Cine-mundial (1922)

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Por entonces, en el Prado de San Sebastián, se instaló un nuevo Cine, con relativo lujo y no pocas comodidades. Era Empresario un industrial del Barrio de la Victoria de Málaga, que explotando la naciente afición peliculera había ganado buenos cuartos y flamantes billetes. Comprendiendo y estudiando el negocio se unió a un socio capitalista, que era también hijo de la tierra de los boquerones y unidos para la explotación instalaron Cines en Sevilla, Málaga, Algeciras y Antequera. Al inagurarse el moderno Cine sevillano, la prensa se desató en elogios. El diario “El Liberal”, de crédito indiscutible, le dedicó dos columnas y el popular “Noticiero” agotó el repertorio de las alabanzas. Sevilla podía contar gracias a los nuevos Empresarios con un Cine modelo. Pero no contaban con la huéspeda, o sea con las críticas del “Tío Faroles”, Este se dedicó a decir que el Salón era una indecencia, húmedo, mal oliente e incómodo, y que las películas resultaban detestables, pues ni aquellos eran artistas, sino. una docena de comparsas que no sabían n: moverse ni se encontraba originalidad en los argumentos sino plagios de otros muy conocidos en la ciudad de la Torre del Oro. Lo peor era que cuando iba al Cine, un cuarto de hora antes de entrar ponía el pulpitillo junto a la puerta y allí al aire libre, publicaba sus impresiones, quitando a muchos espectadores las ganas de comprar entradas. Noticioso el Empresario Victoriano de la mala lengua del remendón, estuvo dudoso de lo que debía hacer para cortar de raíz aquella propaganda que le perjudicaba. Prohibir la entrada al “Tío Faroles” en el Salón, era provocar un escándalo, darle un garrotazo hubiese buscado un perjuicio y discutir con aquel tío era una tontería. Entonces se le ocurrió otro medio más original y seguro. Una de las tardes en que se dedicaba a criticar una película estrenada el día antes, rodeado de sus amigotes, se le acercó un portero y le dijo: —“Tío Faroles”, de parte del señor Empresario que mañana lo espera a las cuatro de la tarde en Contaduría para un asunto urgente. Oyó el recado con cierto asombro y replicó: —¿Y a mí pa qué me quiere ese señor? —Lo ignoro — replicó el portero. Concurrió a la cita con exceso de puntualidad, pues a las tres y media de la tarde ya se hallaba el zapatero en la puerta del Ra Sem me ANS despacho dando vueltas al ancho y raído sombrero y pensando para qué podria ser llamado, Por fin le correspondió su turno y entró. El Empresario hallábase sentado en una amplia butaca, fumando un espléndido Cabañas y teniendo sobre las rodillas un número de la revista “Comedias y Comediantes”. — Se pué pasar?—dijo temblando el “Tío Faroles". —¡ Adelante! ¡Adelante! — exclamó Don José María, que así se llamaba el malagueño. Veo que es usted puntual. Ea, siéntese en esa butaca que tenemos que hablar largo. —Como el señor guste. — Pues bien, me encuentro en un compro miso y me he acordado de usted. —¿De mí? : —Justo. Sé que es un hombre muy entendido en todo, que de todo se ocupa, que tiene un criterio muy claro y una camarilla muy obediente. . —Yo... yo... —Cabal. No se haga usted el modesto. Tengo una buena policía y un gran ojo para adivinar las grandes inteligencias. —Es que....—tartamudeó el zapatero comprendiendo que había mucho de guasa en aquellas alabanzas. — Vamos al caso. Proyecto encargar una película a Nueva York para gozar de la exclusiva y necesito un argumento nuevo, sensacional, dramático, de muchos personajes y sobre todo interesante. ¿Que opina usted” —Me parece muy bien. —Me alegro. Necesito que usted, mi inteligente y culto amigo, me planee el argumento, lo divida en jornadas y lo dirija. —¿Qué dice usted? —Lo que oye. Me han dicho que nadie podía servirme mejor que usted. —Pero no sabe que yo soy un pobre zapatero, que con dificultad sé escribir. Entonces Don José María se puso en pié. frunció el ceño y exclamó: —Perfectamente. Pues cuando no se entiende de una cosa, ni se tiene cultura, ni se sabe hacer argumentos, no se improvisan críticas, no se mete uno a censurar, sino se limita a ver, oír y callar. Así no se verá en el caso de que le tengan que decir, como yo le digo ahora: “Zapatero a tus zapatos” ¡A cuántos críticos de guardarropía puede aplicarse la moral de este cuentecillo! CRONICA DE LA HABANA (Viene de la página 255) guín los mejores espectáculos teatrales que vengan a Cuba. Dará a conocer también las mejores producciones cinematográficas que sean importadas a esta isla. Es digno de aplauso el proyecto del nuevo empresario y es de desear que el público responda cumplidamente a sus esfuerzos. —Se ha hecho cargo de la empresa del teatro “Fausto” el señor Ossián Albanés, joven ducho en negocios cinematográficos. —El teatro “Holguín” había cerrado para introducir algunas reformas en su interior. Ahora, terminadas las obras, no puede celebrarse su reapertura por no encontrarse en las debidas condiciones sanitarias. — F. Feria Salazar. * kx x De Morón. — Los cines de esta localidad se ven a diario muy concurridos. Ello se debe sin duda a la actividad de los empresarios, que no descansan buscando nuevas atracciones que ofrecer al público. Los hermanos Eratoberea, empresarios del “Apolo”, exhibieron con éxito las cintas “Allá en el Este” y “La España Nueva”. Esta última, sobre todo, batió el record de entradas. > PÁGINA 276