Cine-mundial (1923)

| L y i ) “un perfecto asilo de discreción y de ameno esparcimiento' como dijera, sonriente, el magnate, al ponderar sus excelencias. Si bien las cenas habían sido servidas en sitios diferentes y los anfitriones fueron distintos, el resultado había sido siempre el mismo. Una actriz, para llegar a ser algo, debe ser afable, complaciente... y saber conocer a los verdaderos amigos. ; Y naturalmente cada cual se designaba a sí mismo como el mejor y más útil de los amigos!... Sara se fué a su camerino, y encerrada en él sentóse y se puso a meditar. Aquellos hombres de los studios, evidentemente, sólo pensaban en sí mismos. La mujer, para ellos, no era sino un amable pasatiempo, un juguete que se puede arrojar a un rincón y substituirse por otro en cuanto CINE-MUNDIAL se termine el capricho. Comprendía que John Jordan era exactamente como [os demás, sin excluir a ninguno; desde el “amo” hasta el ültimo de los muchachos que transporta las cámaras y los trípodes, a las órdenes del fotógrafo. Y sin embargo, aquel sentimiento que embargaba su alma y que hacía de Jordan el dueño de sus pensamientos y de su albedrío no podía destruirlo, y ni siquiera atenuarlo. Cuando pensaba en él todas sus ideas se em brollaban y la razón quedaba obscurecida por ` la luz radiante de su amor. Verdaderamente hasta entonces Jordan se había mostrado con ella bondadoso, cortés, con un toque, de vez en cuando, de solicitud y ternura; todo ello lo suficiente para conquistar el corazón de una mujer ordinaria. Las tres series, de 31 rollos, más sensacionales que jamás filmó CHARLES HUTCHISON Poseemos los derechos mundiales. Cablegrafíenos su solicitud LA GRAN JUGADA — GREAT GAMBLE EL TORBELLINO — WHIRLWIND Eae (Atgam) (Lwind ) LOBOS DE LA CULTURA— WOLVES OF CULTURE (Eskul) CHARLES HUTCHISON SERIES CONTINUAS y CORTAS, CINEDRAMAS y COMEDIAS, nuevas y seminuevas, con artistas favoritos. variado y selecto. 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Su educación había sido diferente, como también era muy distinta la esfera social en la cual hasta entonces se había desenvuelto su vida. Le encantaba la aventura romántica... el amor... ¡Pero fuera de esto!... Movió la cabeza y sus negros rizos sedefios se estremecieron sobre la tersura blanca de su frente. ¡Ni aun por John ella. . .! À Cerraba la noche y las sombras invadían el camerino. El vigilante nocturno estaba afirmando las ventanas. Abajo, en la cabina de proyección donde se pasaban los trozos de película positiva a medida que salían del Laboratorio, un muchacho terminó de fumar un cigarrillo — en contra de las órdenes terminantes que prohiben el fumar en.los estudios — y arrojó la colilla aán encendida a un cesto de papeles viejos y desperdicios. Saludó al vigilante y desapareció. De repente un resplandor rojizo rasgó las tinieblas del camerino y arrancó a Sara de sus reflexiones. Se levantó de un salto, el pulso tembloroso. —i Fuego! — gritó, aterrada. Sara no era tan nueva en la vida de los studios que no comprendiera el peligro tremendo de un incendio en lugar semejante, con sus masas de inflamable decorado, de madera y de papel, y sobre todo con el peor de los combustibles: el celuloide. : Empezó a oírse el silbido estridente de un pito de alarma, y dominándolo, el chisporroteo del fuego. Sara se precipitó a la puerta de su cuarto, mas al abrirla una ráfaga de aire caliente le azotó el rostro y la hizo retroceder al interior, Ya se oía a lo lejos el ulular siniestro de las sirenas de las bombas de incendio. Se asomó Sara a la ventana. Hallábase en el tercer piso del studio y la ventana era muy pequeña. ; Vió, horrorizada, cómo se ensanchaba la roja hoguera, y a través de ella distinguió el armazón negro del taller acristalado, mientras oía el estrépito de los cristales al quebrarse y caer al suelo. El fuego se propagaba con rapidez increíble y una roja lengua candente empezó a lamer la pared del edificio en donde se hallaba Sara, separado del cuerpo principal del studio solamente por un angosto callejón. La joven lanzó un alarido de desesperación. —¡John! ¡John! Alimentado con trozos de film, de papel y decorado, el incendio nacido en el studio se propagó inmediatamente a los edificios contiguos. Nadie sabía que Sara se encontrara allí. Por otra parte era imposible llegar hasta su ventana, pues la roja lengua crepitante rampaba ya hasta ella por la vieja pared agrietada. Desplomóse al suelo la desdichada. Allí la corriente de aire era menos asfixiante. Arrastróse hacia la puerta. El suelo se iba calentando por grados. Entre tanto iban llegando las bombas. Los gritos de los bomberos se oían, confusos, en medio del crugir siniestro del incendio. El cielo, inflamado por el reflejo de las llamas, prestaba a la escena tonos de dantesca pesadilla. La gente corría por el patio; unos estorbando los esfuerzos de los bomberos, otros prestándose voluntarios a secundarlos. De las > PÁGINA 172