Cine-mundial (1921)

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CINE-MUNDIAL Lo que mis ojos vieron Apuntes cinematograficos que no tienen nada de pelicula y si mucho de realidad, recogidos por uno del oficio en la ciudad de Puerto España, Trinidad. ES Puerto España, sin lugar a dudas, la ciudad de las cosas raras y exóticas y más aún si se tiene en cuenta su tamaño, número de habitantes (70,000) y el ser la capital de una colonia inglesa muy visitada por los turistas. Si ciertas cosas que se ven a diario en Puerto España, sucedieran en Sur o Centro América, de fijo que serían conceptuadas como un salvajismo y criticadas por muchos como atraso monumental y despampanante; pero como ellas pasan entre ingleses, nada tienen de reprochable y más bien son pintorescas. E UERTO ESPAÑA, ciudad bastante exten sa y de un comercio floreciente, no tiene luz en las calles y los pocos y homeopáticos foquitos que hay cada tres o cuatro cuadras no alumbran si el almanaque marca luna, ya sea llena, creciente o menguante, y aparezca o no en el cielo la novia de los poetas. El gerente de la Compañía de Alumbrado Eléctrico vive pendiente del calendario y en cuanto ve la palabra luna, le dice a su segundo: —Apaga y vámonos. Esto parece una exageración, pero tan cierto es que, en compañía de dos cónsules amigos, me ha tocado presenciar en Woodford Square, en martes, noche de retreta, la llegada de la banda de música y el tener que regresarse nuevamente sin haber podido tocar debido a la obscuridad motivada únicamente por que para esa noche marcaba luna el almanaque; lo que obligó, como es natural, a los concurrentes a la plaza a volver a sus casas a oír en vez de la tan deseada retreta, la muy poco agradable que a diario dan los zancudos y unas hormigas que rascan más que un violinista Gloria Swanson, de la Paramount, colgando la clásica corona de hojas de acebo, para Navidad, en la ventana de su casa. DICIEMBRE, 1921 < de cabaret. Moraleja: para salir de noche en Puerto España, hay necesidad de llevar o un calendario de bolsillo, que aunque no marque los días sí señale las lunas, o una linterna de ídem. IR OS culíes (indios de la India, aclaración que hago para que no se crea que son oriundos de la América Latina) andan por plazas y calles semidesnudos y duermen en ellas sin que las autoridades los molesten y menos aún los abriguen, no por temor a que se costipen, pero sí para evitar que se repita el caso de aquella de la historia que por mirar lo que no debía, se convirtió en estatua de sal; lo que entre otras cosas hoy sería negocio, dado el altísimo precio de tan necesario artículo de consumo. El vestido usado por los desgraciados culíes es muy fresco en toda la extensión de la palabra; pueste que solamente se ponen una especie de servilleta a guisa de pañal. Lo demás... ya lo supondrá el lector. No es aventurado asegurar que, si los modistos franceses llegan a venir a Puerto España, no está lejano el día en que veamos a nuestras damas imitando a los culíes, a pesar de que las vestimentas que hoy usan son tan poco abrigadas como las que se gastan ellos. NS O que abunda hasta en los pueblos más infelices de Centro América no lo hay en Puerto España. ¡Admírense! No existen limpiabotas debido a que los negros trinitarios consideran ese oficio muy bajo. Lo que no sé, ni he podido averiguar, es si lo bajo está en ellos o en los zapatos. ES E conocido en mi larga correría toda clase de empresarios: mujeres, chinos, negros, zapateros y hombres de negocios; pero lo que sí no estaba en mis libros era tenérmelas que haber con un culí empresario, desgracia que me tocó en el “Nuevo Teatro” de San Fernando, la segunda ciudad de Trinidad. Si los productores de películas tuvieran que entenderse con empresarios como el nombrado, de seguro que se dedicarían más bien a moler vidrios con la frente o a hacer zapatos. Es una lástima que los productores no tengan negocios con empresarios culíes, puesto que si tal sucediera, por misericordia con los desgraciados que tenemos que hacerlo, nos regalarían las copias, y como ñapa, nos camonizarían en vida. OR centenares se ven por las calles las mujeres en bicicleta. Juzgue el lector si con la moda actual y andando a pie, se ve lo que se ve, ¿qué no se verá andando ellas con los mismos trajes y en bicicleta? de Rã k Ni o de Puerto España para San Fernando, en un tren que se movía más que una coktelera o que un “roto” chileno bailando una cueca con tamboreo y huifa, presencié algo único en los anales ferroviarios y que más tarde me enteré era moneda corriente en dicha línea. En una estación llamada Couva, después de haber dado la señal de marcha y de estar ya el tren en movimiento, un matrimonio negro desde el andén principió a gritar que detuvieran el tren, a lo que el conductor accedió galantemente. Una vez que el tren se detuvo, los negros subieron a su respectivo carro, que no era otro que uno de tercera. ¡Olé por la democracia, por los conductores galantes y por las empresas sin itinerarios! ER OX x IANSE ustedes del número de botiquines (cantinas) que tiene Caracas, de la belleza de las cubanas, de la intelectualidad UN MODO DE ELECTRIZAR “Lo que nuestros ojos están mirando” nos impide poner un rubro apropiado a este grabadito. El mareo ha borrado de nuestra memoria hasta el nombre. Es una chica de Mack Sennett-Paramount. Claro. Ella se está dando aire pero nosotros lo necesitamos más. bogotana, del pulque que se toma en Méjico, del café que produce el Brasil, del calor de Santo Domingo y de los millones de los americanos; puesto que todo eso y algo más es un mito si se compara con la cantidad incontable de casas de empeño que existen y funcionan en Puerto España. Allí el que no empeña, es peña. E N Woodford Square, o sea en la plaza principal y el centro de la población, las gallinas escarban y ponen con consentimiento y beneplácito de la sanidad y de las autoridades policíacas. Más aún, los vecinos que no tienen corrales o gallineros en sus respectivas casas, pueden soltar sus aves en dicha plaza, las que tienen más ventajas y comodidades que sus propietarios, desde el momento que en ella no existen bancas donde sentarse y deja de haber retreta por falta de luz o anuncio enigmático de luna. Exactamente igual pasa en la “Sabana”, el paseo más hermoso que tiene la ciudad, lugar de residencia de los opulentos y aristocráticos y donde está situado el “Queens Park Hotel”, el más cómodo, pintoresco y elegante de las Antillas. Allí se ven a diario cientos de vacas, toros y terneros que pastan tranquilamente, sin que sus muchísimos propietarios se preocupen de ellos, puesto que las mismas avenidas de paseo sirven de valla y los paseantes mismos son sus cuidadores. En Puerto España, las doctrinas bolcheviques están (Continúa en la página 850) > PÁGINA 833