Cine-mundial (1921)

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la taquilla > la joven .... por A taquilla de un cine es el primer pun to de contacto personal entre el ex hibidor y el público que acude a su sala. De ahí la importancia de que la impresión que el espectador reciba al llegar al teatro, sea lo más grata posible. “Ambiente”, pues, por una parte, y eficacia para vender el mayor número de billetes con el menor esfuerzo y la debida rapidez, son cosas indispensables a la entrada de todo cine que quiera acreditarse ante la clientela, desde el principio. Yo recomendaría que la taquilla estuviera siempre que fuese posible al frente mismo del cine, en la parte de afuera y, de preferencia en el centro. La taquilla debe construirse de modo que esté de acuerdo con la arquitectura del edificio, para que forme parte integrante del conjunto y no parezca un pegote. Mientras más sencilla sea, mejor. No debe tener más letreros que los que expresen el precio de las localidades. Debe estar construída de modo que el vendedor de billetes pueda ver bien el rostro del comprador, por razones que expresaré más adelante. Debe estar bien iluminada y aparecer como un pabelloncito arreglado con gusto. Hay que dar brillo a esta entrada del cine. Me parece que el cristal, con una ligerísima armazón de acero y un domo elegante y adornado, es lo mejor, sin que se olvide naturalmente el requisito indispensable de la ventilación. Si se pone una canastilla con flores en la parte alta, el efecto es maravilloso. El interior ha de estar arreglado de tal manera que, por pequeño que sea el espacio de que el taquillero disponga, nunca pueda un cliente ver billetes, pedazos de papel ni ninguna otra cosa ahí dentro. Si no tienen máquinas automáticas para la venta de localidades, una caja de acero, disimulada bajo el mostrador, servirá para guardarlas. Lo mismo, por lo que toca al dinero. Ha de haber cajones destinados a los diversos billetes y al cambio de moneda de distintas denominaciones, para evitar confusión. Yo soy enemigo de instalar teléfonos en la taquilla. Los llamamientos no sirven más que para interrumpir el trabajo del vendedor, que debe ser todo atención hacia los clientes y para distraerlo de modo que le sea más fácil cometer una equivocación. De los muchos teatros que conozco, es escaso el número que no tiene una taquilla defectuosa. La que no peca por demasiado grande, es excesivamente pequeña o falta de yentilación, O fea. Además, las jóvenes encargadas de la venta de billetes, no tienen preparación suficiente. El interior se ve descuidado y hasta sucio y en no pocas falta de tal modo la luz que estoy seguro de que los errores son frecuentes e inevitables. Recuerdo uno, en particular, en el que había, además de los efectos personales de la taquillera, incluyendo su bolsito, polvera y sombrero, dos copas vacías que habían servido para helados y dos o tres platos que quedaron de una merienda hecha allí mismo... Pocos propietarios de cines se dan cuenta de la importancia de poseer una vendedora de billetes inteligente y amable. Y eso es un error. Una buena vendedora es una magnífica inversión mercantil, que produce in OCTUBRE, 1921 < “Samuel CINE-MUNDIAI pa E race Una como el dinero en el Banco. muchacha irascible, o parlanchina, o descuidada, o a la que le falta educación, es, en tereses, cambio una pérdida para la casa. Si se tiene en cuenta, como dije al principio, que la taquilla es el primer punto de contacto personal entre el dueño del teatro y su clientela, no tiene nada de extraño el recomendar que ese “punto de contacto” sea lo más agradable que se pueda. Si la taquillera es guapa, mejor que mejor. Pero no hay que olvidar que, además, debe estar instruída en las cosas del cine para el cual trabaja, de modo que pueda responder con acierto a las preguntas que se le hagan. La cortesía es otro requisito esencial en ellas. El traje —de ser posible — ha de tener corte sencillo y bonito y, si se trata de uniforme, como hacen los grandes cines metropolitanos, es preferible la indumentaria simple a la recargada de colores o adornos. Que por ningún motivo use goma de mascar la joven vendedora de billetes de un Cine. Una de las cosas que hay que enseñar a la taquillera es que “el público asistente siempre tiene razón” (aunque no sea cierto). Eso vale más, en dinero efectivo y en popularidad para el cine, que todos los reclamos y butacas de lujo o programas especiales. El poner en el centro la taquilla y el hacer visible a la vendedora tiene por fin el dar vida al teatro. Su presencia allí, ante los ojos de todo el mundo, sonriente y dispuesta a servir cortésmente a los que llegan, no sólo imprime “fisonomía”, sino animación a todo el teatro que, de otro modo, será un edificio como otro cualquiera, a pesar de los estucos y de las cariátides. En el negocio de exhibición no hay “pequeñeces”. Cada detalle tiene importancia, artística, financiera y práctica, y estas indicaciones, hijas de mi larga experiencia en la presentación cinematográfica en todos sus aspectos, podrán ser explotadas con ventaja “que vende los ares Rotafel . por cualquier dueño de cine que entienda su negocio, Ignoro si, en los países tropicales, se emplean los mismos procedimientos y disposición que en los cines norteamericanos, aun que presumo que sean idénticos. Aquí, la regla es que, para acatar las disposiciones del Ayuntamiento respecto a protec ción contra incendios y a otros accidentes y para estar al corriente con las prescripciones del Departamento de Sanidad, haya siempre, a la entrada del cine, un amplio vestíbulo, cuya extensión y holgura dependen del espacio de que se disponga. Entre ese vestíbulo, que en los grandes cinematógrafos es una verdadera galería y que se prolonga, con una división intermedia, hasta las butacas, y la entrada propiamente dicha, está la taquilla. En los cines neoyorquinos, la taquilla está completamente aislada y aparte del resto del edificio y consiste en un aposentillo cuadrado o circular, en el que sólo caben la vendedora y su asiento, con la máquina que es regla que se emplee para vender los billetes. La parte inferior de la taquilla es de mampostería, pero la parte superior es de cristal por los cuatro costados y tiene un domo artístico para librar a la joven de la intemperie. En la parte de arriba y, siempre en letras pequeñas, se anuncia, sobre un cuadro — que casi siempre es dorado —el precio de cada localidad. Eso es todo, porque el programa tiene sus carteles especiales distribuídos por el vestíbulo o en la calle, pero nunca debe apoyarse alguno de esos carteles sobre la taquilla. Como las marquesinas que hay frente al teatro anuncian en letras luminosas el nombre de la película que se exhibe y el de los actores que en ella toman parte, no es necesario mayor anuncio. Lo que Produce el Cine No falta por ahí quien tome como fábula las millonadas que es fama que ganan los exhibidores cinematográficos de los Estados Unidos. Pero para eso se hicieron las estadísticas oficiales y ahora vamos a dar algunos pequeños datos que demuestran por qué razón los productores yanquis nunca se han preocupado gran cosa por los mercados extranjeros (aunque digan lo contrario) ya que, en casa, es decir, dentro del país, amortizan el dineral que gastan en cada producción y ganan, además, muchísimo más que exportando. Las estadísticas del “Federal Trade Commission”, 0 sea una especie de Ministerio de Comercio de este pais, muestran que veinte millones de personas asistiron diariamente durante 1920. a los diez y ocho mil cines de los Estados Unidos, pagando $4,000,000 cada veinticuatro horas en las respectivas taquillas. En consecuencia, cada año, los habitantes de la Unión gastan en divertirse en el cine la bonita suma de mil cuatrocientos sesenta millones de dólares, que traducidos a pesetas... Bueno, que no traigan la tabla de logaritmos... La “Federal Trade Commission” percibe $975,000,000 en impuestos anuales. ¿A qué añadir más? —_+— > PÁGINA 685