Cine-mundial (1923)

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CUENTECILLOS DE MI TIERRA EL MONO DEL CINE L Señor Mateo Barriga es un buscavidas, que siempre está imaginando negocios, que la mayor parte de las veces son fantásticos. Los que llega a realizar casi nunca le producen resultado y gracias a que tiene una finca de campo en los Verdiales y explota un juego de bolos, bastante concurrido, en la Acera del Campillo, no le han venido del todo las malas, quedándose arruinado por completo. CINE-MUNDIAL Su consejera es la Señá Antonia la “Billetera”, que empezó vendiendo décimos de lotería y ha terminado por tener una buena tienda de sedas y encajes en la calle de Granada, que está siempre llena de costureras, por cierto algunas con caras y cuerpos que quitan el hipo. Acaso por verlas y decirles cuatro chicoleos se hizo parroquiano el Señor Mateo, que acabó por ir por mañana y tarde y noche, dando lugar a que las malas lenguas, que abundan más que los mosquitos en el verano, se diesen a repetir que entre el Señor Mateo y la vendedora de encajes y se Pantalla Fibra de Oro Minusa La Unica Pantalla Profesional Que Ha Triunfado La Mejor Pantalla Frente de la Pantalla FIBRA DE ORO MINUSA Montada Correctamente Pida una Pantalla Minusa. Producto de la Experiencia Espalda de la Pantalla FIBRA DE ORO MINUSA Montada Correctamente Produce más claridad en la Pantalla que cualquiera de las otras Pantallas conocidas. La usan todos los mejores teatros del mundo. La prefieren los teatros de todos los países. Si desea la proyección más clara obtenible, — Precio, L. A. B. en St. Louis: $1.25 pie cuadrado, incluyendo armazón. 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UU. de América Dirección Cablegráfica: “Akrasales”, New York. Marzo, 1923 < das, había algo más que una buena amistad. Lo que fuere ellos lo sabrán, que no es obligación nuestra averiguarlo y menos decirlo, aun llegándolo a saber. Cierta noche del mes de enero, clara y fresquita, hallábase sentada la pareja indicada alrededor de una mesa de estufa, jugándose una partida de brisca, cuando el Señor Mateo, acariciándose el bigote, según su costumbre, y entornando los ojos, exclamó: — Tengo que consultarte sobre un buen negocio que pienso emprender. —;¿ Otro negocio en planta? — dijo poniendo un gesto avinagrado la “Billetera”. —Este es de éxito seguro, — Como los otros. Tú tienes la negra en cuantos negocios metes la cabeza. Acuérdate de aquel de los turrones de Jijona y del otro de las batatas de Nerja. —Eso no podía pensarse. ¿Cómo iba yo a creer que por culpa de la huelga de carreros, los turrones en vez de llegar en diciembre llegaran en febrero y que las batatas se metieran en un almacén lleno de ratas y se las comiesen? —Sobre eso hay mucho que hablar Vamos a la cuestión y di lo que has pensado. Al grano, al grano. Esto agregó la Señá Antonia, demostrando que estaba de mal talante. —Pues verás. Tü.sabes que en el Barrio del Perchel no hay ningún Cine. La gente del Barrio viene a Pascualini o a Lara, llenando la sala. ¿Es verdad esto? —Lo será. —Muy bien. He pensado levantar un pabellón de madera en un derribo que hay en la calle del Carmen. i —¿Y con qué dinero cuentas? —Con las pesetejas que tengo metidas en el Banco Hispano y vendiendo la piara de cabras que me están costando un dineral con lo caras que están las habas y los pastos. —Me parece un disparate. —Ya verás como no lo es. —Al menos disfrutaré Cine gratis y convidaré a las vecinas. —Eso es cuenta tuya. El Señor Mateo que era un poquito testarudo, ocho días después obtenía al cabo la aprobación de la encajera. Levantó un pabellón de madera, bastante amplio, con graderías laterales para la entrada general y en el centro filas de sillas para la preferencia, no faltando dos pequeños palcos cerca del lienzo en que habían de reflejarse las películas. El adorno, aunque sencillo, no era de mal gusto, pues el artista imitó el estilo pompeyano. Púsose de acuerdo el Señor Mateo con el Agente de una casa alquiladora y éste le empezó a facilitar excelentes películas. Fué la primera la titulada “El mono vengativo”, interesante argumento en el cual el mono “Jadha”, a quien su amo, un colono de California, había castigado duramente, esperaba a que éste se durmiera, y le cortaba la cabeza con un cuchillo que antes había cogido. La Señá Antonia había recomendado a su amigo la necesidad de anunciar mucho y sobre todo pintar grandes cartelones con los episodios más salientes de la película, pues eso causaba gran impresión a la gente del barrio. Se buscó a un pintor, que lo era de puertas y ventanas más que de lienzos, y éste se comprometió a pintar cuanto se le ordenase por el mezquino jornal de siete pesetas cincuenta céntimos, poniendo además las pinturas. > PÁcIiNaA 184