Cine-mundial (1923)

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S indudable que las mañas del tigre son menos rastreras que las del lobo, y decimos esto porque a veces se alegra uno de que no haya espíritu de asociación entre los hispanos, aunque a ello se deba nuestro atraso comercial y las innúmeras revueltas políticas que hemos sufrido por nuestro individualismo y el ansia que todos tenemos de mandar. Este espíritu distintivo de la gente del norte produce, en el hampa, crímenes repugnantes casi desconocidos entre nosotros. Que un sujeto mate a otro a mansalva causa horror e indignación; pero que lo maten cinco o veinte, después de atarle bien pies y manos, es el colmo de lo nauseabundo por la abyecta cobardía que entraña. Aquí acaba de ocurrir un hecho de una per CINE-MUNDIAL a. vio ETS versión inaudita y que vamos a relatar en pocas palabras como ejemplo de salvajismo. En la Quinta Avenida de Brooklyn cayó desmayada sobre la acera una muchacha de veinticinco años. En seguida se formó el con sabido corro de curiosos. Luego se detuvo un automóvil, se apearon cuatro jóvenes y se ofrecieron para conducir a la enferma a su casa; ella balbuceó su dirección y la máquina se alejó. La muchacha no sabe cuánto tiempo duró el viaje y vino a medio despertar cuando la máquina se hallaba en un paraje solitario del gran parque “Prospect”. Uno de los hombres le dió algo a beber, y al poco tuvo que luchar con todos ellos para defender su honor. Después perdió de nuevo el conocimiento y no lo recobró hasta la mañana siguiente, en que empezó a gritar al ver que no podía moverse. Como nadie llegaba a socorrerla, intentó arrastrarse y rodó por un barranco donde la recogieron más tarde unos trabajadores. Puestas a secar, después del baño y con sonrisa y todo, estas tres beldades de Mack Sennett están haciéndole competencia al sol y deslumbrando a los circunstantes. Lo malo es que ni siquiera sabemos cómo se llaman. Pero ofrecemos dedicarnos a averiguarlo cuanto antes. Marzo, 1923 < > PÁGINA 149