Cine-mundial (1923)

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CINE-MUNDIAL Elvira Ortiz entró al Cine Derramando Amargas Lágrimas una habitación, cuyas paredes estaban -adornadas con una infinidad de retratos cinematográficos, dedicados algunos de ellos por Mary Pickford, Alice Calhoun, Antonio Moreno, y otros que escapan a mi memoria. —Usted es el señor Quezada, ¿verdad? — le dijo a mi compañero, después de manifestarnos que su hija no estaba en la casa. Lo reconocí por el retrato que tiene Elvira de usted. Nos mandó sentarnos y esperar un momento, excusándose para salir a atender. sus ocupaciones. —¿Se convence usted de mi popularidad? — me preguntó, en cuanto estuvimos solos, Quezada, que se ha puesto insoportable desde que un bromista de la redacción le llamó "mosquetero de la pluma" Afortunadamente para él, funcionó entonces el timbre del teléfono, atrayendo a la madre de Elvira Ortiz, la cual me impidió exteriorizar la respuesta que tenía hecha con esmero, Quien llamaba, era nuestra visitada; y oímos que le dijeron: — Aquí te están esperando unos señores. Como ella ofreció venir en seguida, interrumpiendo su paseo por Chapultepec, es bueno que yo aproveche este breve plazo para decir a ustedes que nunca como hoy lamento mi incapacidad para darles una idea de esta mujer delicada, inteligente, dulce, de una personalidad original y exquisita, que es INS recibió la madre de la artista en Una entrevista en la que el arte cede el paso al sentimiento.—De los argumentos de peliculas tomados de autores nacionales.— De cómo hablan en espanol los directores norteamericanos y en inglés los mejicanos. — Del acento de Antonio Moreno y del de Sánchez Mejias.— De otras cosas intimas y agradables. (Por Epifanio Soto, hijo) —¡ Hace tanto tiempo! — contesta sonriendo.. Y después de una breve pausa, empleada en recordar, continúa: —Una amiga y yo leímos en un periódico que los Estudios Camus deseaban examinar a las muchachas que desearan dedicarse al cine; y nos presentamos. Don Ernesto Vollrath nos recibió, al mismo tiempo que a otras varias aspirantes, empezando inmediatamente a probarnos. Ponga usted cara triste... ahorá alegre... preocupada... Y todas lo hacían, sin distinguirse ninguna. Entonces, alguien preguntó quién podría llorar, y mi amiga dijo que ella, si le hablaban de su novio muerto... Don Ernesto quiso convencerse y ella comenzó a hacer pucheros. ¡Acuérdate de tu novio!, le decían; y continuaban los pucheros, pero. ninguna lágrima salía... el indiscreto «deseo de pedir una explicación, de sondear aquel dolor de su vida.. —¿Usted cree que un actor de cine triunfará tan sólo con seguir al director, o que es indispensable que sienta su papel? —Con hacer únicamente lo que el director le diga, nunca irá a ninguna parte. Es necesario olvidarse de uno mismo y convencerse de que la vida propia, es la del personaje que se interpreta. —¿Y no es un obstáculo para lograrlo la forma en que se hace una película, o sea el salteamiento de las escenas? —No, porque para eso se lee el argumento; y al hacer una escena, da una por sucedidas todas las anteriores. —¿Y usted trabajaría igual con otra casa que con la de Camus? —¡ Quién sabe! Ya estoy tan acostumbrada a trabajar con don Ernesto, y me ha comprendido éste tan bien, que no sé si algün otro podría sacar de mí el mismo partido. Yo no le digo a usted que sea el mejor director, porque es el único que me ha guiado, y no conozco más; pero sí que creo muy difícil encontrar otro que sepa llevarme como él, y comprender mi temperamento como lo ha comprendido, para sacarle todo el partido posible. —«¿ Y cuáles son los papeles que usted prefiere interpretar? — Pues los sentimentales, son los que más se adaptan a mis facultades; como el de “Carmen”, lleno de ese romanticismo que encanta a las muchachas de diez y seis años Después de un rato, hubo que desistir. En3 j inté i á a : 5 ds tanto, que puede decirs ue para ellas no la mejor intérprete cinematográfica que hə tonces me preguntaron si yo podría, y conE > q p eq pe dado Méjico. Y no pudiendo describirla bien, vale más que no lo haga mal y que se conformen us testé que quizá sí; pero que no me hablaran. Y me puse a pensar... en algo triste (nos hay más literatura... porque aün tienen de la vida ese concepto que después nos hace sonreír... Ahora, para mi gusto, o desearía inicr cH fotografía. otras siempre tenemos adentro algo que DOS interpretar esa literatura que se siente, como | Ya está a la puerta su automóvil, y la duele). Al poco tiempo, las lágrimas rodala de Edgard Poe o la de los novelistas rusos oímos subir rápidamente por la escalera. Por Pan por mis mejillas, y yo recibía las felicie ingleses... ¿Conoce usted esa novela, “El fin, está ante nosotros y nos saluda. taciones. .. médico loco"? Es muy hermosa: nos descri—Cuéntenos usted su entrada al cine — En ese paréntesis de Elvira Ortiz, tuvo su bea un hombre cuerdo, encerrado, y vamos le digo— una vez que me ha otorgado su voz un tinte de emoción tan sincero que maviendo cómo todo lo que él hizo, pesándolo autorización para interrogarla. tó en mí, cuando apenas empazaba a nacer, (continúa en la página 112) € k Elvira Ortiz, estrella del lienzo cinemato gráfico mejicano. — Los famosos Coros ; > Ukranianos, que han sido aplaudidísimos, € ES en Méjico. — Abajo, de izquierda a derecha, Gaonita, diestro nacional que se pre IO sentó con éxito en la plaza del Toreo. — “Maera”, cuyos alardes de valor, por la intransigencia de grupos impertinentes, le hicieron entregarse a un toro. — Marcial Lalanda, a quien, por su arte, llaman algunos el “torero del ritmo”. — Una larga de Juan Silveti, otro torero a quien “La Porra” dió una cornada. FEBRERO, 1923 < > PÁGINA 107