Cine-mundial (1923)

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Larry Semon me jura que Su Papá Fue Brujo Por EDUARDO GUAITSEL SU abuelo también, aunque no hay que tomar las cosas desde tan lejos. La profesión brujesca, o como se lla me, que tan desacreditada estuvo en la Edad Media, se ha remozado de poco tiempo a esta parte, y entre nigrománticos, adivinadoras, palmistas y otros duendes más o menos auténticos, hay amplísimo campo para ganarse muy buenos dólares. Además, ya no los queman como antes, sino que los consideran y los admiran. De modo que, si yo no fuera entrevistador, creo que me metía a brujo. A ver si así me salía un hijo como Larry, que fuera el báculo de mi vejez y pagara mis cuentas, cada mes, en vez de pagarlas yo, que es lo que me pone de tan mal humor a veces. Quedamos, pues, en que el papá de Larry fué brujo de profesión, oficio, carrera y vocación. Se llamaba “El Gran Zera” y era socio de “El Gran Hermann”, otro mago que hacía milagro y medio por los teatros del mundo. ; Todo esto me lo decía Larry, mientras yo — atento a los detalles — contemplaba la nariz del interfecto. Una “Gran” nariz, palabra de honor. —¿Y el resto de la familia? — pregunté. — ¿También Brujos? —No tanto. Pero mi mamá y mi hermana trabajaban en el teatro, ayudando a mi progenitor a hacer sus brujerías... —¿Y usted también? —Sí, desde chiquito. —¡ Ahora me explico! Usted es actor profesional desde su más tierna infancia. —Todo lo contrario. —¡ Ah! —Más de una vez eché a perder la escena con mis travesuras. Para lo que me utilizaba más bien mi padre era para cantar, porque, aunque me esté mal el decirlo, tenía muy buena voz. Mi padre, que era perito en voces... —¿Músico ? —No, ventrílocuo, aparte de mago. —¡ Ah! —¿Cuánto tiempo duró su vida en la escena? —Poquísimo, porque mi padre dijo que la casa de los Semon se estaba convirtiendo en un aquelarre al paso que iba la familia y disolvió la compañía. El se quedó con sus cosas mágicas, pero a mi hermana y a mí nos mandó al colegio y a mi mamá también le dió sus papeles de retiro. En el colegio perdí la voz que era mi mayor atractivo... y tuve que buscar otro. ... —¿Dónde la perdió? ` Conste que yo no tenía intención de ir a buscarla, pero eso de perder una voz, como si fuera pañuelo, me intrigó un poco. —Ya le dije que en el colegio. La voz aquella era de soprano ;sábe usted? Y cuando crecí y dejé de ser un chiquillo, mudé, como los canarios de plumas y me quedé con la voz que ahora poseo y que no tiene nada de particular. —No — contesté distraído. — La voz, no. Pero... ;la nariz! Larry se echó a reír. Y yo también, pero hubo que cambiar de tema. Marzo, 1923 < CINE-MUNDIAL O O vycigaedegme DESIL ` S || 100 M ogm ; ITAM CLLLITTTLILELLII EE EHE EET s E E D —¿Y qué hizo Ud. al salir del Colegio? ¿Volvió al teatro? — Nunca volví a las tablas. Mi padre me hizo jurarle, antes de morir, que no sería mago, ni brujo, ni cartomanciano, ni adivinador... ni ventrílocuo. —¿Y entonces, qué fué usted? —Caricaturista. —;¡ Pues es verdad !—dije yo dándome una palmada en la cabeza. Esto de darse palmadas en la cabeza es imprescindible — lo mismo en el teatro, en el cine o en las novelas — cuando se quiere expresar que el “héroe” recuerda algo que se le ha olvidado. Por eso lo meto aquí, pero conste que yo no me doy palmadas en la cabeza, porque se me caen los lentes y no veo. —Todo lo que le estoy diciendo es verdad . — continuó Larry. —Ya lo sé — asentí yo. — Pero'es que yo vi sus caricaturas, en el “Sun”, hace años... Y no me explico que, con los sueldos que a Uds. les pagan en los grandes diarios, haya dejado la profesión, para meterse a fabricar comedias... —El cine y yo nacimos uno para el otro, señor Guaitsel. Sin que trate de presumir, afirmo que yo fuí el primero que hice una caricatura animada... —¿Dónde? —En mi libro de texto de latín, en el Colegio. Dibujé los muñecos al margen y, luego, hojeando de prisa el volumen, se veían Autocaricatura de Larry Semon las figuras moviéndoSe Aquí venía bien otra palmada en la cabeza, pues yo también “inventé” esas caricaturas animadas. Pero no. Hay que tomar en serio esto de las entrevistas. Volviéndo, pues, a la nariz de Larry... —4Ha vuelto Ud. a hacer caricaturas animadas? — inquirí. —No... pero de las otras todavía ejecuto muchas... —¿Quiere Ud. darme una para CINEMUNDIAL? —Con muchísimo gusto. Y me la dió. Es una autocaricatura, que aparece en esta página (o en la página donde empecé a escribir, pues sabe Dios a dónde se le ocurra a Hermida meterla. Es él el encargado de combinar las ilustraciones con los escritos y luego mete los finales de mis artículos junto a la *Ipana" o algün otro específico). Por la susodicha caricatura verán mis lectores que si Larry es bueno como cómico, también es de primera como dibujante. Y tengan la amabilidad de fijarse en la nariz. (Continúa en la página 169) > PÁGINA 139