Cine-mundial (1921)

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Narcita AS multitudes de Broadway se arremolinaban en todas las esquinas desde la Quinta Avenida a la “Via Blanca”, y haciendo de sus manos anteojos, escrutaban el cielo azul y brillante del mas bello dia de junio. —Mire usted — decía una chiquilla a una anciana que trataba de estirarse para mejor ver entre la multitud inquieta — ya se le ve la cola, detrás de la nube aquella... ahora, ahora, mírelo usted! —Será, hija, será... pero por Dios que no veo nada que se parezca al Cometa Halley, aquel de antes de la guerra. Tú estás viendo “cosas”. Tu padre dice que no es posible, y tu padre sabe lo que dice. Y con la misma echó a andar, tirando del brazo a la chiquilla que se dejaba arrastrar mientras seguía con insistencia alargando el cuello por sobre los demás, y miraba hacia el sitio en que se había estacionado una nube blanca y gris que repelía la mirada con sus brillos. Nueva York hablaba del “cometa” y se echaba a la calle con el último bocado del almuerzo aún en la boca, para engrosar los grupos de curiosos y escudriñar el cielo que se mostraba azul y luminoso, manchado acá y acullá por ligeras nubes. Todo Broadway perseguía con la vista una de aquellas nubes con la esperanza de descubrir detrás de ella “el cometa”. Pero el errabundo pasajero de los cielos no aparecía por ninguna parte. Yo, iba también a caza de un astro, pero no el que se escondía tras la pantalla luminosa del sol aquella tarde. Lo buscaba en la vía láctea de Broadway mismo. Y astrónomo avezado en eso de la caza de estrellas, había anticipadamente hecho una cita con mi “cometa”! Como una flecha me colé en el vestíbulo del edificio, y cuando me disponía a entrar en el ascensor, oí a alguien que decía: —Nada de cometas, amigo; dice el “extra” que es nada menos que la señorita Venus, que parece haberse empolvado más que de costumbre y se le ve mejor la cara. E El hombre tenía razón sobrada. Fué a Venus misma a la que descubrí al llegar al escondrijo de la estrella que iba persiguiendo yo. Una trigueña de ojos grises, labios hechos a los besos y una sonrisa latina bajo la que asomaba una hilera de dientes perfectos era Mlle. Narcita. De paso en los Estados Unidos después de cuatro años de reclusión en España, la bella actriz y danzarina conservaba esa gracia y lozanía que en las tablas y en la pantalla siempre la adornaron y que la harán indudablemente famosa aquí tan pronto se exhiba la primera de las nuevas películas que se dispone a filmar. —No sabe usted lo grato que me es tener mi primera entrevista con “uno de los míos”, y especialmente para CINE-MUNDIAL. He admirado esa publicación y sé que llevará mi mensaje a los pueblos de habla española, cuyo aplauso confío conquistar en breve con la cinta que preparamos. —Nací a bordo del “Almirante”, un buque español, durante un viaje de recreo de mis padres por el mar de las Antillas. Desde muy pequeñita tuve gran afición al baile, y 1921 < CINE-MUNDIAL nos Reserva una Por J. CORDERO DE LA FUENTE 0000011 EHEHE TODA Narcita, la actriz cinematográfica y bai larina española que actualmente trabaja, con contrato, para una compañía de arte mudo en Nueva York. AEREAS a ese arte me dediqué con la esperanza de llegar a ser bailarina. Aunque mis padres se oponían y detestaban la idea de que su hija fuera actriz, a los catorce años me salí con las mías y volé de teatro en teatro y de país en país “bailando mi camino por el mundo”. Bailé en Francia, España, Italia, Austria, Alemania, Rusia, Inglaterra y el Canadá. Fué en el Canadá donde, habiendo obtenido el éxito que mi experiencia preparara, decidí entrar en el campo de la cinematografía. El director de la Royal Cinema Corporation, de Montreal, me contrató. Con esa compañía hice, entre otras cintas que aún se exhiben en Inglaterra, España, Canadá y Estados Unidos, “Una noche de tentación”, de la obra de Victoria Gross; “Demasiado Tarde”, “El Pavo Real”, “Cuando el hombre promete”, “La copa de cristal” y “Corazones en ruina”. Estas dos últimas producciones fueron hechas en España, por la Royal Cinema en colaboración con la Patria Films, de Madrid. —Y viene usted a los Estados Unidos... —Vengo en representación de un grupo de capitalistas españoles y franceses que, bajo la dirección de Mr. Louis Nalpas, se disponen a establecer un “studio” aquí, en el que produciremos una serie de películas ya en preparación. —Mr. Nalpas... ¿se refiere usted al famoso director que llaman en Europa el “Griffith Francés”? —Sí. Mr. Nalpas ha conquistado ese título con éxitos que bien se comparan con los del Maestro Griffith. Tiene unos talleres cinematográficos excelentes en Niza, y bajo su dirección trabajaré en mis próximas producciones. —¿A qué se debió su retiro a España? —En 1917 fueron destruídos por un incendio los talleres de la Royal Cinema en Canadá, y sus actividades suspendidas. Me fuí a España a descansar, y hasta la fecha no AGOSTO, Sorpresa había vuelto a mis tareas, pues es mi deseo trabajar con toda la independencia que pueda en el futuro; establecer un “studio”, y aportar cuanto pueda al engrandecimiento de la cinematografía. —¿Aceptará usted contrato con casas americanas que soliciten sus servicios? —Creo que sí. Pero tiene que ser algo atractivo, una buena proposición. Y luego me dedicaré, bajo la dirección de Mr. Nalpas, a ultimar los preparativos para la cinta histórica que nos proponemos hacer, parte aquí y parte en Francia. Esa cinta será una sorpresa. Se trata de una super-producción que despertará gran interés, indudablemente, en todo el mundo, y tendrá la aceptación y el éxito que los más famosos films hasta hoy editados hayan obtenido. —¿Y se trata de...? —No me es posible decirle más. Usted sabe que no se puede ser indiscreto en estos tiempos. Divulgar el asunto de esta cinta es poner su originalidad en peligro... —Aceptaré un contrato con alguna casa de aquí — dijo, volviendo espaldas al asunto de la película en proyecto — para familiarizarme con la moderna técnica cinematográfica americana y estudiar cuanto de novedoso hay en los métodos y el desarrollo del arte en Estados Unidos. Y Mr. Nalpas dirigirá, tal vez, cualquier producción que para casas americanas haga yo. ES Sin más asunto y sin probabilidades de “hacer. hablar” a la artista, cuanto hubiese yo deseado, sobre la histórica cinta en proyecto, me despedí con un “Au-revoir”. Mlle. Narcita dedicó una fotografía a los lectores de CINE-MUNDIAL y—a ellos también les dirá usted, señor Cordero, “Aurevoir”—dijo, con hechicera gracia—porque pronto tendrá una oportunidad de recordar esta fotografía, cuando traten de averiguar quiénes son los intérpretes de la película de: que antes le hablara... —Intrigados van a quedar, Mlle. Narcita, nuestros lectores, con este doble misterio que les echan encima el “Griffith de Francia” y una de las más bellas estrellas que prestigian la pantalla. —Un español no podía despedirse sin un piropo. Lo esperaba... Gracias... y “Aurevoir”. Vistas Fijas de la Pelea entre Carpentier y Dempsey EDIANTE los servicios de un grupo especial de fotógrafos que estuvieron distribuídos en distintos puntos de la arena, una compañía neoyorquina, la “Timely Slide Company”, obtuvo una serie muy interesante de vistas fijas de los momentos culminantes de la pelea, en que se ve a los dos pugilistas en “primer término”. Estas vistas fijas están en venta ahora en los Estados Unidos y parece que la casa productora se propone conceder la exclusiva para la venta en el extranjero. Como fué universal el interés que esta exhibición de boxeo tuvo, sin duda que resulta de actualidad la posesión de las susodichas, interesantes es cenas. ages ATA, eS PÁGINA 546