Cine-mundial (1922)

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CINE-MUNDIAL o nos habla, en la Metrópoli del Arte de la “Formidable Equivocación del Cinematógrafo Por DON JOSE hay que citar a los Padres Geralt y Vincent, dos frailes dominicos de mucho talento y actividad, los cuales han realizado una labor magnífica en el sentido agrario-cristiano. —¿Y de Francia, la vecina? — saltamos nosotros, aprovechando un claro, con el objeto de hacer nuestra entrevista "circular". El creador del Marqués de Bradomín, como en una evocación, alzó los ojos miopes, pequenos e inteligentes. Dijo: —Francia... allí estuve en plena guerra para escribir mi “Visión Estelar”. —La hemos leído — le interrumpimos. — La guerra vista desde Arriba. — Sí; he procurado abarcar el drama como visto desde otro plano, buscando la circunferencia de las cosas... Es curioso advertir el fenómeno de parcialidad literaria que entrañan algunos buenos libros escritos acerca de la guerra. Estos libros son “sectores”, parcelas del sentimiento, episodios aislados. Los hay que reflejan con profundo sentimiento la vida de las trincheras, otros las maniobras de la artillería, aquéllos los trabajos de las ambulancias... “sectores”, aspectos sentidos y luego escritos según las observaciones personales. El uno fué soldado de infantería y padeció todo linaje de penalidades en fétidos y encharcados subterráneos, durante noches negras, eternas y densas, habiendo descabezado una pesadilla de pie, hundido hasta la cintura y apoyado en las espaldas de un compañero; aquél, enganchado en un regimiento de caballería, galopó — caballero de la Muerte — por los campos estercolados con cadáveres, y pudo presenciar, entre ráfagas de fiebre dantesca, las fugas epilépticas de los caballos sin jinete, desbridados, humeantes y relinchadores... Y así por el estilo. El autor que escribió páginas recogidas en el tráfago de una ambulancia, por aquello de los distintos actores que concurren a ellas, pudo ser más afortunado y ampliar su visión; pero... anotemos este singular fenómeno, mil veces comprobado: el soldado en campaña, de la clase y graduación que sea, siente que se ha perdido la batalla cuando él cae herido... Yo, colocándome, con el intelecto, por encima de la catástrofe, he querido afectar mi sensibilidad desde todos los puntos de la circunferencia, verlo todo, conmoverme ante todo, recoger de todos la parte emocional que los sacudía, y luego de describir la espantosa zarabanda que se representaba, escribir el comentario, cubriendo toda la escena con el manto de la propia comprensión. —Admirable, maestro; así lo hemos sentido nosotros al leer las páginas cinceladas de su “Visión estelar". Pausa. Con la mano única, mañosa y delicada, el señor del Caramiñal untó de mantequilla una corteza, metiéndosela en la boca con un gesto que establecía una transición. —Usted, Maestro, estuvo en Bélgica, si no recordamos mal, invitado a las solemnes ceremonias que se celebraron en memoria del malogrado y enorme poeta Verhairen. —Cierto. Fuí invitado personalmente por el Gobierno belga y, por tan espontánea como especial cortesía, hube de pronunciar un discurso en español ante los restos del genio ENERO, 1922 < ido... Nos unía una entrañable amistad; Verhairen, en sus andanzas por España — recuérdese su libro “La España Negra” — fué mi compañero de muchos días... ¡Qué descanse en paz su alma gigante y atormentada! —¿Y del actual movimiento literario español, Don Ramón? Ligera pausa. El maravilloso estilista recibe un cigarrillo, que alguien le enciende, y aspira bocanadas de humo que luego ex| pele en hilillos azulosos y bifurcados por entre las rendijas de sus mostachos, verticales, discretos y solidarios. —El papel está por las nubes, escaso y carísimo; es imposible, en estas circunstancias, imprimir o re-imprimir libros. Hay que esperar; hay... escritores que valen mucho. Mi tocayo Pérez de Ayala, el otro tocayo, Gómez de la Serna, Pío Baroja y su hermano Ricardo, cuyo vasto talento sabe hurgar por todos los rincones del pensamiento, desde un cuadro, un drama y un ensayo filosófico hasta el manejo de un engorroso negocio mercantil. Ricardo Baroja, algunas veces su hermano Pío, el malogrado Regoyos, algunos otros y yo, hemos formado tertulia, durante treinta años, noche por noche, en el café del Levante. —¿Y del Cinematógrafo? ¿Tiene usted ideas acerca del Arte Mudo? ¿Le gusta a usted como moderna manifestación plásticomimico-objetiva? Tercera pausa. Ahora estamos en el hotel, sentados frente a frente y, aunque parezca mentira, solos y libres de asiduos “secretarios". Encendemos unos cigarrillos. Don Ramón mira al cronista con expresión más comunicativa que al principio, cuando hicimos alusiones al enojoso lío reporteril mejicano; no en balde hemos conversado tres cuartos de hora y no en balde advirtió, con natural complacencia, que éramos “primos-hermanos”, por la parte de Covadonga; un parentesco de gran senor, un gajo (yo) del árbol jugoso y florido (él) de la madre tierra cantábrica. Don Ramón habló de esta suerte, sencillo, verboso y catedrático: —La formidable equivocación del Cinematógrafo consiste en hacer “alma” de lo secundario, de lo casi inútil hasta cierto punto. Hay dos sentidos estéticos, de los que ya hablaba Platón: el sentido de la vista y el del oído. El Cinematógrafo pertenece, por excelencia, al primero de ambos. Todo en él es objetivo, plástico-místico, y entra derechamente por los ojos, tratando de recrear por esta línea estética. El oído se inhibe como anulado; no hay sonidos que lo despierten (la música es accesoria y la atención que se le presta es mecánica, inconsciente) y los letreros que van apareciendo y desapareciendo en la Pantalla influencian también el nervio óptico, los ojos. El Cine habla a los ojos y nada más. Pudiéramos decir que la Pantalla es lo plástico animado en donde el movimiento y el color son los dos únicos componentes. Ahora bien; se comprenderá que la obra más ingeniosa de Don Jacinto Benavente resulte un fracaso traspuesta al Cinematógrafo... porque los personajes del eximio dramaturgo hablan, se dirigen, con inmediato fin, al sentido estético del oído, producen sonidos que entran por las puertas auditivas para seguir después su proceso sen timental. Las palabras contienen ingenio, literatura... Podemos cerrar los 0jos y recrearnos con escuchar la recitación o la lectura de cualquier pasaje literario. Es más; hasta solemos cerrar los ojos — el otro sentido estético — para mejor disponer la atención al otro compafiero, que es independiente, como lo pueden ser las dos o más entradas de un edificio. Producir películas a base de argumentos “famosos”, es decir, de alto mérito literario, viene a ser igual— valga el símil — que adaptar los materiales al plano de construcción. Yo, en Madrid, en la Academia de San Fernando, he sido profesor de Artes Plásticas, tan íntimamente relacionadas con el Cinematógrafo... Véanse las viejas estampas; revisemos cualquier interesante colección, una francesa del siglo XVI. Aquí están, con toda la gracia y el colorido de la época. Colóquense en forma sucesiva: y tendremos el Cinematógrafo, un cinematógrafo primitivo cuyo movimiento se encargan los ojos del curioso en establecer. Veamos: “Francisco Primero da la bienvenida a Diana de Poitiers, saludándola con galante majestad.—Diana de Poitiers, sentada al lado de S. M. Francisco Primero, se deja estrechar sus lindas manos. —El Soberano francés besa a Diana de Poitiers, que baja los ojos ruborizada.— Francisco Primero en la intimidad con su favorita.—Una escena de celos entre el Monarca y su amante.” Numere usted ahora las estampas, colóquelas en orden cronológico, vaya leyendo los pies y recréese luego en el colorido y la expresión de las figuras, que lo dicen todo, y aquí tiene usted el Cinematógrafo cumpliendo su misión artística de plasticidad... entrando derechamente por los ojos. Queda, pues, en claro que los argumentos son todos de orden secundario; son los pies de las estampas sobre los cuales se echa una rápida ojeada; cualquiera los escribe al pie de las figuras, de lo objetivo, de lo que se exhibe para la estética de la vista; y significa una incomprensión mayúscula, una ridiculez, un despilfarro y, además, un contra-sentido, producir una película precisamente a base literaria, a base acústica, ya que es evidente la inhibición del oído... Una procesión en Sevilla, por Semana Santa. A ver qué argumento necesita usted de antemano. El pueblo, pintoresco, devoto y espeso; la calle de la Sierpe; cirios, imágenes, mantillas, crespones, hábitos, sandalias, peinetas; el Cristo de los Poderes, majestuoso, plástico y doliente; casullas, mitras, palios, hisopos. .. Pasa la procesión; barrio de Triana; a lo lejos el Guadalquivir; rostros morenos, pálidos y como nimbados; ojos que rasgan el ambiente como ráfagas eléctricas; la Giralda, esbelta, afiligranada y evocadora... Allí va Pastora Imperio, descalza, penitente y provocativa, cantando una “saeta” para que el Señor de los Poderes perdone sus muchos pecados; el Gallo, en calesa, se cubre el rostro con un pañuelo de luto, sentimental, supersticioso y gitano. Y tras este desfile mistico, caliente y luminoso, la ronda pagana de las noches tibias; la reja y los claveles reventones; el rostro de la novia, los suspiros del galán, la copla, el beso que estalla, la bandurria y los pregones de las vendedoras, pandereteros, nostálgicos Y morunos... (continua en la página 44) > PÁGINA 15