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ESTRELLA) RARO) UN)
que me han
CONOCIDO
[Confesiones íntimas de
Leoncio Fadrique Yáñez y Torremadura Escritor, literato y entrevistador No. 5—OSA
Una lectora de Barranquilla, que se firma discretamente “Reseda” me ha escrito un billete un poco acre. Alguna nube debe haber obscurecido el horizonte de sus ilusiones. Me llama cínico y “traidor a una multitud de bellas doctrinas femeninas”. Añade: “Si Ud. viese a un niño haciendo pompas de jabón hermosisimas, las haria reventar con un alfiler y, si el niño llorase, le diria: “¡Qué importa! . . . Sor sólo pompas de jabón!” z
Me tientan estas lineas de mi ignorada lectora a contestar que ni soy un cinico ni un revienta-pompas. Simplemente me limito a analizar hechos. A veces me ocurre reflexionar que, si no coleccionase yo escarabajos, coleccionaria hechos relativos a la mujer contemporánea, a fin de que algún sabio, de aqui a mil años, pudiera ENSAMBLAR mis observaciones con las series Hebreas, y con las Romanas, las Persas, las Chinas y las Indostanicas y anunciara después al universo expectante: “La mujer no ha cambiado nunca. Todas las
mujeres son iguales y han sido siempre iguales”.
¿Iguales en qué sentido? ¡Ah! Esa es una: prégunta
+
femenina.
Permitaseme que explique mi actitud fundamental hacia las mujeres. Soy naturalmente sospechoso de todas ellas. Siendo menores en cantidad, se ven obligadas a tomar la iniciativa y a luchar batallas individuales. Cada mujer combate detrás de su propio arbol, como los
indios Iroquois hacian para enfrentarse contra los colo
nos de la América del Norte. La mujer nunca ataca en: masa, porque desconfía de las otras mujeres. Cada una
de ellas considera a las otras capaces de traicionar al sexo, por que.no. hay una que no se reconozca capaz de esa traición, en caso de que la oportunidad se pre
sente.
Si se agotara la existencia de sal en el mundo, no sé qué haríamos los hombres: yo siempre llevo un granito de esa substancia, para ponérselo a todo lo que una
mujer me cuenta.
A mi suspicaz lectora de Barranquilla, debo decir: “Ud. está nada más tratando de sostener la "ilusión con que todas las mujeres han rodeado a su sexo desde"que el mundo es mundo. Hay un enemigo a las puertas y"es preciso vencerlo, porque está desacreditando el CREDO femenino y hasta predicando la herejía. Y es imperativo derrotarlo, o por lo menos, ponerlo en ridiculo”.
Pero ahora pienso que otros, antes que yo, han dicho que no hay sutil alquimia ni misterio en torno de la mujer. Si algún misterio hay es el misterio de no haber misterio, como habria dicho un escolástico,
No hay mejor prueba que una prueba IN ANIMA VILI. Tomemos el caso Osa, actriz cinematográfica. Desde luego, Osa no es su verdadero nombre. Osa"me
Juro, 1921 <
CINE-MUNDIAL
conoció hará un mes. Más contemporánea no puede ser. Me conoció en su “studio” una noche. Es una infracción a mis reglas el entrevistar a las artistas en sus domicilios, pero en este caso particular, queria yo dar a Osa alguna ventaja sobre mi, es decir, dejarla en su propio terreno,
Admito que el escenario estaba bien puesto. Era la hora crepuscular y un sol moribundo dejaba caer perezosamente su luz sobre los aterciopelados tapices y las lacas orientales. Los aposentos eran chic. ¿Que mas puedo decir?
—No ignora usted, señor Yáñez y Torremadura— dijome, —que soy muy aficionada a los estudios psicológicos. Tengo en mi sótano toda clase de licores. A cada uno de mis amigos ofrezco la bebida que mejor se adapte a su temperamento. Usted es un hombre de instintos conservadores y tiene odio contra las emociones súbitas, pero me parece también que le encantan los contrastes sentimentales. De modo que me permito invitarlo a que tome una copa de whisky puro...
Inmediatamente me dí cuenta de sus mortales intenciones. Pero me hice el tonto y, sonriendo, bebi de un trago el contenido del diminuto cáliz de oro que me ofrecian sus dedos cuajados de joyas. Y el NUDO del drama apareció repentinamente.
—Mi querido amigo, —dijo Osa—he estado observandolo a Ud., desde hace tiempo, sin que se diera cuenta .... a distancia. Yo creo que, entre mis antepasados, debe haber habido alguna chiquilla, hija de un mercader persa, que contemplaba desde lejos a algún bello soldado del ejército de Alejandro, cuando pasaba orgulloso, con su armadura resplandeciente... . y le rendía culto en secreto. Y creo que debe haberle seguido y casádose con él. Usted sabe que la mujer es la que elige y hace la selección y no ustedes, los hombres. Podria hablarle largamente sobre esta teoria, pero no quiero perder el tiempo. De todos los hombres que he conocido, hay uno que juzgo ideal como gemelo espiritual, como protector, como cónyuge. ¿Quiere usted casarse conmigo? :
¿Intempestivo? De ninguna manera.
—Mi querida señorita Osa, —contesté inmediatamente, como si obedeciera a un impulso semejante al que habia dictado sus palabras, —no puedo decir más que lo que diria un pobre gorrión si un ave del Paraiso le hiciese el amor: temo que mis hijos sean todos aves del paraiso y, la verdad, no me gusta esa especie de pájaros.
Y me despedi. Se quedó llorando. Pero, por su donella (nunca por su lacayo, fijense ustedes en ésto) averigué que, cuando hube partido, dijo, encendidos los Ojos: o E
¡Bah! Probablemente habría sido uma calamidad de marido. >
Espero que “Resedá” se dé por contestada.
Por la copia,
SHAMROCK XX.
La Mujer del Siglo
Por J. CORDERO
E AQUI la actualidad del mes: Madame Curie, el Radium y el gramo de esta maravillosa substancia, que el pueblo americano regala a la más
grande mujer que han dado las civilizaciones y que, con excepción de la madre de Dios Hombre, ocupará hoy en todos los corazones que sienten y cerebros que piensan, el más alto puesto a que mujer alguna se ha hecho acreedora.
Madame Curie es un ejemplo a la mujer de todos los pueblos. Mirad su diminuta figura, pálida, insignificante para los que no tengan la dicha de conocerla, si se hallaran con ella en su camino. Cuando el mundo deje de ser frívolo y se acerque más a la civilización que a la actual vida semi-salvaje que lleva, la belleza física de la mujer, sus pueriles empeños en realzar efímeros encantos, dejarán de ser objeto de admiración para los hombres y el valor de una mujer será juzgado, como juzgamos hoy a ésta — la más grande, amada y admirada de todas las mujeres que han sido — por el peso de su inteligencia y por la grandeza de su ejecutoria. Cuando el mundo cuente con más émulos de Madame Curie que de Madame DuBarry, entonces la mujer dejará de ser un Objeto de mero entretenimiento enfermizo para el hombre, y ocupará el puesto a que ha sido destinada y que le han señalado, por desgracia infructuosamente, María de Nazareth y Madame Curie.
Como dió María a la Humanidad el fruto sin manchas de su virtud hecho Dios y en Dios Hombre la esperanza, al alma, el lenitivo al enfermo de espíritu y la definitiva salvación espiritual, ha dado al mundo esta sublime mujer la salvación del cuerpo y la clave de un misterio por millares de años auscultado, en la materialización de la más maravillosa fuerza que ha logrado encadenar el hombre: el Radium. Porque en un gramo de Radium está encadenada, gracias a la ardua tarea, el estudio y devoción de esa mujer, una fuerza con que jamás antes soñara sabio alguno; y en esa fuerza y en su descubrimiento y gobierno, la clave del misterio mismo de la Vida y, una fuente inagotable de energías que Madame Curie se dispone a consagrar a la curación de los más destructores y dolorosos males que al través de los tiempos han aquejado a la Humanidad.
El pueblo de los Estados Unidos, en subseripcién pública a la que han contribuído muchos millares de hombres y mujeres de todas las escalas sociales, ha regalado a Madame Curie $100,000 y, con esta suma, un gramo de Radium que le entregara en estuche de oro y en nombre de la América reconocida, el Presidente Harding. Cuando. Madame Curie regrese a Francia, irá preparada para emprender sus investigaciones, armada de la confianza que el tributo sincero de América le hiciera, forteleciéndola así moralmente para su salvadora empresa y, en ese gramo de Radium, un arma cuyos alcances no podemos hoy por hoy determinar.
Los pueblos civilizados de la tierra, seguirán con interés sin igual las investigaciones de Madame Curie y la labor que ha de emprender a su regreso a Francia, labor que ha hecho posible ese tesoro con que América le ha provisto. Y ansioso esperará el mundo lo que ella haga con las intensas olas de energía que en ese estuche lleva; esperará
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