Cine-mundial (1923)

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ANS AVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAO AAA NATA ANA AAA AA Ya VAVAYV, io 47x f NLN Se EU A FAA VANA VA VA AAA VA VA VAVA | REVISTA MENSUAL ILUSTRAI (S JQ] DE ARTE, LETRAS Y DIVERSIONES AP AS ANS Pw Y — vw S SS DE TODA CLASE |b Y Sy `> / AER 3 y E WA. a E GS AVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVAVKS | (A TOMO VIII, N°. 4 ABRIL, 1923 > OO) UI X9 CINE-MUNDIAL, revista mensual ilustrada, con oficina de redacción y adminisSN ` A tración en 516 Fifth Avenue, Nueva York. Publicada por la CASA EDITORIAL SS DE CHALMERS, empresa formada por J. F. Chalmers, Presidente; A. J. Chalmers, À Vice-Presidente; J. P. Chalmers, Sr., Vice-Presidente; E. J. Chalmers, Secretario y Tesorero ; todos con despacho en la dirección antes citada. Director: F. G. ORTEGA. y IASVANVANVANANANAN AN ANANAS ANANAS ANANAS ANT AN A AS SS NOS d NAIVASS S A ISS $ | a E Cartas de Flmor y Dictadores Y | : al desaparecer el último memorialista de la capital, un sujeto llamado Georges Faes, cuya caseta derrumbaron para hacr sitio a un nuevo edificio. Así lo proclama el cable y la prensa de aquí y allá comenta la noticia de múltiples maneras, pues los franceses no han perdido la habilidad de anunciarse y logran que sus cosas, por insigni ficantes que sean, den la vuelta al mundo. AAA E A A MW 48 s a traición por el teléfono, la carta de amor falleció en París el otro día ] | ! | | Quizás en Francia ya no se escriban cartas amor, pero todavía existen por la tierra muchos memorialistas ideando y sosteniendo correspondencia para amantes faltos de imaginación, inseguros de sí mismos o, simplemente, analfabetos. De modo que no hay que alarmarse y mucho menos culpar del crimen—si es que en realidad hubo tal—al teléfono, con el que los franceses están muy lejos de haberse familiarizado, a pesar de lo que ellos creen, y podrían citarse diez edificios neoyorquinos provistos de mayor cantidad de vías telefónicas que todas las existentes en París. 3n 3 9e Los franceses con sus cartas de amor y su encono hacia el inocente aparato de Bell hacen pensar, por asociación de ideas, en la nueva raza de hombres que están creando los métodos comerciales en boga desde hace tiempo en los Estados Unidos. En las oficinas de este país no se escriben cartas: se dictan a una taquígrafa o un artefacto ingenioso—el dictáfono— y los responsables de la correspondencia ni siquiera se ocupan de leerla o firmarla. Eso corre por cuenta de las muchachas encargadas de poner las cartas en máquina, y de ahí el estribillo al final de muchas de ellas: dictadas, pero no leídas. El norteamericano ha sabido desligarse del trabajo mecánico, rutinario, y tiene, por consiguiente, muchas horas del día libres para fumar cigarrillos, contar cuentos más o menos picantes y, de vez en vez, cuando se aburre, usar el único instrumento que las circunstancias le han obligado a manejar: la cabeza. Entonces piensa y, como está en la oficina, a menudo las cosas que se le ocurren tienen | : por meta el engrandecimiento del negocio, y al desarrollarlas fija la vista en el trabajo E necesario para su ejecución—en el trabajo, naturalmente, que ha de caer sobre los contaI i Id V) RNA E p y T | x ^ dores, archiveros, taquígrafas, traductores y demás burros de carga. — Por eso el hábito de dictar es una de las características del yanqui moderno, cuyas -singulares energías van casi siempre encaminadas a trabajar lo menos posible, y el lec' estará de acuerdo con nosotros en que dicha costumbre no deja de tener grandes ventajas en la vida, ya que se paga mejor al que manda hacer las cosas que al que las hace. > PÁGINA 195 ME al deu A ARA ur