Cine-mundial (1921)

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CINE-MUNDIAL POR NARCISO DIAZ DE ESCOVAR GUNA BROMA SEVILLANA INDALECIO MARTINEZ Y FERNANDEZ DE ARIZA es un hombre activo, que tiene siempre la fiebre de los negocios, que conoce la aguja de marear y no susele ser engañado. Desde jovenzuelo supo ganar dinero. Aún no tenía veinte años, cuando fundó una Agencia de Anuncios, sin más base que el de una cervecería que estaba a punto de quebrar y anhelaba poner el puntal de los anuncios y el de un herbolario que proclamaba la bondad de sus yerbas como superiores a todas las medicinas del mundo. A los dos años la Agencia le daba lo bastante para vivir y para plantear nuevos negocios. Y fué almacenista de papel de fumar, corredor de fincas, administrador de casas, comisionista de quincalla, y hasta sacristán de un convento de Monjas, donde probó su paciencia sufriendo las impertinencias de aquellas pobrecitas religiosas, muy santas, pero muy jaquecas. Una mañana se levantó proyectando convertirse en empresario de Teatros. Le ilusionaba la idea de hacerse rico en poco tiempo como le había ocurrido a otro amigo suyo, que explotó en otra época el filón del llamado género ínfimo, que después vino tan a menos. Alquiló un teatro en Sevilla, formó una compañía de zarzuela bastante mediana, a cuyo frente puso un cómico viejo bastante listo, con una tiple que cantaba poco, pero era muy guapa y vestía con lujo, si puede llamarse vestir a los trajes de mallas que exhibía frecuentemente con gran regocijo de jovenzuelos y viejos verdes. La combinación le resultó y en un período de tres meses ganó varios miles de pesetas, que sirvieron de base para otros negocios. Empezó por entonces a ponerse de moda el Cinematógrafo y Martínez meditó la conveniencia de explotarlo. Convirtió un teatro de la ciudad de la Giralda en salón apropiado a su objeto. Adquirió en Barcelona un órgano magnífico y escribió a Nueva York para obtener la exclusiva de las películas más sensacionales. Todo le salió admirablemente y autorizado por la Junta de Espectáculos, proyectó la inauguración para la semana antes de Pascua de Navidad. Buscó personal apropiado y con algún trabajo lo fué encontrando en la misma Sevilla, en Málaga y en Madrid, pero le faltaba lo esencial. Era ésto una persona entendida, honrada, que llevase la contaduría y al par cuidara de renovar las películas, de contratar con las casas de los Estados Unidos y de Italia, pues rehuía entenderse con agentes intermediarios. No olvidaba nuestro hombre las melancólicas experiencias que había tenido con corredores, gente de “segunda mano” y demas aficionados al chanchullo, cuando inició su negocio con gente de allende las fronteras, y estaba resuelto a no dejarse hasta el pellejo tratando con desconocidos. Pero el problema era dificilillo porque no se encuentra una persona que reúna las condiciones adecuadas para cada negocio a la vuelta de la primera esquina. Hablando de ello con el Director de “El Torreón Andaluz”, un viejo pedante que se entrometía en todo y era gran amigo suyo, Junio, 1921 < le aconsejó que publicase un anuncio, que se ofreció a redactar, solicitando un sujeto apto para el cargo. Martínez no vaciló en seguir el consejo y dos días después la prensa sevillana y el “Heraldo de Madrid”, publicaban el siguiente aviso: “Se necesita un joven, conocedor de asuntos teatrales, que hable francés, inglés e italiano, escriba artículos y reclamos, esté ducho en empresas de cinematógrafo, no sea gran aficionado a las faldas y tenga personas de crédito que garanticen su honradez. Dirigirse a D. Indalecio M. F., calle de Es lava No. 36, piso segundo, interior, Sevilla.” Pasaron días y nadie se presentaba. Después de todo era difícil reunir tantos y tantos requisitos como se exigían. Iba ya perdiendo la esperanzas, aunque el Director de “El Torreón” le decía que no se desanimase, cuando una tarde llamaron a la puerta de su despacho. Se presentó un joven elegantemente vestido, de rostro jovial, y aspecto simpático. Los lentes que llevaba le daban cierto aire de seriedad que no iba mal con su semblante bonachón. Cortésmente, se quitó el sombrero y mostró, al sonreír, una larga fila de dientes, enormes, parejos y cuadrados, bajo un bigotito “de esos al estilo de “Chaplin” que parecen un nido de moscas bajo la nariz. Traía en la mano un número de “El Liberal de Sevilla”. Apenas saludó, dijo: —¿Es usted D. Indalecio M. y F? —Servidor de usted. ¿Qué deseaba? —Ante todo tener el gusto de conocerle personalmente, pues sé que es un empresario de mucho talento y de mucha suerte. —Mil gracias. —Después ponerme a sus órdenes como un nuevo amigo. —Mucho lo agradezco. —Y luego preguntarle si es usted el que ha puesto ese anuncio y desea a ese joven modelo. —Si, señor. —Pues a ese asunto vengo. D. Indalecio respiró satisfecho. Seguramente se le presentaba su ideal para completar el proyecto. Ofreció un asiento al recién llegado y exclamó con el tono más bondadoso posible: : —Hable usted, que estoy a su disposición. — Pues bien, amigo mío, vengo a decirle que yo no sé una palabra de asuntos teatrales, ni de Cinematógrafo, ni de inglés, ni de italiano, ni de francés, ni tengo persona que me garantice. Así es que no sirvo para el cargo que usted ofrece. Y encasquetándose el sombrero y riendo a carcajadas, cogió la puerta más que de prisa, por si acaso el burlado empresario, tomando a mal la broma, le estrellaba el tintero en la cabeza. Douglas Fairbanks anuncia el reparto de “Los Mosqueteros” OUGLAS FAIRBANKS acaba de anun ciar quiénes son los que interpretarán los principales personajes de su película “Los Tres Mosqueteros”, basada en la obra maestra de Dumas y que el popular artista está haciendo para la pantalla. El director de la producción es Edward M. Langley, en lo que se refiere a vestuario, escenografía y guardarropía. Mary McLaren hará de reina. Leon Barry, de Athos; George Seigman, de Porthos, y Eugene Pallette, de Aramis. Biyd Irwin asumirá el papel de De Rochefort; Thomas Holding, de Duque de Buckingham; Sydney Franklin, de Boniface; Charles Stevens, de Planchet; Nigel de Brulier, de Cardenal; Willis Robard, de Treville; Lon Poff, de Padre José; Marguerite de la Motte, de Constance; Bárbara La Marr, de Milady, y Adolphe Menjou, de Luis XIII. Douglas, naturalmente, será D’Artagnan. Chaplin sufre quemaduras de consecuencia en su “Studio” URANTE la manufactura de su próxima película, el famoso actor cómico Chaplin, sufrió una serie de quemaduras que lo tienen ahora en cama, envuelto en algodones y aceite de linaza. El accidente ocurrió el 10 de mayo en el taller del mímico, en la esquina de los Boulevards de Labrea y Sunset, en Los Angeles. Lo único que salvó al intérprete de “Armas al Hombro” de arder vivo, fué la prisa con que sus compañeros de trabajo, principalmente Edna Purviance y Carl Robinson, lo envolvieron en cobertores empapados en agua, apenas se alzaron las primeras llamas. Chaplin tropezó accidentalmente con un soplete de acetileno que estaba encendido y que formaba parte de la escena, y sus voluminosos pantalones se incendiaron al punto. Se dice que llevaba ropa interior de asbesto y que eso le salvó también de una combustión completa. De todos modos, sacó dolorosas quemaduras en las piernas, los brazos y la espalda. Aquí cabría bien preguntar si la película que está haciendo se llama “Jugar con Fuego”. Dauglas y Scheuer Inc., que hasta ahora han sido solamente alquiladores de películas, se dedicarán en lo sucesivo a producir por su cuenta y acaban de completar su primera cinta de cinco rollos. El argumento es de Frank Beresford y la dirección de W. A. S. Douglas. Los nuevos productores se proponen fabricar otras once peliculas. > PÁGINA 410