Cine-mundial (1923)

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men, E A 1 ] 1 $ EG ARANA CINE-MUNDIAL Alguien Preguntó a Harold Qué Hora Era Escenita tendenciosa de la próxima comedia de Harold Lloyd, para Pathé y que se llama “El Hombre Mosca”. (La traducción fiel del título en inglés es “El Peligro ante tedo”.) No fué sino hasta después de la terminación de la cinta, cuando Mildred consintió en casarse con él, para no quedarse viuda por anticipado. Por imitarlo, otro “hombre-mosca” se hizo trizas sobre el pavimento de Nueva York. Xi do el idilio estaba en todo su apogeo, y durante una excursión por Manhattan Beach, se suscitaron ciertas divergencias de criterio entre ella y el funcionario consular, y éste fué víctima de una bofetada que resonó airosa por los ámbitos del concurrido balneario. * * * Los títulos de Cónsul, Vice-Cónsul y Canciller traen consigo graves responsabilidades en Nueva York. El de Canciller, especial “mente, produce efectos avasalladores y ro dea a su poseedor de todos los atributos de un Bismark. Cuando un jovencito sudamericano estira el pescuezo, dilata el pecho proclama que es *Chancellor" del Consulado ecuatoriano o panameño, “se cae la valla", como dicen los galleros. Las norteamericanas, y muchos hombres de peso que debían tener mayores conocimientos y más sentido común, se lo imaginan propietario de minas y haciendas, jefe del servicio diplomático del país y príncipe heredero de la república — porque el yanqui no ha oído hablar de más cancilleres que el del Exchequer, administrador del tesoro inglés, y del otro que manda en Alemania, Por eso los empleados consulares tienen que andar con pies de plomo en los Estados Unidos, como podrían comprobar algunos amigos nuestros en la parte baja de esta ciudad. ;Ah, los riesgos que se corren en el benemérito servicio de representar a la patria en el extranjero! Y lo peor es que allá, en la patria, no aprecian el sacrificio, no se, dan cuenta de nada y, para colmo, siempre hay algún soplapitos buscándole a uno las vueltas para birlarle el destino. ON objeto de anunciar la ültima cinta de Harold Lloyd, el joven Harry F. Young, un profesional de la emoción, decidió trepar por la fachada del Hotel Martinica, en la APRIL, 1923 «—— esquina de Broadway y calle 34. Antes de hacerlo, examinó los salientes de la casa y anduvo por el techo, cuyo alero iba a ser la parte más difícil de la empresa, quedando satisfecho de que no tropezaría con obstáculo alguno. Así lo manifestó a su mujer, que le esperaba en la calle. * * * La película de Lloyd se llama “Safety Last”, que significa “El Peligro ante todo", porque los que hablan inglés tienen de esta idea una concepción distinta a la nuestra: ellos piensan en alcanzar “seguridad”; nosotros en evadir el “peligro” País éste donde el descuido es monarca y el hábito de correr albures general, varias sociedades filantrópicas llevan años haciendo campañas para reducir al mínimum los riesgos de accidentes. Como lema han escogido las palabras “Safety First” (“La Seguridad ante todo”, en nuestra lengua), que hoy se ven inscritas por las paredes de las fábricas a fin de que los obreros las tengan siempre presentes y procedan con cautela cuando haya posibilidades de lastimarse. El estribillo ha salvado de la muerte a muchos trabajadores; de sufrir desperfectos a muchas máquinas; de pagar indemnizaciones a muchos industriales y de redimir pólizas a muchos asegurados. * * * No cabía un alma por la plazoleta que forma Broadway entre las calles 31 y 35, con sus inmensos bazares y múltiples cruces de líneas de transporte. Atraído por los fotógrafos que impasibles arreglaban sus cámaras, un gentío enorme se congregaba por todos los alrededores. Hacía frío y el viento, en ráfagas cortantes, rasgaba el espacio y silbaba al estrellarse contra los muros. Un sargento y media docena de polizontes sacaron sus garrotes para demostrar que se iba a man-| tener el orden. El joven Young se despedía aparatosamente de su mujer en la acera, ceremonia que. nunca deja de impresionar al público y, por. eso, se ha hecho de ritual en los espectáculos de esta clase. Llevaba un cartel a la espalda y otro al pecho, con el nombre de la. comedia en grandes letras: “El peligro ante ` todo”. Empezó a escalar la fachada. Los primeros tres pisos de prisa: más lentamente hasta llegar al sexto. Allí inició un movimiento horizontal hacia el centro del edificio y luego fué ascendiendo con mucha calma. De vez en cuando fingía perder el equilibrio, causando estremecimientos y gritos de espanto entre la concurrencia. Al llegar al piso noveno hizo señales con los brazos para indicar a los de abajo que los dedos se le habían entumecido con el frío. Sentóse entonces en el pollo de una ventana y reclinó los pies sobre una cornisa. Resbaló y, al venir dando tumbos por el aire, los letreros atados a su cuerpo se ocultaban y aparecían rápidamente, y lo menos diez veces pudimos leer el título de la comedia: “El peligro ante todo”, ; Al levantarlo del pavimento, estaba muerto. Buen ejemplo de ironía práctica, estilo moderno. ; Buen anuncio para la Ley de Gravedad. N escritor aficionado a “la nota original" ` ha descubierto que el Cinematógrafo permite a los actores verse a sí mismos — hecho | al que atribuye la atracción que sobre ellos | ejercen las películas. A k x *o Fuerza poderosa es la vanidad y no hay duda que todo eso suena bien, pero tiene el | inconveniente de no ser cierto. : Existen muchas obras teatrales que noso| tros no hemos visto representar, aunque las puso en escena nuestra compañía cuando co. metimos la imprudencia de constituirnos en empresa. Lo mismo les sucede a los artistas. . Después de lidiar durante el día con fotógrafos, “productores”, directores y compañeros les quedan pocas ganas de ir al cine por la noche, al extremo de que entre ellos ésta es la frase sacramental: —Al terminar el trabajo en el taller estoy | tan cansado de las películas, que nunca voy | a verlas en la pantalla. : * * Xe Aunque resulte, prosaica, la verdad es que la cámara atrae porque rinde muchísimo más que la escena hablada, la labor no es tan | ruda, los empleos más seguros y se elimina | ese continuo andar a salto de mata de una | ciudad a otra, que tanto aborrecen los cómicos. ; ECIBIMOS la carta de Una buena lectora | de CINEMUNDIAL, que no DAE por su extensión — 12 páginas. No queremos ensarzarnos en discusiones sobre si los actores españoles son mejores o peores que los | norteamericanos. ¿Para qué? No vamos a | convencer a nadie, ni tenemos interés en ha|] cerlo. Que cada cual se quede con su opinión, y que le aproveche. * * * | | | | Cuando asesinaron al jugador Rosenthal, | a pocos metros de donde tenemos nuestras | oficinas, el judío Webber, propietario de un. ri fumadero de opio en la calle 44, y complicado en el crimen, estuvo escapado en la H bana un par de meses. A su regreso a Nueva York, lo primero que hizo fué quejarse a los periodistas de lo mal que se comia en > PÁGINA X