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Crónica de París
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Perla Blanca en la Ciudad-Luz.—Haciéndoles la competencia a los entrevistadores de CINE-MUNDIAL.—La estrella está “triste”, aunque en inglés. —No tiene intenciones de abandonar Lutecia más que para hacer una serie por cuenta de Pathé... y después, regresará.—(Esta crónica está dedicada enteramente a una charla con Pearl White.)
O QUE es esta vez voy a recibir por lo menos una carta de felicitación, escrita de puño y letra del Director y quizá algo de más “peso” y utilidad, pues creo que la cosa vale la pena. He entrevistado a Perla Blanca y si bien es cierto que no van fotografías de la entrevista, ofrezco en cambio otras de la artista, absolutamente inéditas. Sabido es que la popular estrella vino a París contratada para actuar en el “Casino de París”, a dónde debía ir yo a verla una noche, pero ha querido la pícara fatalidad que pocos días después de haber debutado en la “Revista de las Estrellas”, un intempestivo incendio redujera el escenario del Casino a pavesas. Las pérdidas fueron muy importantes, aunque por fortuna el haberse producido el siniestro por la mañana, evitó seguramente una verdadera hecatombe.
Al ver esto, decidí ir inmediatamente donde Perla (mi primera interview), para preguntarle lo que pensaba hacer y saber si su contrato continuaba en pie o no, y si, como se asegura, actuaría en otro de los teatros de Volterra, dueño del Casino.
Para ello empecé por personarme en su domicilio, 46 Avenue du Bois de Boulogne, siendo cortésmente recibido por la secretaria de Perla (francesa), declinándole mis títulos de agente corresponsal de CINE-MUNDIAL en París. Díjome la secretaria que Miss Perla llegaría aquel día muy tarde (era un sábado) y me invitó a volver el lunes siguiente de 11 a 12, hora en que debía recibir la visita de su peluquero, o si esta hora no me convenía, de 1 a 2 de la tarde.
Dos días después, los relojes pneumáticos marcaban las once menos diez, cuando volví yo a subir las escaleras del Hotel particular donde habita la actriz. Fuí recibido por la consabida secretaria, y me manifestó que Perla le había telefoneado, citándome de 5 a 6 de la tarde, pues aquella mañana estaba ocupadísima y comería probablemente “en ville”.
Con más puntualidad aún que por la mañana, volví a personarme por la tarde en el susodicho piso, siendo esta vez recibido por una “femme de chambre” que me introdujo en lujosísimo “boudoir” azul-turquesa, donde quedé esperando.
Eran ya más de las siete cuando apareció la secretaria, para preguntarme si me aburría mucho, pues no sabía en qué estribaba el retraso de la “Miss”. Le aseguré formalmente que no y al quedar solo volví a empezar por segunda vez el inventario de los muebles del “boudoir”.
Pasó aún bastante rato, eran exactamente las ocho menos veinticinco, se oyó un timbre y después el abrir y cerrarse la puerta del piso. Oí pasos precipitados, me levanté, arreglándome con una mano el nudo de la corbata, mientras con la otra alisaba mis cabellos y procuraba ocultar una calvicie prematura, que empieza a ponerme al descubier
fvr1o, 1922 <
(De J. Grau-R., nuestro corresponsal en Paris)
to el cráneo en forma de herradura, y apareció... la secretaria. Venía a decirme que Miss Pearl acababa de llegar y que iba a recibirme, pero me lo dijo en inglés, de lo cual se excusó momentos después, al darse cuenta de su distracción, repitiéndome el aviso en francés, y lo celebré pues la verdad es que hace ya mucho tiempo que no he visto a mi última profesora de inglés y mi vocabulario de ese idioma se achica de día en día como la piel de zapa.
En el salón vecino del “budoir” habían dos caballeros que tambén esperaban. ¿Llegaron antes o después que yo? Por más esfuerzos que hice para tratar de recordarlo me fué imposible. Sólo sé que Perla habló un instante con ellos, les dejó y vino a mí con la sonrisa en la mano y los labios tendidos. . .
no, no es esto lo que quise decir, me parece que debe ser al revés— he leído la frase en algún “magazine” y no me acuerdo bien; bueno, los lectores habrán comprendido y esto basta.
La estrella empezó por decirme que estaba “muy triste” por haberse retrasado, haciéndome esperar tanto, pero le contesté que el tiempo me había parecido corto, admirando los bibelots y muebles, entre los cuales había un magnífico piano de cola del boudoir azul-turquesa.
Acto seguido, le endilgué un cumplimiento como los que recitaba siendo niño a mi padre el día de su santo y me dispuse a llenar el objeto de mi visita.
Había establecido un programa de lo que quería preguntarle, pero como suele suceder en semejantes casos, no me acordé de nada absolutamente y empecé por pedirle su retrato, según aparece en la Revista, para los lectores de CINE-MUNDIAL, puesto que la enfermedad de uno de mis amigos que trabaja en el “Pathé-Journal”, me privaba del valioso recuerdo de algunas footgrafías en “téte-a-téte”, de las que están ahora en boga entre los entrevistadores “profesionales” de esta revista.
Amablemente me mostró Perla sus fotos más recientes. Unas tomadas en el Bois de Boulogne, con su "super-auto" Farman que acaba de comprar y que segün me han dicho cuesta una barbaridad de francos, pues tengo entendido que se trata de un modelo fabricado especialmente para ella por los talleres de aviación de la casa citada, que fabrican también autos de lujo. Luego me mostró otras de la Revista, pero no eran propias para la reproduc(Pasa a la pág. 303)
Pearl White, de una parte, como aparece en la Revista del Casino de París. Y, de otra, con su Farman, en el Bois de Boulogne. Ella dice que el tal carruaje es *una maravilla de suavidad".
(Fotografía de Barenne y de G. L. Manuel Frêres)
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