mi mano. —j Oh! — respondió ella, radiante de alegría e intentando bromear —: aqui está la mía, la útil. ¿No será poco ofrecerle una. sola mano... un solo brazo? —No lo cambio, no lo cambiaré por todos los brazos y manos de todas las mujeres del mundo, se lo juro — se apresuró a contestar Stanly. Ambos, a partir de esa noche, fueron novios, unos novios que se adoraban, envueltos en la nube azul del más puro romanticismo juvenil. Se amaron... Les envolvió el sacro fuego del amor, que inunda el alma de placer, como en otra forma dijo || (Stanly, personalizandose otra vez, siguió hablandome de esta suerte, después de encender un tercer cigarro que apretaba nervioso entre sus dientes:) Le juro a usted que Adda colmaba todas mis aspiraciones sentimentales. Yo no quería más en este mundo: amar, ser amado; escribir, ser leído. Nada más. Es bastante, creo yo. Con el fin de aumentar mis entradas y disponer el futuro hogar cómodamente, hice algunos satisfactorios arreglos con dos editores, los cuales se comprometieron a comprarme determinado número de artículos, sin dejar a Mr. Krauss, al cual le había escrito una carta anunciándole un supuesto viaje. Asi quedaba libre algunas semanas y podía dedicarme a mi Adda. Un día le dije: —¿Por qué no dejas el restaurante? Den > PÁGINA 402