Cine-mundial (1923)

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Y ahora está en un hospital. Tiene lesiones internas y habrá que amputarle las dos piernas, que se le helaron durante la noche que estuvo a la intemperie. * * * ¿Qué les parece? ¡En el mismo centro de la capital más progresista del mundo! ¿Qué harían Vdes. con los jóvenes del automóvil, que probablemente tendrán hermanas o primas y es de suponerse — aunque la mente rechaza la idea — que también hayan conocido a sus respectivas madres? En lo que a nosotros toca, este es un caso en que nos gustaría emular la conducta de aquel Capitán General español y proceder, “provisionalmente”, al fusilamiento de los cuatro. N antiguo boxeador que, a la verdad, nun ca hizo alardes de gran cultura, se dedica desde hace años a interpretar pequeños papeles cinematográficos en Los Angeles. Para que no se figuren Vdes. que aludimos a “Bull” Montana, diremos sin más rodeos que se trata de “Kid” Broad. Pues bien: se cuenta que el verano pasado el director de la compañía reunió a todos los comparsas del taller y les dijo — —Mañana se van a fotografiar varias escenas de invierno y quiero que todos Vdes. vengan con abrigos, bufandas y ropa por el estilo. Conque, ya lo saben. A las diez en punto. Abrigos... ropa gruesa... Al otro día, el director observó que “Kid” Broad andaba tan campante por el taller en mangas de camisa y con sombrero de paja. —¡Oiga Vd., Broad! —le gritó indignado. — ¿Qué anda Vd. haciendo ahí en esa facha? ¿No le dije ayer que hoy íbamos a fotografiar las escenas de invierno? —Sí, señor, sí, me enteré perfectamente — respondió con voz meliflua el ex-pugilista. — Tranquilícese Vd. porque voy bien abrigadito: llevo puesta la mejor ropa interior de lana que tengo. OR los teatros de variedades de la metró poli trabaja una cómica muy simpática, favorita entre el público desde hace tiempo, que termina su número con el estribillo de moda entre nosotros desde que nos visita Coué: todos los días y de todos modos me siento mejor y mejor. La gente ríe a mandíbula batiente, porque la artista se ha impuesto y cualquier cosa que dice causa hilaridad. Pero lo curioso es que el asunto no es de risa, sino muy serio y con ribetes de tragedia. El público no sabe que la actriz ha ido perdiendo la vista hasta quedarse completamente ciega, y que, agotados todos los recursos de la ciencia, pone en práctica la fórmula del droguista francés como última tabla de salvación. EIS catedráticos de la Universidad de Prin ceton — sí, la misma que presidió Wilson antes de meterse a gobernante y redactor de “puntos” — se han entusiasmado con unos versos de otro compañero de aula alusivos a “diez libros mágicos que compendian todas las tierras y todas las edades”, y, en el calor de la emoción, están dando a la prensa los nombres de las diez obras que desearían poseer si tuvieran que pasar el resto de sus días en una isla desierta, Como no vamos a ser menos que estos pedagogos yanquis, haremos constar ahora mismo que nosotros preferiríamos CINE-MUNDIAL Otra que necesita ropa _Algún ratón ha obligado, sin duda, a esta bañis ta de Mack Sennett a refugiarse en el último peldaño de la escalera, toda encogida. O será el frío, pues con semajantes andrajos, hay para pleuresía y media. BIHIDDIPIDEEROUERIDTODITINSESIJIIEIEETISEIDIDEEOREIIESIIIIODISTIIITETEITEAITITIJI2272) 5 La Odisea, La Iliada, La Biblia, Los Comentarios de César, La Enciclopedia Británica, El Korán, La Divina Comedia, La Vida de Abraham Lincoln, El Paraíso Perdido y Las Memorias de Ludendorff, porque todas son obras famosas que hasta la fecha sólo hemos visto por el forro y varios compafieros nos han asegurado que no nos vendría mal leerlas con detenimiento. Eso sí: de caer por la isla desierta de marras, en arribada forzosa, algunas bañistas del amigo Mack Sennett, ¡adiós libros mágicos! UANDO esta revista empezaba a publicar se y nuestras opiniones eran más firmes, porque teníamos menos años, vimos algunas películas hechas en España e hicimos comentarios de que luego nos arrepentimos. Por ejemplo: las artistas gastaban unos peinados llenos de ricitos, flequillos, malanguitas, etc., Marzo, 1923 < que nos produjeron efecto deplorable y así lo dijimos. Además, estábamos convencidos entonces de que unas señoras tan gruesas como aquellas no iban a resultar muy apetitosas fuera de la península, donde el público exige al elemento femenino cierta mesura en cuestiones de volumen. Pero los gustos cambian con el tiempo. Más tarde observamos aquellos mismos peinados por las calles de Nueva York, y no perdemos la esperanza, como van las cosas, «de admirar en la pantalla estrellas de setenta kilos para arriba. * x * Tampoco tomábamos en serio las contorsiones de las Bertini y Menicheli, que trabajan en continuo desmayo, hasta que Nazimova y Pola Negri nos demostraron que esas acrobacias de alcoba podían traducirse en millares de dólares. * * * En la actualidad se consolida la revolución cinematográfica que cabecillearon Blasco Ibáñez y Rex Ingram. Al autor de “Los Cuatro Jinetes” y al director de la “Metro”, que llevó la obra al lienzo y descubrió a Valentino, se debe el cambio radical operado de un año a esta parte en los gustos de los públicos mundiales. Hoy no hay quien haga caso a William Hart. Ya puede sacar veinte pistolas y dar otras tantas carreras a caballo: las muchachas se quedan tan tranquilas, y hasta ríen a veces, Nadie se ocupa del guardia rural canadense, o del oficial de marina que desenmascara a los espías, o del político sin mácula, que tantos suspiros provocaran. El joven financiero que gana millones en negocios de minas y rescata a la humilde doncella al final del cuarto rollo, produce bostezos entre las adolescentes neoyorquinas. El cowboy que prende a la cuadrilla de bandoleros y se bate a pecho descubierto con la mitad del ejército mejicano ha descendido a pequeños salones de los barrios habitados por inmigran “tes, donde apenas se habla inglés. Su presen cia en un teatro de primera categoría causaría un motín. * * * Rodolfo Valentino, vestido por Blasco y guiado por Ingram, ha transformado todo eso. Las muchachas de Norte América tienen la imaginación fija en Andalucía, Argentina, Sud-América — región que no saben exactamente dónde queda, pero que ellas se figuran novelesca, romántica, en la que se cosechan jovenzuelos trigueños, de pelo sedoso muy negro y miradas arrebatadoras. Hacia lo francés hay pocas simpatías entre el püblico cinematográfico yanqui — quizás porque Francia dejó de ser misteriosa con la guerra. Italia tampoco despierta sentimentalismos, a pesar de habernos dado a Valentino, por ser muchos los italianos que andan por Norte América metidos en negocios de limpiar botas, fregar platos, vender carbón al menudeo y picar piedras. Pero a nosotros sólo nos conocen de lejos y lo español, lo argentino y, sobre todo, lo *sud-americano" está en el candelero. Basta decir que uno se llama García o Fernández para que las chicas a nuestro derredor comiencen a lanzar miradas lánguidas, lo cual tiende a crear un estado de cosas admirable y ningún hispano que se respete objetará. Así, como Valentino, Ramón Novarro hará grandes papeles para la Metro, y otro mejicano, Orlando Cortés, ha sido contratado por Lasky; Ivor Novello, italiano procedente de Inglaterra, interpretará “andaluces” y > PÁGINA 150