Cine-mundial (1923)

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SOBRE LA MANERA DE AGRADAR A Los 7i Querida “Afligida”: En un nümero reciente de CINE-MUNDIAL prometí darte algunas indicaciones acerca de la manera más eficaz de agradar a los hombres y como lo prometido es deuda, me apresuro en cumplir y espero que los frívolos consejos que te doy a continuación puedan ayudarte en la ardua tarea de conseguir un novio, porque en resumidas cuentas, y, hablando con franqueza, este es el fin que te propones. No vacilo en calificar estos consejos de frívolos, pues sé que han de caer en manos de quienes no debieran leerlos, o en otras palabras, estoy convencida de que ningún hombre dejará de leer estas indicaciones para su propio mal, y a renglón seguido las ha de tachar de frívolas divagaciones del cerebro femenino que jamás aprenderá a tratar las cosas graves de la vida con seriedad. En primer lugar quiero hablarte de la elegancia de tu indumentaria y de su efecto sobre el corazón masculino. Los hombres no entienden nada de modas, pero yo no sé porqué contradicción de la naturaleza, saben perfectamente cuándo una mujer está bien o mal vestida. La elegancia en el vestido produce un gran efecto sobre la mayoría de los hombres, efecto siempre favorable para la que va elegantemente ataviada. De manera que si te vistes bien puedes decir que has puesto una pica en Flandes, y quedarás convencida en poco tiempo de que el león no es tan fiero como lo pintan. Te digo esto pues sé que como eres muy jovencita, los hombres te inspiran cierto miedo y cierto respeto debido a la reputación universal que tienen de ser muy inteligentes y avisados, mucho más inteligentes y avisados que cualquiera mujer. Pero como iba diciendo, si vistes bien, la mitad de la batalla está ganada. En -cambio, he aquí un problema que no llego a profundizar por mucho que me devane los sesos tratando de resolverlo: los hombres saben perfectamente cuándo una mujer está elegantemente vestida, pero en cambio, sus ideas sobre modas son de lo más rudimentarias del mundo. Por ejemplo: los hombres no saben distinguir entre el encaje legítimo hecho a mano y la imitación hecha a máquina. Para ellos las telas se resumen en cuatro clases: las suaves, las brillantes, las tupidas y las transparentes. Según el criterio masculino, todas las telas suaves son terciopelos, todas las brillantes, rasos, todas las tupidas, lanas, y todas las transparentes, gasas. Pero, en esto de gasas son muy entendidos; es curioso cómo llegan a distinguir la gasa. Saben si es más o menos transparente, si tiene dibujos, si es de reflejos metálicos y demuestran una pericia en colores y efectos de transparencia que es verdaderamente sorprendente. Esto parece inverosímil, pero es absolutamen FEBRERO, 1923 < CINE-MUNDIAL A (E o te cierto. Háblale a cualquier hombre de gasas y verás cuánto sabe. Otra cosa muy curiosa es lo listo que resulta en materia de medias. A gran distancia puede distinguir si la media es de lana, de algodón o de seda. Demuestra gran preferencia por la media de seda, y sabe perfectamente si es calada .o no, si lleva medallón de encaje. Según he notado le agradan mucho los medallones de encaje incrustados en medias finísimas de seda, de esa seda que parece una gasa. Bueno, esto se explica perfectamente: es debido a su apreciación de las gasas y confirma lo' que dije sobre el particular. En cambio, para el género masculino, el calzado se divide en dos clases: el de charol y el que no es de charol. Cosa muy notable también es que aciertan a distinguir el calzado alto del bajo. Jamás se equivocan; no toman la caña del botín por una media. Les llama mucho la atención el zapato bajo, mientras más bajo mejor. Nada diré del efecto del botín, pues como no está de moda no vale la pena de tomarle en consideración. Por estas indicaciones verás los puntos sobresalientes de la moda, según el criterio del sexo fuerte, y podrás arreglarte de manera que sin tener el aire de darte cuenta de lo que haces, produzcas un efecto enloquecedor sobre tu inocente víctima. No puedo menos que tratarle en este caso de inocente víctima, pues como no entiende nada de modas el pobrecito cae en la red sin darse cuenta de ello. Ahora, procederé a decirte que para simplificar las cosas hay que tener sistema, y el sistema más eficaz para lograr los resultados más rápidos posibles, consiste en dividir al género masculino: jóvenes, calvos y viejos, en cierto número de categorías. Esto simplifica grandemente las cosas. Para mayor claridad en la exposición de mis ideas, dividiré al sexo fuerte en cinco clasificaciones: 1a. Altos y flacos. 2a, Altos y gordos. 3a. Pequeños y flacos. 4a. Rechonchos. 5a. Los de mediana estatura. Mi objeto es indicarte a grandes rasgos los puntos que caracterizan a cada una de las citadas clasificaciones, de manera que tú, al encontrarte entre un grupo de hombres, sepas instantáneamente cómo habrás de tratar a cada uno, de manera que hagas una impresión favorable aunque entre ellos se encuentre uno o más ejemplares de cada especie. Como verás a continuación, esto de agradar a los hombres se reduce a nada entre dos platos. Siguiendo mis indicaciones el éxito es seguro. la.—Los altos y flacos: Quienes entran bajo esta clasificación son bastante fáciles de cautivar, particularmente si eres chiquita y graciosa. Si eres alta y esbelta, o de mediana estatura, no le hagas mucho caso a los altos y flacos, pues como son así les agradan las mujeres que parecen muñequitas francesas y si además de pertenecer a esta especie son buenos mozos, puedes estar segura de que tendrán ribetes de vanidad y que por consiguiente serán muy susceptibles a las palabras halagüefias. Las mujeres chiquitas tienen el don de decir cosas almibaradas, y siempre se las dicen a los altos y buenos moZOS, por cuyo motivo se ve tan frecuentemente el enlace matrimonial entre un hombre altísimo y una mujer que apenas le llega al codo. El alto y flaco, aunque sea feo, es vanidoso. Si gs feo, se imagina que es buen mozo. Así es que ya sabes el pie de que cojea esta especie y podrás proceder de acuerdo. Entre paréntesis te diré que el punto primordial para conquistar a un hombre es el saber valerte de sus flaquezas. 22.—Los altos y gordos: Estos están siempre de buen humor y, como les gusta comer bien, la manera más segura de agradarles es invitarles a comer. Si le obsequias con una buena comida en la cual figure algün manjar especialmente delicado, tendrás la dicha de ver su cara de luna resplandeciente de placer. Y, si pretendes haber condimentado el delicioso manjar tü misma, puedes contar con que queda rendido incondicionalmente, pues se despierta en él la esperanza de saborear semejante bocado con frecuencia durante el resto de su vida y es capaz de declararse en seguida si se remata la comida con una buena botella de champafia. Nunca te preocupes de los altos y gordos, lo único que tienes que hacer es proporcionarles algo bueno de comer y de beber. Son los más fáciles de conquistar. 32.—Los pequeños y flacos: Ahora comenzamos verdaderamente a entrar en materia. Bajo esta clasificación se encuentran los sujetos más difíciles de conquistar. Casi siempre son de temperamento nervioso y cambiable. Hay que tratarlos con guante blanco. Sufren de indigestión, lo que es equivalente a tener mal genio. Son dominantes y celosos. En una palabra: ésta es la especie más temible. Tienen un alma grande en un cuerpo pequeño y parece que esta combinación los tiene siempre nerviosos. La mejor manera de cautivarlos es dejarles rienda suelta. Si dicen que lo blanco es negro y lo negro blanco, hay que asentir por el momento. Más tarde podrás llegar a convencerles de lo contrario, pues son verdaderamente inteligentes en el fondo. Si examinas la historia verás que (continúa en la página 121) A > PÁGINA 89